MADRID, 23 Jul. (EUROPA PRESS) -
Las fuerzas de seguridad de Burundi reprimieron con una fuerza letal excesiva las protestas opositoras desatadas a finales de abril, hasta el punto de llegar a disparar contra manifestantes desarmados de forma indiscreiminada, según un informe de Amnistía Internacional que analiza en detalle los últimos disturbios.
El 26 de abril, se produjo la primera de las manifestaciones, convocada para protestar contra la decisión del presidente, Pierre Nkurunziza, de aspirar a un tercer mandato. Hasta el 29 de junio, perdieron la vida al menos 58 personas, según datos del Alto Comisionado para los Derechos Humanos.
Amnistía Internacional ha investigado una serie de hechos ocurridos en mayo y en junio y ha concluido que la Policía se excedió en su respuesta con el objetivo de silenciar a las voces que se oponían a las aspiraciones políticas de Nkurunziza.
Según el informe, divulgado este jueves, los agentes llegaron a disparar con fuego real contra manifestantes pacíficos y desarmados sin tener en cuenta siquiera que había niños entre ellos. Amnistía considera que responder a estas protestas como si se tratase de una insurrección no hizo más que intensificarlas.
Un testigo ha contado cómo la Policía "disparó contra la gente que se manifestaba pacíficamente", en una ofensiva que ha calificado de "increíble". "La gente huyó por el río, la Policía disparó a la gente que huía por el río", ha relatado.
La organización también ha constatado que, aunque la mayoría de los manifestantes eran pacíficos, algunos respondieron con violencia ante la actuación de la Policía. De esta forma, ha documentado lanzamientos de piedras y golpes contra las fuerzas de seguridad, así como destrozos e incluso la muerte de un miembro de las juventudes oficialistas.
La directora adjunta del Programa Regional para África Oriental, el Cuerno de África y los Grandes Lagos de Amnistía Internacional, Sarah Jackson, ha considerado una "tragedia" que los manifestantes "tuvieran que enfrentarse a las balas para tratar de que se escucharan sus voces".
JUSTICIA
"A pesar de la muerte de decenas de manifestantes y de las heridas causadas a miles más por la policía, las autoridades de Burundi no han hecho ninguna investigación", ha denunciado Jackson, que ha reclamado la expulsión de los agentes implicados y la apertura de investigaciones para esclarecer la "brutalidad".
Ninguna de las víctimas o familiares de fallecidos entrevistados en el informe han presentado denuncia alguna contra las autoridades, ya que tienen miedo a las represalias. Han asegurado que miembros de la Policía o de los servicios de Inteligencia les han intimidado para que no adopten ninguna medida.
La portavoz de Amnistía ha reclamado a las autoridades burundesas que investiguen "con urgencia y de forma exhaustiva y transparente" el uso de "medios letales excesivos", toda vez que "es absolutamente importante para devolver la confianza en los servicios de seguridad y reducir el riesgo de que la ciudadanía busque medios más violentos para expresar su descontento político".
El portavoz adjunto de la Policía ha informado de que cinco agentes están bajo investigación por sus presuntas responsabilidades, si bien el Gobierno ha evitado asumir la culpa por toda la represión. Así, un asesor presidencial ha argumentado ante Amnistía Internacional que parte de las actuaciones se debe a personas que se hicieron pasar por policías.
DIVISIÓN POLICIAL
El 8 de julio, un portavoz de la Policía que posteriormente se exilió reveló ante los medios de comunicación la existencia de un cuerpo "paralelo" en el que incluso algunos miembros habían sido "asesinados" por expresar opiniones diferentes a la línea oficial. El informe incluye también testimonios de policías frustrados por las órdenes recibidas y que, según han explicado, contradecían la formación recibida en materia de Derechos Humanos.
Un periodista ha contado que vio cómo un agente le quitaba el arma a un compañero que había matado a un joven. "No has recibido la orden de disparar a la gente", le dijo, según este periodista, que también presenció cómo quienes teóricamente deben proteger a la población decían: "Vamos a matarlos a todos".
Esta fuente ha explicado a la ONG que pudo ver actuaciones excesivas "varias veces" en lugares como Nyakabiga, Musaga y Cibitoke. "Una vez, en Musaga, vi a un policía que dijo llorando: 'Estoy cansado de esto ¿Cuándo va a parar?'".