La llegada de las lluvias añade una nueva amenaza a los más de 900.000 refugiados en Bangladesh
MADRID, 25 Feb. (EUROPA PRESS) -
Cientos de miles de rohingya están atrapados en Bangladesh, incapaces de volver a un país, Birmania, que no les reconoce los más mínimos derechos y abocados a una situación límite que amenaza con agravarse más todavía con el comienzo de la temporada de tifones en la zona. Seis meses después del gran éxodo, siguen sumando días a su drama.
Una ola de ataques perpetrada el 25 de agosto por insurgentes en Rajine desencadenó una represión implacable por parte de las fuerzas del Gobierno birmano, a las que el Alto Comisionado de la ONU para los Derechos Humanos acusó directamente de "limpieza étnica".
Los rohingya, una minoría sin patria y marginada históricamente en un país de mayoría budista, protagonizaron en tan sólo unas semanas uno de los éxodos más dramáticos que recuerdan las organizaciones humanitarias, hasta el punto de conformar el que ya está considerado el asentamiento de refugiados más grande del mundo, en la zona bangladeshí de Kutupalong, en Cox Bazar.
La Organización Internacional para las Migraciones (OIM) estima que, desde el 25 de agosto, al menos 688.000 rohingya han cruzado la frontera, lo que ha elevado la cifra de refugiados por encima de los 900.000. En total, se calcula que 1,2 millones de personas necesitan ayuda humanitaria en Cox Bazar, según un balance que computa también a la población local.
NIÑOS SIN FUTURO
Un informe divulgado esta semana por el Fondo de Naciones Unidas para la Infancia (UNICEF) alertaba de que 185.000 niños rohingya permanecen en Rajine, mientras que otros 534.000 figuran entre los refugiados en territorio bangladeshí. "Alrededor de 720.000 niños rohingya están atrapados", ha advertido el director de los programas de emergencias de la organización, Manuel Fontaine.
El secretario general de la Media Luna Roja de Bangladesh, Feroz Salah Uddin, ha advertido en un comunicado de que, "con un futuro incierto y sin soluciones a la vista", unos 380.000 menores de edad corren el riesgo de perder su futuro si no se toman medidas. Solo este año está previsto que nazcan en los campamentos 60.000 niños más, según la ONU.
Muchos de los niños tienen grabadas en sus retinas historias de violencia y abandono, como le ocurrió a Mohamed, quien con once años vio cómo soldados birmanos "arrojaban al fuego" a varios de sus amigos, ha explicado la jefa de prensa del Comité Español de UNICEF, Belén de Vicente. Tasnim, por su parte, presencio cómo los militares "mataban a su padre delante de ella".
Médicos Sin Fronteras (MSF) ha recogido el testimonio de Humaira, una joven de 25 años forzada a huir junto a su hijo de siete años y en avanzado estado de gestación tras perder a su marido, capturado por las fuerzas birmanas. "Mi bebé, Ruzina, nació en el río. Empecé a dar a luz cuando ya estaba a bordo de la barca (que la llevó a Bangladesh) y el parto duró tres horas", ha relatado.
Desde entonces sufre dolores en todo su cuerpo y la comida que recibe la consigue su hijo, que "también lava la ropa de su hermana y busca agua". "Tengo la esperanza de que me ayude a superar todas las dificultades del futuro", ha declarado Humaira.
Para Alí Ahmed, de 80 años, es ya la tercera huída, después de la que emprendió en 1978, cuando su familia fue "apaleada y torturada", y en 1991, después de pasar cuatro años haciendo trabajos forzosos. En la última ola de violencia, se quedó sin casa y sin dos de sus hijos, por lo que escapó junto a otros ocho miembros de su familia, informa MSF.
REGRESO
Las autoridades de los dos países vecinos hicieron un amago de negociación para facilitar la vuelta de los refugiados, pero el desaire a la potencial implicación de la ONU y la falta de garantías en materia de libertades y derechos puso en guardia a todas las organizaciones que intentan paliar la grave crisis humanitaria.
El máximo responsable de ACNUR, Filippo Grandi, advirtió este mes ante el Consejo de Seguridad de que sigue sin haber condiciones para que haya una vuelta "voluntaria, segura y en condiciones dignas" de los rohingya. "Las causas de su huida no están resueltas y aún tenemos que ver avances sustantivos en relación a la exclusión y la negación de derechos que se ha agudizado en la última década, originada en la falta de ciudadanía", denunció.
Por el momento, y ante la parálisis política, los trabajos se concentran en garantizar los servicios y suministros más básicos para los campos de refugiados y prepararlos de cara a un periodo que se atisba complicado. La temporada de tifones amenaza con anegar unos precarios enclaves, con el riesgo que ello conlleva para la estabilidad de los refugios y el desarrollo de enfermedades.
NUEVAS EMERGENCIAS EN LA EMERGENCIA
La coordinadora de emergencias de Médicos Sin Fronteras (MSF) en Bangladesh, Kate Nolan, teme que "surjan nuevas emergencias dentro de la emergencia actual" y, en este sentido, ha advertido de que las lluvias pueden llevar aparejado el contagio de enfermedades transmitidas por el agua como diarreas acuosas agudas. "Ya hemos visto cómo la vulnerabilidad de estas personas puede aumentar rápidamente", ha lamentado.
Nolan también ha señalado que, si bien el flujo de refugiados no se acerca a los niveles de agosto y septiembre, "sigue llegando gente" a unos campamentos "precarios, improvisados y densamente poblados", en los cuales las casas básicamente están levantadas con plástico y bambú y sin apenas separación entre ellas.
El tamaño de la población, la alta densidad de los campos, el refugio inadecuado y el bajo estado de inmunización crean "una tormenta perfecta". "Como vemos a través de nuestras consultas médicas en todos los asentamientos, los rohingya ya estaban marginados y excluidos en Birmania. Tenían muy poco o ningún acceso a atención médica y no estaban vacunados de forma rutinaria contra las enfermedades transmisibles, por lo que su estado de inmunización es muy bajo", ha asegurado Nolan.
La directora de la Organización Mundial de la Salud (OMS) para el sudeste asiático, Poonam Khetrapal Singh, ha aplaudido los esfuerzos emprendidos para prevenir el cólera y controlar en poco tiempo brotes de sarampión y difteria, pero ha recordado que "la magnitud de la crisis requiere de un trabajo continuo y de generosas contribuciones (...) para mejorar los servicios médicos para la población vulnerable".
El plan de respuesta coordinado entre todas las organizaciones precisa de 434 millones de dólares (unos 350 millones de euros), de los cuales se ha recaudado por ahora casi el 70 por ciento, según datos de la Oficina para la Coordinación de Asuntos Humanitarios (OCHA) de la ONU.