Considera que el arresto de Fulgence Kayishema "envía un poderoso mensaje" para quienes cometen tales crímenes
MADRID, 26 May. (EUROPA PRESS) -
El secretario general de Naciones Unidas, António Guterres, ha celebrado este jueves la detención en Sudáfrica de Fulgence Kayishema, uno de los principales acusados por su papel en el genocidio en 1994 en Ruanda que tras más de dos décadas en paradero desconocido.
"La detención de Kayishema envía un poderoso mensaje de quienes presuntamente han cometido tales crímenes no pueden eludir la justicia y acabarán rindiendo cuentas, incluso más de un cuarto de siglo después", ha indicado el secretario general de la ONU a través de su portavoz, Stéphane Dujarric.
Asimismo, ha subrayado que "acabar con la impunidad es esencial para la paz, la seguridad y la justicia", al tiempo que ha dedicado sus pensamientos a las víctimas tanto de los crímenes de Kayishema como "de otros graves crímenes internacionales".
Guterres ha elogiado la cooperación entre el Mecanismo Residual para los Tribunales Penales Internacionales (IRMCT) y las autoridades sudafricanas en el marco de esta detención, y ha recordado que todos los Estados tienen la obligación de cooperar con este organismo en la localización, arresto, entrega y traslado de los acusados que se encuentran en libertad.
El Mecanismo Residual para los Tribunales Penales Internacionales (IRMCT) ha informado este jueves de que Kayishema fue arrestado en la ciudad de Paarl en el marco de una operación conjunta por parte del organismo y las autoridades sudafricanas tras más de dos décadas en paradero desconocido.
Kayishema fue imputado en 2001 por genocidio, complicidad en genocidio, conspiración para cometer genocidio y crímenes contra la humanidad por actos en la comuna de Kivumu, en la prefectura de Kibuyu. El hombre es sospechoso de asesinar a más de 2.000 hombres, mujeres, niños y ancianos que habían buscado refugio en la iglesia Nyange, incluida su participación directa en la planificación y ejecución de la matanza, incluida la obtención y distribución de gasolina para quemar la iglesia con estas personas dentro. Una vez que este intento fracasó, Kayishema y otros implicados en la masacre utilizaron una excavadora para derribar la iglesia, enterrando a los refugiados, que murieron entre los escombros.
Durante su periodo fugado, Kayishema utilizó diversos alias y documentos falsos para ocultar su identidad, al tiempo que recibió apoyo de familiares y antiguos miembros de las Fuerzas Democráticas para la Liberación de Ruanda (FDLR) --un grupo armado rebelde fundado e integrado principalmente por hutus responsables del genocidio-- y otras personas que respaldan la ideología genocida del movimiento Poder Hutu.
Alrededor de 800.000 ruandeses, la inmensa mayoría de ellos tutsis y hutus moderados, fueron asesinados por extremistas hutu durante cerca de tres meses en 1994. A día de hoy todavía se están descubriendo fosas comunes, especialmente desde que los condenados que han cumplido sus penas han aportado información sobre el lugar en el que enterraron o abandonaron a sus víctimas.