MADRID 13 Sep. (EUROPA PRESS) -
El ministro de Defensa de Filipinas, Delfín Lorenzana, ha recalcado este martes que las relaciones con Estados Unidos son "sólidas como una roca", después de que el presidente filipino, Rodrigo Duterte, afirmara que las tropas estadounidenses presentes en el país "tienen que irse".
"Son fuertes", ha dicho Lorenzana sobre las relaciones bilaterales, agregando que "Estados Unidos es un verdadero aliado militar" y recordando el acuerdo de defensa mutua firmado en la década de los cincuenta.
"No ha sido derogado. Lo que el presidente (Duterte) ha dicho es que vamos a hablar con otros que pueden darnos equipamiento para fortalecer nuestra defensa", ha apuntado, según ha informado el diario local 'Phil Star'.
Por su parte, el portavoz del Ejército, Restituto Padilla, ha resaltado que las palabras de Duterte "afectan únicamente a un número reducido de tropas estadounidenses confinadas en la ciudad de Zamboanga".
"Dan ayuda técnica y entrenan a sus homólogos filipinos en la lucha contra el terrorismo. Garantizamos a nuestro pueblo y nuestros aliados que las relaciones bilaterales de defensa son sólidas como una roca", ha remachado, tal y como ha recogido la agencia británica de noticias Reuters.
Previamente, el ministro de Exteriores de Filipinas, Perfecto Yasay, había asegurado que Duterte respetará los acuerdos con Estados Unidos, argumentando que la decisión del presidente tiene como objetivo proteger a las tropas estadounidenses.
Horas antes, el Gobierno estadounidense afirmó que Filipinas no ha pedido oficialmente la retirada de las tropas estadounidenses del país.
LAS DECLARACIONES DE DUTERTE
El lunes, Duterte dijo que las fuerzas especiales de Estados Unidos desplegadas en la isla de Mindanao "tienen que irse" porque pueden ser objetivo de los rebeldes musulmanes y dificultar así la tarea de las tropas filipinas.
"Las fuerzas especiales de Estados Unidos tienen que irse de Mindanao. Hay demasiados blancos ahí (...) intentarán secuestrarlos para conseguir un rescate y los matarán", argumentó.
Duterte aclaró que no quiere ningún "problema" con Estados Unidos, después de la crisis desatada durante la última cumbre de la Asociación de Naciones del Sureste Asiático (ASEAN), cuando llamó "hijo de puta" a su homólogo estadounidense, Barack Obama, por criticar su guerra contra las drogas.
El líder asiático, que negó que dirigiera este insulto a Obama, ha insistido en que gobernará sin injerencias extranjeras, al tiempo que ha criticado la actuación de Estados Unidos en Oriente Próximo. "Mataron a Sadam Husein y ¿cómo está Irak ahora?", ha cuestionado.
La llegada de Duterte al poder, el pasado mes de junio, ha puesto en peligro la tradicional alianza de Estados Unidos y Filipinas, una de las de mayor valor estratégico para la Casa Blanca en la región. Tropas estadounidenses entrenan a las fuerzas filipinas que luchan en el sur contra los rebeldes islamistas de Abú Sayyaf.