¿Cómo funciona la caja negra de un avión y de qué color son realmente?

Caja registradora de voces en la cabina
Foto: BEA
Actualizado: viernes, 20 mayo 2016 11:19

MADRID, 20 (EDIZIONES) -

Tras la tragedia de EgyptAir, en la que perdieron la vida 66 personas, todavía quedan muchas incógnitas abiertas, entre ellas qué ocurrió para que el aparato hiciera varios "virajes repentinos" antes de precipitarse y si el fatal desenlace es obra o no de un atentado terrorista, como el jueves sugirió el ministro de Aviación Civil egipcio, Sherif Fathy.

Muchas de las esperanzas de saber lo que pasó se centran ahora en las cajas negras del avión. Los equipos de rescate que trabajan en la localización restos del aparato centran su búsqueda en las cajas negras. 

Pero...

¿QUÉ ES UNA CAJA NEGRA?

La caja negra, que a pesar de su nombre es de color naranja, es un dispositivo que registra los parámetros de vuelo (altitud, presión y velocidad entre otros), además de la grabación de voz de las últimas horas de vuelo.

Aunque se suele hablar de la caja negra en singular se trata de dos aparatos, no más grandes que un maletín de viaje: un grabador de voz (CVR, por sus siglas en inglés), que es lo que se ha recuperado en el caso del accidente de los Alpes, y un disco que va registrando los datos de vuelo (FDR, por sus siglas en inglés), capaz de guardar hasta 25 horas de datos.

¿CÓMO SE LOCALIZAN?

Las cajas negras disponen de una baliza que se activa en caso de inmersión en el agua y que manda señales que permiten su localización incluso a más de 4 kilómetros de profundidad.

Además, ambos dispositivos están pintados de un color naranja llamativo y con bandas fluorescentes para que su localización entre los restos de un avión caído en tierra sea más fácil.

Se trata de un dispositivo pensado para aguantar un fuerte impacto y permanecer lo más intacto posible en cualquier condición. De hecho, son capaces de resistir temperaturas extremas de 1.110 grados durante una hora.

¿QUIÉN INVENTÓ LA CAJA NEGRA?

Fue inventado por un científico australiano llamado David Warren. Como miembro del Laboratorio de Investigación Aeronáutica de Melbourne, formó parte del equipo que investigó el primer accidente aéreo de un avión comercial de reacción.

Warren se dio cuenta de que hubiera sido muy útil para los investigadores una grabación en la que hubiera quedado registrado lo ocurrido al avión. El primer modelo se construyó en 1957 y se probó en un avión en 1960.

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