MADRID 12 Abr. (EUROPA PRESS) -
Un forense ha determinado tras una investigación de casi ocho años que la masacre de Kingsmill en la que fueron asesinados diez trabajadores protestantes hace casi medio siglo en el sur del condado de Armagh, en Irlanda del Norte, fue un "ataque abiertamente sectario" por parte del Ejército Republicano Irlandés (IRA).
"El IRA no ha reconocido la absoluta injusticia que supuso esta atrocidad, su impacto en aquellos que quedaron afligidos o el daño causado a toda la comunidad", ha concluido el forense Brian Sherrard en un informe en el que afirma que ningún individuo, organización o partido político ha rendido cuentas por la masacre.
El ataque fue reivindicado por la Fuerza de Acción Republicana de Armagh del Sur (SARAF, por sus siglas en inglés), si bien el forense ha determinado que hay numerosas pruebas balísticas que vinculan las armas que fueron utilizadas durante la masacre con una serie de ataques llevados a cabo por el IRA.
"El ataque, aunque aparentemente fue una respuesta directa a los crueles ataques contra las familias Reavey y O'Dowd por parte de terroristas lealistas en la tarde del 4 de enero de 1976, no fue espontáneo, sino que había sido planeado con mucha antelación", ha aseverado, según ha recogido el diario 'Belfast Telegraph'.
El tiroteo tuvo lugar el 5 de enero de 1976 cuando un grupo de unos doce hombres armados paró un minibús que se dirigía hacia Bessbrook. A los trabajadores que estaban a bordo se les preguntó su religión. Obligaron a huir al único católico que había presente, mientras que el resto fueron fusilados delante del vehículo. Alan Black, que entonces tenía 32 años, recibió hasta 18 balazos y fue el único superviviente.
La masacre se produjo tras el asesinato de seis católicos a manos de miembros de la Fuerza de Voluntarios del Ulster (UVF), un grupo paramilitar leal a la Corona británica. Tres personas que pertenecían a la familia Reavey fueron fusiladas en su casa en Whitecross y otras tres personas de la familia O'Dowd fallecieron al recibir una ráfaga de disparos en Ballydougan.
El Acuerdo de Viernes Santo puso fin a la actividad armada del Ejército Republicano Irlandés (IRA) tras décadas de un sangriento conflicto que se remonta a los años veinte del siglo pasado, cuando la isla de Irlanda se dividió entre un país homónimo independiente y una zona septentrional que seguía vinculada a Reino Unido.