Esta fuerza paramilitar, acusada de abusos en Darfur, ha sido responsabilizada de la masacre de manifestantes
El 'número dos' de la junta cuenta con los apoyos de Arabia Saudí, Egipto y EAU
MADRID, 6 Jun. (EUROPA PRESS) -
La reciente matanza de manifestantes a manos de las fuerzas de seguridad en la capital de Sudán, Jartum, que según la oposición dejó cerca de cien muertos, ha puesto nuevamente en el foco a las controvertidas Fuerzas de Apoyo Rápido (RSF), lideradas por el antiguo comandante janjawid y actual 'número dos' de la junta militar, Mohamed Hamdan Dagalo, una figura ascendente en la política del país.
El golpe de Estado en abril contra Omar Hasán al Bashir --quien estuvo en el poder tres décadas e igualmente acusado por el Tribunal Penal Internacional (TPI) por las atrocidades en Darfur-- derivó en la creación de una junta militar en la que 'Hemedti' rápidamente copó uno de los principales cargos.
A pesar de las declaraciones del Consejo Militar de Transición (CMT) a favor de una entrega rápida del poder a un organismo civil, las conversaciones con la oposición no han derivado en una 'hoja de ruta' que hiciera avanzar la transición.
El propio 'Hemedti' recalcó el 22 de mayo, en una entrevista concedida al diario egipcio 'Al Ahram', que la junta quería entregar cuanto antes el poder a un gobierno elegido democráticamente. "Estamos cansados. Queremos entregar el poder hoy, no mañana", dijo.
Días antes, la junta y la oposición habían alcanzado un acuerdo para la celebración de elecciones en tres años, lo que dio esperanzas de un acuerdo final, si bien las diferencias se mantenían en torno a la estructura del organismo de transición que supervisaría dicho periodo.
A partir de ahí, las conversaciones siguieron estancadas y la Asociación de Profesionales de Sudán (SPA), que encabeza las protestas que se suceden desde hace meses en el país, convocó una huelga general de dos días la semana pasada que incrementó las tensiones, mostrando incluso diferencias en el seno de la coalición opositora. La principal formación opositora, el Partido de la Umma, se distanció de la convocatoria.
Durante esos días de protestas las tiranteces fueron en aumento, y la junta acabó por denunciar que la sentada frente al Ministerio de Defensa --mantenida desde hace semanas para pedir un gobierno civil-- se había convertido en una amenaza para el país, tras el supuesto robo de un vehículo de las RSF en la zona.
En este contexto, la SPA alertó de la presencia de alborotadores y "quintacolumnistas" entre los manifestantes, que tendrían como objetivo "reventar la revolución".
"No aceptaremos el uso de balas y el asesinato de civiles desarmados", hizo saber la SPA el domingo antes de pedir a la junta militar que renuncie a los "planes para inventarse el caos y la inseguridad en el país".
LA REPRESIÓN DE LAS PROTESTAS
Esta situación se recrudeció el lunes, cuando las fuerzas de seguridad, presuntamente encabezadas por paramilitares de las RSF, irrumpieron en la sentada y mataron a decenas de personas.
El Comité Central de Médicos de Sudán (CCSD), una organización afín a la oposición, elevó el lunes a cien los muertos, mientras que el Ministerio de Sanidad sudanés ha desmentido esta cifra y ha confirmado 46 fallecidos.
La matanza llevó a la oposición a anunciar que rompía sus contactos con la junta, que respondió por su parte retractándose de todos los puntos de acuerdo alcanzados hasta entonces y convocando elecciones en un plazo de nueve meses.
Precisamente la convocatoria de elecciones era uno de los asuntos más espinosos de las negociaciones, dado que la oposición laica considera que unos comicios en estos momentos beneficiarían a las formaciones islamistas, como ya pasara en otros países de las regiones en el marco de la llamada 'Primavera Árabe'.
A pesar de que la junta tendió la mano al diálogo durante la jornada del miércoles, la oposición ha mantenido su postura y ha exigido que se investigue lo sucedido y se depuren responsabilidades, con numerosos dedos apuntando directamente a 'Hemedti'.
Netsanet Belay, director para África de Amnistía Internacional, ha recalcado que "las RSF, una fuerza especial que mató, violó y torturó a miles en Darfur, ha llevado su devastación asesina a la capital".
"Las informaciones sobre cadáveres lanzados al río (Nilo) demuestran la absoluta depravación de estas llamadas fuerzas de seguridad", ha dicho, antes de agregar que "la historia reciente de Sudán ha estado definida por la impunidad de los crímenes de guerra y otras violaciones graves de los Derechos Humanos".
'HEMEDTI' Y LAS RSF
Las RSF, fundadas en 2013 bajo el mando de los temidos Servicios de Inteligencia y Seguridad Nacional (NISS), han recibido una catarata de condenas por parte de numerosas ONG durante los últimos años debido a sus actuaciones, especialmente en el marco del conflicto en Darfur, donde están acusadas de cometer crímenes de guerra y contra la Humanidad.
Su creación fue un intento de las autoridades de introducirlas en el seno de las Fuerzas Armadas y mantener un mayor control sobre estos grupos, cuyo creciente peso y libertad de operaciones suponían una preocupación para Jartum.
Bajo el liderazgo de 'Hemedti', las RSF llevaron a cabo dos campañas contra la insurgencia en Darfur en 2014 y 2015. Ese año, la ONG Human Rights Watch (HRW) acusó al grupo de estar detrás de "abusos horribles", entre ellos "torturas, ejecuciones extrajudiciales y violaciones en masa".
El hecho de que esta fuerza paramilitar haya estado desplegada en Jartum desde la caída de Al Bashir y que haya llevado a cabo varios asaltos contra los manifestantes apuntan al creciente peso de 'Hemedti' en la junta, un hecho preocupante para la oposición.
Opositores han denunciado que miles de miembros de las RSF han llevado patrullas en la capital sudanesa, reemplazando en ocasiones a la Policía y otros cuerpos de seguridad.
El grupo fue acusado además de la muerte de seis manifestantes en mayo, si bien el propio 'Hemedti' desvinculó a las RSF de lo sucedido y apuntó a elementos individuales y criminales presentes en la sentada frente a la sede del Ministerio de Defensa.
APOYOS INTERNACIONALES
El 'número dos' de la junta es una figura cercana a Arabia Saudí, Emiratos Árabes Unidos (EAU) y Egipto --gobernado en la actualidad por Abdelfatá al Sisi, quien llegó a la Presidencia tras un golpe de Estado en 2013--.
De hecho, se ha comprometido a mantener el despliegue de militares sudaneses en el marco de la coalición internacional que encabeza Riad en su lucha contra los rebeldes huthis en Yemen. Estas tropas participan en operaciones terrestres.
En este contexto, 'Hemedti' mantuvo a finales de mayo --pocos días antes del asalto contra la sentada-- un encuentro en Riad con el príncipe heredero saudí, Mohamed bin Salmán, igualmente cuestionado por su peso en el país árabe, las matanzas cometidas por la coalición en Yemen y el asesinato y descuartizamiento del periodista Yamal Jashogi en el consulado saudí en Estambul.
Arabia Saudí ha sido uno de los países que se ha posicionado a favor de la junta desde la caída de Al Bashir y ha prometido apoyo económico al país en las últimas semanas, revelando el nivel de relaciones entre ambas partes.
La creciente presencia de 'Hemedti' en los medios estatales, donde realiza declaraciones con más frecuencia que el propio líder de la junta, Abdelfatá al Burhan, y su reunión con Bin Salmán, principal valedor del CMT, hace pensar que podría estar buscando un papel preponderante en el destino del país, si no la propia Presidencia.