La confluencia de conflicto, crisis económica y COVID-19 deja una situación desesperada en Siria y en los países que acogen a refugiados
MADRID, 29 Jun. (EUROPA PRESS) -
El hambre podría llegar a matar a más personas que la guerra en Siria a menos que se reciban con urgencia fondos para financiar la asistencia humanitaria de la que dependen millones de personas en el país, sumido desde hace más de nueve años en un conflicto que, aunque ha remitido en su virulencia, dista mucho de haber terminado. Ese es el mensaje que quieren hacer llegar tanto las agencias de la ONU como las ONG a los donantes que se darán cita en Bruselas este martes.
Más de 11 millones de personas necesitan asistencia humanitaria dentro de Siria, mientras que el conflicto ha provocado el desplazamiento de más de la mitad de la población que había antes de 2011: más de 13,2 millones de personas. De ellas, 6,6 millones de han refugiado en los países de la región, principalmente en Turquía, Líbano, Jordania, Irak y Egipto, mientras que el resto están desplazadas dentro del país.
En la actualidad, más del 80 por ciento de la población vive ya por debajo del umbral de la pobreza, con menos de 1,9 dólares al día, y las previsiones apuntan a que esta cifra seguirá aumentando, en medio de la grave crisis económica que atraviesa el país, que ha visto cómo su moneda, la libra siria, se hundía en los últimos meses.
Además, en el último año, según el Programa Mundial de Alimentos (PMA), los precios de los alimentos han subido más de un 200 por ciento debido al parón económico, la caída de la economía en el vecino Líbano --un país fundamental para Siria-- y las medidas adoptadas para frenar la propagación de la pandemia. Si se comparan los precios con los que había antes de que estallara el conflicto en 2011, se han multiplicado por 20.
"Las restricciones por la COVID-19, el hundimiento de la libra siria y el desplazamiento de millones de personas han llevado a una cifra sin precedentes de familias que no son capaces de seguir poniendo comida sobre la mesa o conseguir suficiente dinero para cubrir sus necesidades básicas", advierten varias ONG que trabajan en el país como el Consejo Noruego para los Refugiados (NRC), Oxfam o World Vision.
"Una cifra abrumadora de 9,3 millones de sirios se van ahora con hambre a dormir y más de otros 2 millones están en riesgo de seguir la misma suerte", denuncian, subrayando que la cifra ha aumentado un 42 por ciento en el último año. Por ello, alertan de que si no se aumentan los fondos y el acceso humanitario, muchos sirios, también los que viven refugiados en la región, "se verán empujados al borde de morir de hambre".
"Casi una década de guerra ha empujado a los sirios a una espiral de desesperación y miseria que sigue empeorando cada año. La asistencia internacional es necesaria ahora más que nunca", reivindican las organizaciones, entre las que también están CARE, Mercy Corps, International Rescue Committee y Humanity & Inclusion, con motivo de la conferencia de Bruselas.
"El conflicto en Siria ha durado casi tanto como la Primera y la Segund Guerra Mundial juntas", resalta por su parte el coordinador de ayuda de emergencia de la ONU, Mark Lowcock.
UNA GENERACIÓN MARCADA POR LA GUERRA
"Toda una generación de niños no ha conocido sino penurias, destrucción y privaciones. Casi 2,5 millones de niños no van a clase. La economía se tambalea, millones permanecen desplazados y cada vez más personas pasan hambre", resume, apelando a "compromisos generosos, rápidamente pagados" por parte de los donantes para que "la gente reciba la comida, el cobijo, los servicios y la protección que necesita con urgencia".
El Comité Internacional de la Cruz Roja (CICR) realizó recientemente una encuesta entre 125 familias en Siria. El 89 por ciento de ellas dijeron que sus medios de vida se habían visto afectados de forma negativa en los últimos meses como resultado de la pérdida de empleos o la reducción de sus ingresos, siendo los jornaleros y los propietarios de negocios los más afectados.
Además, el 70 por ciento dijeron no contar con ahorros a los que recurrir, mientras que el 30 por ciento contaron que tenían ahorros suficientes para aguantar como mucho un mes. Para aquellos que aún tienen ingresos, subraya el CICR, el hundimiento de la libre y el aumento de los precios hace que los bienes de primera necesidad se hayan convertido en un lujo.
Desde marzo, según la ONG, los precios de los alimentos han aumentado un 38 por ciento a nivel nacional. El precio del pan se ha duplicado y las panaderías han estado trabajando horas extra para tratar de cubrir el aumento de la demanda. Por lo que se refiere a productos importados como el arroz y el azúcar, su precio se ha duplicado o triplicado, y ahora un litro de aceite vegetal cuesta más que el salario medio diario de un jornalero.
SITUACIÓN SIMILAR PARA LOS REFUGIADOS
Para los refugiados sirios la situación no es mejor. Si los gobiernos de la región ya tenían problemas para garantizarles servicios básicos, el impacto socioeconómico de la COVID-19 está agravando aún más esta situación, según la ONU. Millones de refugiados han perdido sus medios de vida, se están endeudando y cada vez tienen más problemas para cubrir sus necesidades básicas, lo que aumenta el riesgo de trabajo infantil, violencia de género, matrimonio infantil y otras formas de explotación.
"La crisis de la COVID-19 ha tenido un impacto inmediato y devastador en los medios de vida de millones de refugiados sirios y sus anfitriones en la región", resalta el jefe del Alto Comisionado de la ONU para los Refugiados (ACNUR), Filippo Grandi, que pide a la comunidad internacional "un apoyo sostenido y predecible para los refugiados sirios y los países y comunidades que les han acogido generosamente durante años".
"La crisis económica que está afectando a una región ya de por sí golpeada está haciendo retroceder el desarrollo y poniendo una presión insoportable sobre los gobiernos y las comunidades que acogen a refugiados en la región", coincide el administrador del Programa de la ONU para el Desarrollo (PNUD), Achim Steiner.
"Millones de personas que hace unos meses se esforzaban por alejarse de la pobreza, ahora han perdido por completo sus medios de vida", lamenta Steiner, que coincide en que la comunidad internacional "debe enviar un fuerte mensaje de solidaridad ampliando el apoyo" a los países que acogen a refugiados sirios.
Para 2020, la ONU y las ONG han solicitado 3.800 millones de dólares para asistencia humanitaria dentro de Siria y otros más de 6.000 millones de dólares para atender a los refugiados y las comunidades de acogida en los países de la región. Hasta la fecha, ambas peticiones están financiadas en un 30 y un 19 por ciento respectivamente.
Por ello, las ONG piden que se aumente "el apoyo financiero en comparación con años anteriores" para que los sirios tanto dentro como fuera del país "tengan una oportunidad no solo de sobrevivir, sino de reconstruir sus vidas de forma segura y digna".
"También pedimos al Consejo de Seguridad de la ONU que renueve la resolución de ayuda transfronteriza para el noroeste de Siria durante un periodo de 12 meses y que vuelva a autorizar el acceso al noreste de Siria para garantizar que las personas vulnerables reciben ayuda vital", reclaman Oxfam y el resto de ONG, que advierten que un mejor acceso a quien necesita ayuda es "crucial" en un momento en que las familias tienen que hacer frente a la pandemia y la crisis económica.