Experimenta un resurgir político y militar merced a su exitosa intervención en ambos países en calidad de brazo armado de Irán
BEIRUT, 3 Dic. (Reuters/EP) -
El desarrollo de los acontecimientos en Oriente Próximo desde la Primavera Árabe de 2011, en especial la guerra contra la organización terrorista Estado Islámico en Siria e Irak, ha revelado un gran beneficiado: el partido milicia chií libanés Hezbolá, que ha consolidado su posición gracias a su intervención, bajo la tutela de Irán, en los conflictos armados de la región.
Tal ha sido el resurgir de su influencia que Israel y Estados Unidos vuelven a percibir con preocupación el retorno a primera línea de un grupo que había permanecido relativamente escondido desde la llamada Segunda Guerra de Líbano en 2008, un conflicto de 34 días que se cobró las vidas de casi 2.000 civiles libaneses y 165 civiles israelíes.
Hezbolá, a juicio de algunos de los participantes en los conflictos en Siria e Irak preguntados por Reuters, ha dado un salto evolutivo. Ya no es simplemente una milicia convencional. Ahora, tras su intervención en ambos países, "han ganado experiencia en el modelo de combate militar, en la gestión castrense, en el uso simultáneo de múltiples sistemas de armamento -- poder aéreo, vehículos acorazados, inteligencia y aviones no tripulados: especialidades militares todas ellas", según un comandante de la alianza regional que combate en la guerra de Siria.
Su destacado papel en combate se ha traducido en un aumento de su presencia política como brazo armado regional de Irán, como demostró una reciente misiva del comandante de las Guardias Revolucionarias iraníes, el general Hasam Soleimani, al líder supremo iraní, el gran ayatolá Alí Jamenei, donde destacó el "papel determinante" jugado por precisamente las milicias que su propio cuerpo creó hace ya 35 años para combatir a Israel y exportar la revolución islámica.
Este mes, cuando falleció el padre de Soleimani, la delegación de Hezbolá, liderada por el presidente del Consejo Ejecutivo, Sayyed Hashem Safieddine, organizó una reunión informal con varios de los aliados regionales de Irán, "coordinando y dirigiendo los encuentros y las conversaciones", según un alto responsable en el lugar. Todos estaban escuchando.
LA MÁQUINA DE HEZBOLÁ
Hezbolá lideró el ataque de noviembre sobre la ciudad siria de Albu Kamal, el último gran reducto urbano de Estado Islámico en el país, un asalto liderado por el propio Soleimani. En el asalto, Hezbolá contó con la ayuda de las Fuerzas de Movilización Popular (las FMP), cuya sección iraquí Hezbolá contribuyó a financiar y entrenar en pleno apogeo de la expansión territorial de Estado Islámico en 2014.
El ataque concluyó con una rotunda victoria militar y simbólica para Hezbolá a costa de perder 1.500 hombres en un conflicto en el que, realmente, nunca tuvieron previsto intervenir tan a fondo.
A mediados de 2012 su objetivo inicial, como reconocieron en su momento los líderes de la organización, no era más que el de defender el histórico mausoleo chií de Sayeda Zeinab, cerca de Damasco. Sin embargo, poco a poco se fue introduciendo cada vez más en combate conforme las fuerzas del presidente sirio, Bashar al Assad, perdían terreno.
Tras declarar finalmente su respaldo al presidente sirio, Hezbolá entró en una dinámica más activa, ya en plena colaboración abierta con las Guardias Revolucionarias iraníes y, más adelante, con el Ejército ruso aliado de Al Assad. Hezbolá ha entrenado a nuevas milicias sirias como las Fuerzas de Defensa Nacional o la Fuerza Rida, ha desarrollado un servicio de noticias en el frente y ha visto sustancialmente incrementadas sus capacidades de combate gracias a la experiencia acumulada con sus aliados.
"Irán está aplicando lo que podría llamarse un modelo 'Hezbolá' en la región", declaró en octubre el asesor de Seguridad Nacional de la Casa Blanca, Herbert McMaster. "Quieren debilitar gobiernos para que se vean obligados a depender cada vez más de Irán", añadió. Y tras Siria e Irak, Israel y Estados Unidos temen que Yemen sea su próximo objetivo.
Allí, la insurgencia huthi, aliada de Irán, se enfrenta a una coalición internacional liderada por Arabia Saudí, némesis regional de la República Islámica. Hezbolá, de momento, desmiente categóricamente que esté enviado ayuda militar a los rebeldes, pero su apoyo político es claro, y se encuentra en el centro de un acontecimiento que ha sacudido las últimas semanas de la política nacional libanesa: la dimisión, finalmente retirada, presentada en Arabia Saudí por primer ministro de Líbano, Saad Hariri, en lo que se ha percibido por algunos analistas como un intento de Riad de entorpecer la reaparición en escena de Hezbolá.
Sin embargo, el grupo sigue creciendo en importancia, en palabras del director del Centro Nacional Antiterrorista de Estados Unidos, Nick Rasmussen. "Están expandiendo sus arsenales de armas convencionales, están comprando tecnología avanzada dde misiles y "expandiendo su amenaza por el Mediterráneo Oriental y la Península Arábiga", impertérritos ante la nuevas sanciones impuestas por Estados Unidos. "Donde tengamos que estar", declaró su líder, Hasán Nasralá, "allí estaremos"