JERUSALÉN, 21 Jun. (Reuters/EP) -
El ministro de Exteriores de Francia, Laurent Fabius, ha reconocido que el acuerdo nuclear con Irán "sigue sin estar claro" a menos de diez días de la fecha límite para su ratificación. "Tenemos que ser extremadamente firmes", ha declarado Fabius tras reunirse con el primer ministro israelí, Benjamin Netanyahu, "porque ahora mismo las cosas no están claras".
Sin embargo, los negociadores internacionales están cada vez más convencidos de que el acuerdo se cerrará en la fecha límite o bien en los días inmediatamente posteriores por la sencilla razón de que el éxito de las conversaciones, a pesar de las numerosas asperezas que quedan por limar, supondría una tremenda victoria política para las dos principales partes implicadas: Estados Unidos y la propia república islámica.
"No podemos descartar el fracaso, pero según pasan los días vemos más probable que se obtenga algún resultado. A lo mejor no para el 30 de junio pero quizás en los días posteriores", ha asegurado una fuente diplomática occidental bajo condición de anonimato, refrendada por un colega --también anónimo-- que ve grandes posibilidades de éxito "porque las dos partes más importantes de la negociación lo necesitan".
Para el presidente de EEUU, Barack Obama, el acuerdo supondría un triunfo en política internacional, que no han abundado precisamente durante su mandato, ahora en los últimos meses, y tras el fracaso de su intervención en Siria, Irak y Oriente Próximo. Para su homólogo iraní, Hasán Rohani, un fracaso comportaría consecuencias más graves, comenzando por la deslegitimación de sus políticas moderadas y terminando por el fin de su Presidencia.
Fuentes iraníes también creen que habrá acuerdo, e incluso llegan a apostar que las posibilidades son de un 70 a 30 a favor de la firma. Primero porque "un pacto ayudará enormemente a ambos países", y segundo porque "el fracaso de las conversaciones significa el fracaso de Rohani y de sus políticas reformistas, así como el fortalecimiento de sus rivales radicales".
Por ello, Irán parece dispuesta a llegar a extremos hasta ahora no reconocidos, como por ejemplo dar a los inspectores internacionales el permiso para acceder a sus instalaciones militares para que constaten de una vez que la república islámica no está escondiendo un programa para la fabricación de armas nucleares. Una vez se despeje la duda, se levantarán las sanciones económicas que pesan sobre Teherán, y Rohani podría ver cumplido uno de sus grandes objetivos, la incorporación de Irán a los mercados financieros internacionales.
Una vez firmado el acuerdo, su aprobación definitiva quedará en manos respectivamente del Congreso de Estados Unidos, ahora dominado por los republicanos, y el gran ayatolá Alí Jamenei. Aunque todo parece indicar que el Congreso rechazará el acuerdo --sobre todo porque no va a desaprovechar ni la más mínima oportunidad de minar al presidente de Estados Unidos-- Obama usará su capacidad de veto presidencial para ratificar el pacto de manera unilateral. En Irán, mientras, el gran ayatolá parece ver con buenos ojos la firma del pacto.
FRANCIA, EL ELEMENTO INESPERADO
De los seis países que negocian con Irán, Francia es el más escéptico de todos y el más cercano en postura a dos países en principio ajenos al círculo principal de las conversaciones pero esenciales en el panorama regional, como son Israel y Arabia Saudí, ambos enemigos declarados de la república islámica.
Francia ha ejercido de firme portavoz en la mesa de la opinión de Riad y Tel Aviv: si se cierra el acuerdo, Irán podrá campar a sus anchas y terminar de fabricar una bomba nuclear, como temen ambos países por mucho que Teherán lo haya negado en innumerables ocasiones. De hecho, Francia llegó incluso a bloquear un acuerdo provisional en noviembre de 2013 --que finalmente admitió días después--.
"Nuestras diferencias con los estadounidenses no son meramente semánticas", explica una fuente diplomática gala. "Insistimos en que Irán debe someterse a la verificación internacional y a continuación debe someterse otra vez a la verificación internacional", ha declarado antes de indicar por otro lado que París tampoco quiere ser un obstáculo insalvable. "No estamos aquí para complicar la labor de Obama", concluye.