El poderoso clérigo, acusado por ONG de crímenes contra la Humanidad, asume el poder en un momento crítico de las negociaciones sobre el acuerdo nuclear
MADRID, 19 Jun. (EUROPA PRESS) -
La victoria de Ebrahim Raisi en las presidenciales de Irán rompe con ocho años de cierto reformismo abanderado por su predecesor, Hasán Rohani, y representa el retorno a la Jefatura del Gobierno de la 'línea dura' representada por el estamento clerical del país.
Raisi, de 60 años de edad, culmina por ahora una carrera absolutamente entroncada con la Revolución Islámica de 1979 entre los rumores de que podría suceder algún día al propio líder surpremo iraní, Alí Jamenei como máximo responsable de los destinos del país.
El clérigo aparece ante la luz pública como un hombre dotado de un inmenso patrimonio y estrechamente relacionado tanto con el poder religioso como con su brazo militar, la Guardia Revolucionaria, que ahora se presenta ante el escrutinio de la comunidad internacional en un momento clave de las conversaciones nucleares, y con una losa sobre su pasado: las acusaciones sobre su participación en el exterminio de miles de opositores a finales de los años 80.
De hecho, el propio Rohani, quien le derrotó en las elecciones de 2017, le dedicó a este respecto una velada crítica durante la campaña: "El pueblo no se fía de quien lleva ahorcando a gente desde hace 38 años".
Raisi lleva la religión en la sangre desde su nacimiento en una familia de clérigos en la ciudad de Mashhad. Educado en Qom, se le conoce como un hojatoleslam, o "autoridad en el Islam", aunque algunos medios de comunicación se refieren a él directamente con el título de ayatolá. Su carrera judicial comenzó como fiscal general de Karaj; cargo que desempeñó con solo 20 años de edad, antes de trasladarse a la capital Teherán, en 1985, donde fue nombrado fiscal adjunto y más tarde fiscal jefe.
Es en esta época donde se le relaciona con el incidente más sórdido de su carrera: su presencia en el llamado "comité de la muerte", un grupo de funcionarios acusado de asesinatos extrajudiciales, torturas y desapariciones forzadas contra, según las estimaciones de Amnistía Internacional, unos 5.000 disidentes en las cárceles de Evin y Gohardasht, cerca de Teherán, en julio de 1988, cuando ejercía como fiscal adjunto de la capital.
Las ejecuciones fueron efectuadas a raíz de un edicto secreto emitido por el entonces gran líder de la revolución islámica, el ayatolá Jomeini, tras una incursión armada en Irán por parte de la Organización Popular Mojahedin de Irán (PMOI), un grupo de oposición con sede en Irak e ilegalizado por las autoridades iraníes, según el informe publicado por Amnistía en 2018.
Raisi jamás ha abordado esta etapa de su vida ni tampoco otros actos profundamente cuestionados por las ONG durante su ascenso en el escalafón judicial de Irán, que acabó encabezando en 2019. Ese mismo año, Estados Unidos le aplicó una sanción por delitos contra los Derechos Humanos, concretamente por "su supervisión administrativa sobre las ejecuciones de las personas que eran menores en el momento de cometer el delito y la tortura y otros tratos o penas crueles, inhumanos o degradantes de los presos en Irán, incluidas las amputaciones", contra los condenados por los disturbios durante las manifestaciones de 2009.
Para entonces, ya había cimentado su influencia económica y religiosa como custodio de la fundación religiosa Astan Quds Razavi, la más grande en el mundo islámico, antes de ejercer también como vicepresidente de la Asamblea de Expertos.
Durante su estancia en la Judicatura, Raisi ha liderado una iniciativa anticorrupción de la que ha hecho bandera durante la campaña, junto a su deseo de "perseguir la justicia en el país". Raisi ha prometido crear un "gobierno popular" y un "Irán fuerte", al tiempo que ha destacado sus orígenes humildes. "He probado la pobreza, no sólo he oído hablar de ella", según uno de sus carteles de su campaña.
INCÓGNITA NUCLEAR
Queda por ver el comportamiento de Raisi sobre las conversaciones nucleares que se están desarrollando en Viena para lograr la plena reactivación el histórico acuerdo nuclear firmado por Irán y la comunidad internacional en 2015, y que ahora pasa por un momento crítico tras la retirada de Estados Unidos tres años después, y la reimposición de las sanciones contra Teherán.
En un nuevo escenario dominado por la aparición de la nueva Casa Blanca que lidera Joe Biden -- quien esta semana ha protagonizado una reunión en tonos conciliadores con el presidente ruso y gran aliado iraní, Vladimir Putin -- Raisi ha asegurado durante la campaña que respaldará las negociaciones, aunque para él no serán un tema prioritario.
Según declaraciones recogidas por la agencia oficial de noticias IRNA, el portavoz de campaña de Raisi, Alireza Afshar, aseguró la semana pasada que el entonces candidato cree en la necesidad de continuar con estas conversaciones, si bien las entiende como "una cuestión marginal que no debe ir asociada a los problemas que atraviesa el país o a otros asuntos del estado".
No obstante, Raisi "actuará en el marco de las políticas del sistema y lo previsto en las políticas exteriores, con un énfasis en la diplomacia".