BARCELONA, 18 Abr. (Por Francis Ghiles, investigador senior asociado del CIDOB) -
El 21 de abril de 2001, los votantes de Francia pusieron de manifiesto de forma plena y traumática su desencanto político enviando al veterano líder de extrema derecha Jean Marie Le Pen a la segunda vuelta de las elecciones presidenciales para enfrentarse al saliente Jacques Chirac.
Este éxito inesperado fue el resultado electoral más sorprendente en la política europea en años y firmó la sentencia de muerte de la V República. Si los votantes franceses envían a Marine Le Pen a la segunda vuelta de las elecciones presidenciales este 23 de abril y su rival es Emmanuel Macron, se añadirá un clavo más en el ataúd de la república.
Hace quince años, el primer ministro socialista Lionel Jospin fue eliminado y su partido humillado. Si el candidato del partido conservador Los Republicanos y antiguo primer ministro François Fillon es eliminado, la segunda vuelta será entre dos 'outsiders'.
La V República es el tercer régimen más longevo de Francia después de la monarquía que fue abolida por la Revolución de 1789 y de la III República (1879-1940). Funcionó bien hasta 2001 porque se sustentaba en la existencia de dos sólidas coaliciones, una construida en torno al Partido Socialista, y la otra en torno a los gaullistas y ofrecía, hasta principios de los años 1980, un sólido crecimiento económico. Si ambas coaliciones colapsan el 23 de abril, el modo en que se hace la política francesa tendrá que moldearse de nuevo. Su Constitución tendrá que ser reescrita.
Las dos coaliciones que han gobernado Francia desde 1958 están fuertemente divididas en lo que respecta a Europa, en un momento en que muchos votantes muestran una creciente hostilidad cuando no un abierto rechazo a la Unión Europea, de la que Francia es uno de los países fundadores.
La mayoría de los franceses no están interesados en Alemania y muestran una creciente hostilidad hacia lo que perciben como su capacidad de imponer sus propios puntos de vista en lo que se refiere a la política económica europea.
MARINE LE PEN
La agenda de Marine Le Pen es proteccionista. Ha restado importancia a su proclamado deseo de sacar a Francia del euro recientemente (el 70 por ciento de los franceses están en contra) pero sigue firme en su convicción de que unas relaciones más cálidas con Vladimir Putin ayudaría a los intereses de Francia. El presidente ruso ciertamente ayuda a los intereses del Frente Nacional, ya que los bancos rusos prestan dinero al partido.
Su programa económico es una bolsa de retales pero a la mitad de quienes votan por el Frente Nacional que preside no les importa. Quieren dar una patada al sistema en los dientes y expresar su desagrado con los interminable escándalos por corrupción, su miedo a perder sus empleos, en particular, a su entender, en detrimento de inmigrantes llegados de África.
Mientras el Frente Nacional ondea el islam(ismo) como una bandera roja, su fundador, el padre de Marine Jean Marie sigue siendo abiertamente antisemita. Está convencido de que Francia nunca debería de haber otorgado la independencia a Argelia en 1962.
EMMANUEL MACRON
Emmanuel Macron es un prodigio que ha emergido a horcajadas entre las finanzas y la gestión pública de lujo, un descendiente de la elite de la Escuela Nacional de Administración y un superior del banco de inversión francés Rothschild. No es un 'outsider' pero combina una parte liberal de reforma de la economía francesa y un reconocimiento de que la conducta de Francia en Argelia, esa caja negra de la política francesa, fue "bárbara".
No se sentía cómodo con el estado de emergencia impuesto tras los atentados de París de noviembre de 2015, era contrario a la idea de retirar a los ciudadanos franceses que sean terroristas su nacionalidad porque le recordaba a las leyes de Vichy de 1940. Los ciudadanos con barba o con nombres que suenan a musulmán tienen cuatro veces menos probabilidades de conseguir una entrevista de trabajo.
Macron es menospreciado por la derecha radical por decir que Francia debería asumir su responsabilidad respecto a los franceses y francesas que son musulmanes y su conducta colonial en Argelia, y por la izquierda radical por ser "el Mozart de las finanzas", un apodo que se ganó por su papel como asesor de Nestlé en su compra por 1.200 millones de dólares de una unidad de Pzizer en 2012, por la que él ganó 1,2 millones de euros. La crisis de la eurozona y una sospecha profundamente arraigada frente al dinero y el capitalismo han profundizado el sentimiento contra los bancos en todo el espectro político en Francia.
Dicho esto, no hay forma de saber si los préstamos de bancos rusos al Frente Nacional y el respaldo de Vladimir Putin a Marine Le Pen son caballos ganadores.
FRANÇOIS FILLON
Por su parte, François Fillon y su mujer están inmersos en una complicada investigación por corrupción. Esto no ha frenado al partido de Fillon de publicar un dibujo de Macron con nariz de garfio, un sombrero de copa y un largo puro, recurriendo al imaginario conspiratorio antisemita de los años 1930. El candidato conservador es poco crítico con las políticas del presidente ruso en Europa y Oriente Próximo, un signo de mal criterio en opinión de muchos de sus partidarios.
A los votantes franceses les preocupa lo que sienten que es el declive de su país y la pérdida de identidad pero también son profundamente conservadores. El que no se haya intentado una seria reforma por más de una generación deja mal a unos políticos que no se atreven a enfrentar a sus compatriotas con la verdad.
¿Pero están los franceses listos para alguna reforma seria? ¿Preferirían arriesgarse a salir del euro y la UE, que echarían por tierra cualquier opción de reforma?
El ascenso de Emmanuel Macron en la política --fue asesor de François Hollande en la Presidencia y luego ministro de Asuntos Económicos hasta dimitir en 2016-- le ha dejado sin tiempo de adquirir el uniforme de defensor del reino. Su aspecto atractivo y juvenil podría ser engañoso sin embargo.
Los votantes decidirán este domingo si hay verdadero acero ahí, aunque en un exquisito guante de terciopelo. Una alta tasa de abstención ayudaría al Frente Nacional pero nunca ha estado por encima de una quinta parte de los llamados a votar desde 1969. ¿Marcará 2017 una ruptura con el pasado reciente?
Emmanuel Macron tiene una ventaja adicional. No solo es el único candidato que puede reivindicar no ser un extremista sino que también podría ser el hombre adecuado para refundir la importante alianza entre Francia y Alemania. Nadie sabe quién será el próximo canciller pero Macron no es sino un europeo profundamente convencido.
La V República dejó de funcionar, a todos los efectos, desde 2002. Los votantes franceses tendrán que decidir si merece la pena dar a Macron una oportunidad de reformar Francia o si desean confiar el futuro de la república a un desguazador.