JUCHITÁN (MÉXICO), 10 (Reuters/EP)
Más de la mitad de las víctimas fatales del poderosos sismo que sacudió a México este jueves murieron en Juchitán, una pequeña ciudad histórica del estado de Oaxaca, donde más de 5.000 viviendas han resultado dañadas y muchas más han quedado sin agua ni electricidad.
Por momentos la música se ahoga en el llanto de familiares de Máximo Zúñiga, un niño de tres años que quedó sepultado junto con su madre y un hermano mayor cuando los muros de su habitación se derrumbaron. Aunque lo rescataron, murió poco después. "Había una viga pesada en medio de los tres", asegura Alejandro Sánchez, uno de los vecinos que fue el primero en brindar ayuda.
Otros dos funerales de víctimas del terremoto se llevaban a cabo en el mismo cementerio. "Vamos a ver esto durante los próximos días. Mucho entierro. Acá en el panteón va a estar el pueblo y en el hospital. Los que podemos limpiar, vamos a limpiar. Está conmovido el pueblo, está muy de luto", señala Fernando López, primo de Máximo, con vendajes en la cabeza por lesiones sufridas durante el terremoto.
El número de víctimas mortales por el sismo ha aumentado este sábado a al menos 65, según ha informado el coordinador nacional de Protección Civil, Luis Felipe Puente.
Las muertes se registraron en los tres estados del sur del país más golpeados por el sismo, cuya magnitud fue de 8.1, según el Servicio Geológico de Estados Unidos (USGS), convirtiéndose en el terremoto fue más fuerte en México desde 1932.
De acuerdo con las mediciones del Servicio Sismológico Nacional de México, el movimiento telúrico tuvo una magnitud de 8.2 y se originó en el Océano Pacífico cerca del pequeño poblado de Pijijiapan, en el estado Chiapas.
En Juchitán, muchos residentes se niegan a regresar a sus casas tras el terremoto por temor a que su estructura no soporte las réplicas. Hasta el momento se han registrado más de 700.
El presidente mexicano, Enrique Peña Nieto, visitó este viernes el centro de Juchitán y prometió ayuda para la reconstrucción de la ciudad y trató de calmar la angustia de los afectados.