La antigua primera dama espera convertirse en la primera mujer en ocupar la Casa Blanca
NUEVA YORK, 6 Nov. (EUROPA PRESS) -
Este es el perfil de Donald Trump
Hillary Clinton lo ha sido casi todo en la política estadounidense: desde un cargo simbólico aunque oficial como el de primera dama, hasta jefa de la diplomacia estadounidense. Ahora está a las puertas de hacer historia y convertirse en la primera mujer presidenta en Estados Unidos y romper así el último "techo de cristal" de las mujeres en su país.
"Podría haberme quedado en casa haciendo galletas y tomando el té, pero decidí realizarme con mi profesión, en la que estaba antes de que mi marido fuera una figura pública", reivindicaba en 1992, al poco de llegar a la Casa Blanca como esposa de Bill Clinton.
Cuando el 12 de abril de 2015 anunció su candidatura a las primarias demócratas, fueron muchos los que dieron por hecho que sería la ganadora y que terminaría imponiéndose en las elecciones. También lo había sido en 2008, cuando fue derrotada por Barack Obama, que se convirtió a la postre en el primer presidente afroamericano de Estados Unidos.
En esta ocasión, la piedra en su camino fue el senador Bernie Sanders, un declarado socialista con gran gancho entre los más jóvenes que luchó hasta prácticamente el final de las primarias para alzarse con la candidatura demócrata.
Pero finalmente, el 26 de julio, Clinton dejó su primera huella en la historia política en el país. "No me puedo creer que acabemos de poner la mayor grieta en el 'techo de cristal'", declaró nada más se proclamada durante la Convención Nacional Demócrata, mientras en una pantalla se podía ver un enorme cristal rompiéndose en mil pedazos tras pasar las fotos de varios expresidentes.
A partir de este momento comenzó la verdadera batalla con su rival, el republicano Donald Trump, que no ha ahorrado en calificativos despectivos hacia ella, acusándola de corrupta y poniendo en tela de jucio su estado de salud --algo a lo que contribuyó el episodio de neumonía que provocó un desmayo a Clinton durante los actos del 11-S--.
Aún así, con subidas y bajadas, los sondeos le eran favorables, dándole una cómoda ventaja que su rival se encargaba de agrandar con sus constantes exabruptos y sus polémicas. Sin embargo, y aunque los sondeos la dieron como ganadora de los tres cara a cara mantenidos, no remató cuando tuvo ocasión a Trump, que llegó al segundo debate tocado por el escándalo de su vídeo con comentarios despectivos y obscenos hacia las mujeres.
FALTA DE CARISMA
Si algo se le ha reprochado a Clinton ha sido su falta de carisma y su incapacidad para empatizar con los ciudadanos, lo que la han convertido en una candidata poco atractiva incluso para los votantes demócratas y vilipendiada por los republicanos, que consideran que forma parte del 'establishment' de Washington, frente al 'outsider' Trump, virgen en materia política hasta la fecha.
Así las cosas, la antigua primera dama ha visto como lo que parecía ser una victoria prácticamente asegurada se iba desdibujando, entre otras cosas porque en esta ocasión son más de una decena los estados que los expertos consideran que podrían inclinarse de uno u otro lado y la demócrata no consigue decantar la balanza para ella.
Pero, cuando parecía que ya no podía haber más sorpresas y polémicas en la campaña, el 28 de octubre el director del FBI, James Comey, soltó una bomba: su oficina iba a investigar una nueva partida de correos electrónicos de ésta cuando aún era secretaria de Estado, pese a que en septiembre había optado por no presentar cargos en su contra.
Desde entonces, su ventaja en los sondeos se ha reducido, aunque algunos expertos señalan que no está claro si ha sido por el llamado 'Efecto Comey' o porque Trump sigue con su tendencia al alza de las últimas semanas. Lo cierto es que Clinton se encuentra ahora con menos opciones de las que tenía hace dos semanas y frente a una probabilidad de que lo que ya estaba tocando con la punta de los dedos le sea arrebatado.
Si finalmente el 8 de noviembre se alza con la victoria, hará historia al convertirse en la primera mujer presidenta, pero también porque será la primera demócrata en tomar el relevo a otro presidente demócrata y encadenar así tres mandatos para el partido desde 1945. Si no gana, siempre quedará la duda de si el anuncio de Comey fue el que cavó su tumba política.
BIOGRAFÍA
Nacida el 26 de octubre de 1947 y criada en Chicago, Hillary Clinton presume a sus 69 años de ser una abuela orgullosa, ya que su única hija, Chelsea, fue madre el año pasado, además de asegurar que no olvida nunca "sus raíces en la clase media, ni por quién lucha".
De padre republicano y propietario de un negocio donde diseñaba y vendía telas, Hillary, al igual que sus hermanos, ayudaba en el negocio familiar cuando podía. Graduada en la Universidad de Wellesley, la exprimera dama fue después a la Escuela de Derecho de Yale, donde fue una de las únicas mujeres en su clase y donde conoció a su marido Bill.
Su primer trabajo fue para la Fundación de la Defensa de los Niños (CDF), que buscaba facilitar el acceso a niños discapacitados a la escuela pública. A continuación, trabajó como abogada para el comité del Congreso que investigó al presidente Richard Nixon, tras lo cual se mudó a Arkansas donde enseñó Derecho y fue cofundadora de una organización de abogados que representaba a niños y familias.
En 1975, se casó con Bill Clinton quien, tras su paso como gobernador de Arkansas, llegó a la Casa Blanca en 1992, repitiendo para un segundo mandato en 1996. Durante estos años como primera dama luchó por una reforma del sistema de salud al nivel nacional para brindar cobertura médica a las familias de bajos recursos.
En el año 2000, se convirtió en la primera mujer senadora por el estado de Nueva York y en 2008 se lanzó a la carrera presidencial, pero fue derrotada por Obama, quien sin embargo optó por nombrarla secretaria de Estado.
Su paso por este cargo ha quedado marcado por el uso privado de su correo electrónico personal para enviar mensajes que incluía información sensible y clasificada, además del ataque contra el consulado estadounidense en Benghazi (Libia), en el que murió el embajador Chris Stevens.