KABUL, 25 Abr. (Reuters/EP) -
El presidente afgano, Ashraf Ghani, ha manifestado este lunes en un discurso en el Parlamento que, aunque Afganistán se enfrenta a terroristas liderados por "esclavos" talibán, la puerta a posibles conversaciones de paz aún sigue abierta.
En una sesión conjunta en el Parlamento, Ghani ha resaltado que los insurgentes son criminales que luchan contra el Gobierno legítimo afgano. Tras la explosión que se produjo en Kabul y que dejó 64 fallecidos y cientos de heridos, el presidente ha evitado declarar el estado de emergencia y se comprometió en la lucha contra grupos radicales como el Estado Islámico y la red Haqqani, lo que sugiere que ha dejado una vía de comunicación abierta con algunos talibán.
"Los enemigos de Afganistán son Daesh, Al Qaeda, los sanguinarios Haqqani y algunos talibán que disfrutan derramando la sangre de compatriotas", ha añadido.
Ghani ha establecido que las puertas para la negociación siguen abiertas para aquellos talibán que estén dispuestos a parar el derramamiento de sangre, aunque "la oportunidad no estará siempre ahí". Los talibán refugiados en las ciudades de Peshawar y Quetta, en el oeste de Pakistán, son "esclavos y enemigos de Afganistán", ha añadido, por lo que ha instado al Gobierno de Islamabad a liquidarlos.
El predecesor de Ghani en el Gobierno, Hamid Karzai, ha acusado frecuentemente a Pakistán de amparar a los talibán y de apoyar a otras milicias como la red Haqqani, acusaciones que el país vecino ha negado continuamente. Ghani, por su parte, ha instado a su Gobierno a "cumplir sus promesas y llevar a cabo operaciones militares en contra de aquellos talibán cuyas bases se encuentren en Pakistán".
La respuesta de los talibán, que ya rechazaron las conversaciones de paz mientras las fuerzas occidentales permanecían en Afganistán, ha sido negativa. "La nación no está ciega, la gente entiende quién es el esclavo y quién trabaja para el interés de otros", manifestó el portavoz talibán Zabinullá Mujahid en un tuit.
En un año que se ha saldado con 11.000 víctimas civiles y unos 5.500 miembros de las fuerzas de seguridad en la lucha contra los talibán, la distinción puede resultar poco concreta a la hora de diferenciar la lucha que se está produciendo sobre el terreno.
Dos semanas después de que los talibán anunciaran el inicio de su ofensiva anual de primavera, a la que siguió el mayor ataque desde 2011 en Kabul, ha crecido la especulación entre los políticos de Kabul sobre la posibilidad de que Ghani declare muerto el proceso de paz. Los talibán, que lideraron Afganistán con mano de hierro de 1996 a 2001, buscan derrumbar el Gobierno de Kabul para reinstaurar la sharia.
El discurso de Ghani ha aparecido en un momento en que las tensiones en Kabul han aumentado tras los intensos enfrentamientos que tuvieron lugar en verano. Las fuerzas de seguridad afganas han luchado contra los talibanes en Kunduz, la norteña ciudad que cayó a manos de los insurgentes en 2015, y en diversas provincias desde Herat hasta Kunar, en el este. Algunas partes de la provincia de Helmand, en el sur del país, se encuentran ahora en manos de los talibán.
El presidente afgano ha manifestado que las fuerzas de seguridad, que luchan en solitario desde el repliegue de la misión de combate de la OTAN en 2014, se encuentran en una posición más fuerte que el año anterior y ha aclarado, a su vez, que el primer ministro de Defensa y el jefe de la agencia de Inteligencia serán nombrados lo antes posible.