Hombres desplazados por la ofensiva sobre Mosul
ZOHRA BENSEMRA/REUTERS
Actualizado: viernes, 25 noviembre 2016 22:07

MOSUL (IRAK), 25 (Reuters/EP)

A pesar de que las fuerzas del Gobierno iraquí han expulsado a los milicianos del Estado Islámico del este de Mosul y otras zonas de la ciudad, cientos de civiles están huyendo a las afueras porque alegan que la urbe continúa siendo extremadamente peligrosa y se están quedando sin alimentos.

Desde que las fuerzas iraquíes, con el apoyo de una coalición internacional liderada por Estados Unidos, lograron recuperar del control del Estado Islámico ciertas zonas de la ciudad, muchos de los habitantes de Mosul han comenzado a retomar sus antiguas vidas poco a poco. Las mujeres tienden tranquilas en la calle y la gran mayoría de las tiendas del distrito de Zahra han reabierto sus puertas.

No obstante, los milicianos todavía controlan la mayor parte de la zona norte de la ciudad y están constantemente atacando a los civiles que habitan en las zonas liberadas para vengarse de las fuerzas iraquíes. Por otro lado, la comida, los artículos de primera necesidad y el agua potable continúan resultando inaccesibles para la población, que sufre una grave inseguridad alimentaria.

La situación todavía no es normal en Zahra, después de más de dos años bajo el yugo del islamismo radical, una experiencia que ha trastocado para siempre las vidas de muchos de sus habitantes. "El Ejército iraquí está avanzando, pero los misiles del Estado Islámico caen cada día en nuestro distrito. Nunca paran", ha contado Yaqdhan Abdelnabi, un antiguo comercial que planea huir de la ciudad con sus cinco hijos. "Decidí huir con mis hijos a la casa de mi hermano después de que un atentado suicida tuviera lugar muy cerca de mi casa", ha explicado.

Abdulnabi ha llenado una bolsa de gimnasio con la ropa de sus hijos, que tienen entre tres y diez años. Su hermano vive en la otra punta de Zahra, que es menos peligrosa. Pocos minutos después de hablar con Abdulnabi, un grupo de gente que charlaba en la calle comenzó a gritar y a correr al oír disparos, probablemente fuego de un francotirador.

En la mayor parte de las viviendas en Mosul viven entre 20 y 30 personas, porque las familias que en zonas más vulnerables o cuyas casas han sido destruidas se refugian con sus familiares. Muchas de las viviendas todavía tienen las banderas blancas puestas en los tejados y en los jardines, la señal de rendición frente al avance de las tropas iraquíes.

Las fuerzas iraquíes sólo tienen recursos para trasladar a la población más vulnerable, en particular ancianos y niños que se quieren ir de la ciudad o cuyas familias ya están en los campos de desplazados. "Llevamos sin agua una semana y sin electricidad", ha dicho Ahmed Youssef, un panadero que huye a pie con su familia. "No puedo abrir mi panadería a no ser que haya seguridad. Tengo algo de harina guardada pero no tiene sentido que vuelva al trabajo ahora", ha añadido.

Los camiones de la comunidad humanitaria intentan distribuir toda la ayuda posible entre la población, que se agolpa ante los camiones cada vez que los ven llegar. Cada día el reparto de ayuda requiere más seguridad militar para mantener el orden. "No hay suficiente comida para todos", ha apuntado Hari Ibrahim, que vive con su mujer e hijos junto a 22 personas más en una casa de apenas 20 metros cuadrados. "Necesitamos más comida", ha reclamado.

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