HELSINKI, 17 May. (Reuters/EP) -
Las autoridades finlandesas han endurecido este martes las restricciones sobre la concesión de asilo político a aquellos ciudadanos de Afganistán, Irak y Somalia que lo soliciten, por considerar que ahora es seguro para los solicitantes regresar a sus países de origen.
Desde Helsinki, donde los grupos políticos antinmigración se encuentran en auge, las autoridades han recalcado que la seguridad ha aumentado y que ya no supone un riesgo para los refugiados regresar a sus lugares de origen a pesar de que los conflictos en esos países no han cesado.
"Será más difícil para los solicitantes de esos países conseguir un permiso de residencia, pues su regreso es posible a todas las áreas de Afganistán, Somalia e Irak sin que los conflictos armados en esos lugares supongan un peligro potencial para ellos", han informado los servicios de inmigración en un comunicado.
Los solicitantes de asilo ahora sólo podrán quedarse si pueden probar que están en peligro de forma directa e individual. El Gobierno somalí, que se ha ido recuperando poco a poco de dos décadas de guerra, sigue luchando contra la insurgencia islamista del grupo terrorista Al Shabaab, que efectúa a menudo ataques y bombardeos en la capital del país, Mogadiscio, así como en otras ciudades.
El grupo terrorista Estado Islámico aún tiene el control sobre ciudades de gran importancia en el norte y oeste de Irak, las cuales asedió en 2014. A pesar de las operaciones llevadas a cabo por la coalición internacional liderada por Estados Unidos para combatir a los yihadistas, los milicianos siguen atacando civiles en áreas bajo control gubernamental, lo que incluye varios ataques en los que murieron un centenar de personas la semana pasada en la capital y sus alrededores.
Los talibán, por su parte, iniciaron una ofensiva en Afganistán en abril con la intención de expulsar al Gobierno actual de Kabul y restituir un Estado de carácter islámico.
El Gobierno en coalición finlandés, que incluye al partido nacionalista Verdaderos Finlandeses, ha ido endurecido sus políticas de inmigración desde que se produjo un gran flujo de refugiados a lo largo de 2015. Grupos denominados por sí mismos como patriotas han puesto en marcha varias patrullas para lo que consideran la protección de los locales de los inmigrantes.
Se estima que unas 32.500 personas solicitaron asilo en 2015, 29.000 más que en 2014, la mayoría provenientes de Irak, Afganistán y Somalia, un número que ha descendido de forma significativa este año.