Soldado birmano en un pueblo de Rajine
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Actualizado: miércoles, 23 agosto 2017 9:47


RANGÚN, 23 Ago. (Reuters/EP) -

La pequeña localidad de Zay Di Pyin se ha convertido en el nuevo escenario del conflicto sectario en Birmania porque su comunidad budista ha decidido sitiar el barrio rohingya, limitando la libertad de movimiento y el acceso al agua y la comida de sus vecinos musulmanes, a raíz de un suceso del que ambas partes se acusan.

Zay Di Pyin, 65 kilómetros al norte de Sittwe, la capital de Rajine, es uno de los pueblos con más mezcla étnica de la zona. Sus 5.000 habitantes, entre budistas y musulmanes, convivían sin problemas significativos hasta que las tensiones entre ambas comunidades les alcanzaron en julio.

A final del mes pasado, un hombre budista desapareció en los alrededores de Zay Di Pyin y poco después tres hombres rohingya fueron encontrados muertos. "Nos acusan de la muerte y desaparición del budista", ha contado a Reuters un rohingya bajo condición de anonimato.

Los residentes budistas, armados con cuchillos y palos, bloquearon todos los accesos al barrio rohingya e instalaron seis puestos de control que gestionan ellos mismos, al margen de las autoridades y las fuerzas de seguridad, dejando atrapados a los 700 habitantes del barrio.

Desde entonces, los rohingya de Zay Di Pyin no pueden ir a trabajar ni a rezar --la mezquita está fuera del barrio-- y los budistas les han limitado la cantidad de agua y comida que pueden comprar. Esta semana, un grupo de 15 personas ha podido salir en busca de víveres, gracias a un acuerdo alcanzado el pasado viernes.

Interrogado por este asunto, el portavoz policial Myo Thu Soe ha asegurado que las autoridades no supieron lo que estaba pasando en Zay Di Pyin hasta la semana pasada. Entonces, intervinieron para facilitar una reunión entre ambas partes en la que se logró dicho acuerdo.

El Gobierno que dirige en la sombra la premio Nobel de la Paz Aung San Suu Kyi considera que el asunto quedó zanjado en este encuentro porque los rohingya "ya pueden salir" de su barrio. El portavoz del Ejecutivo, Zaw Htay, ha garantizado que les proporcionarán la protección necesaria.

Los rohingya han confirmado que, por virtud de este acuerdo, una pequeña delegación podrá salir dos veces a la semana en busca de provisiones, si bien han subrayado que no es una solución definitiva. "No podemos trabajar, así que no sé cómo vamos a comprar lo que necesitamos", ha dicho un hombre rohingya a Reuters.

UN PROBLEMA CRECIENTE

"Lo que nos preocupa de Zay Di Pyin es que la violencia entre estas dos comunidades pueda extenderse" a otros lugares de Rajine, ha indicado Chris Lewa, de Arakan Project, una ONG que se dedica a seguir la situación de la población rohingya en Birmania.

De hecho, en la cercana localidad de Auk Nan Yar, donde los rohingya son mayoría, se vive una situación similar. En este caso, son las fuerzas de seguridad las que impiden a los musulmanes abandonar sus barrios, tras un enfrentamiento que hubo a principio de agosto por un supuesto robo a manos de rohingya.

En respuesta a estos disturbios, el Gobierno convocó al gabinete de seguridad en la capital, Naypyitaw, y decidió declarar un toque de queda para toda la zona y desplegar 500 soldados para garantizar que se cumple. Los militares ya han llevado a cabo varias "operaciones de limpieza", en palabras del propio Ejecutivo.

Los rohingya son una minoría étnica de fe musulmana que se concentra en Rajine. Son más de un millón de personas, pero el Gobierno birmano no les reconoce como ciudadanos porque considera que son descendientes de inmigrantes ilegales procedentes de Bangladesh.

El mayor estallido de violencia se produjo hace cinco años, cuando los enfrentamientos entre rohingya y budistas --que son mayoría en el resto de Birmania-- se saldaron con un balance de más 200 muertos y 140.000 desplazados en la capital de Rajine

El conflicto se reavivó el pasado mes de octubre por un ataque contra la guardia fronteriza en el que murieron nueve agentes y del que el Gobierno responsabiliza a los rohingya. Más de 87.000 han huido a Bangladesh en los últimos meses por miedo a represalias.

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