“Haré lo posible por cambiar las cosas allí donde sea necesario”, defiende la adolescente de Sierra Leona
MADRID, 6 Feb. (Por Plan International) -
Sewanatu tenía seis años cuando fue sometida a la Mutilación Genital Femenina (MGF). Ahora tiene 20 y lleva años trabajando, con el apoyo de Plan International, en contra de esta práctica y también del matrimonio infantil, el embarazo adolescente y la violencia sexual contra las mujeres.
Sewanatu es la coordinadora regional del Comité Juvenil de África Central y Occidental de Plan International. Trabaja junto a jóvenes de catorce países para influir en los gobiernos y en la Unión Africana en asuntos clave para la infancia.
Su trabajo de incidencia política le ha permitido recorrer el mundo. Como miembro de la Girls Advocacy Alliance --una iniciativa global liderada por Plan International-- ha participado en la Conferencia Women Deliver, en Canadá; también en la Alianza Mundial por la Educación, en Senegal; y en la Cumbre por las Niñas Africanas en Ghana.
Ahora, tras haber terminado el colegio, quiere estudiar Medicina para ayudar a las supervivientes de violencia sexual. A continuación nos narra su historia, nos cuenta qué la inspira para continuar con su trabajo y generar un verdadero impacto en las vidas de las niñas en Sierra Leona.
Un día, cuando tenía 6 años, me desperté y mi madre me dijo que fuera a visitar a mi abuela. Me prometió que haríamos muchas cosas divertidas, así que me emocioné mucho.
Todo empezó como unas excelentes vacaciones, pero unos días después mi abuela pidió que la acompañara y, cuando le pregunté a dónde iríamos, me respondió: "vas a pasar a formar parte de la familia". No entendí de qué hablaba, pero la seguí y vi a otras cuatro personas.
Una de ellas cogió mi pierna izquierda, otra la pierna derecha; la tercera una mano y la cuarta la otra. Abrieron mis piernas y me mutilaron. Cuatro días más tarde vinieron para ver cómo estaba y mi abuela me dijo que había un problema: no lo habían cortado todo, así que me volvieron a agarrar y repitieron el mismo proceso.
Cuando terminaron se pusieron muy alegres. Cocinaban, bailaban y me decían que me comprarían ropa nueva y me trenzarían el pelo. Las cosas típicas que hacíamos cuando había una celebración, pero yo no entendía qué estaban celebrando. Me sentía muy débil y tenía muchísimo dolor.
Después de la mutilación le tenía mucho miedo a mi abuela. Siempre que la veía sentía ganas de alejarme. Aunque mi madre y mi padre sabían que sería mutilada, la decisión no era realmente suya. En Sierra Leona es muy importante respetar a los mayores y mi padre no se atrevía a desobedecer a su madre. Es por eso que permitió que me mutilaran.
LA MUTILACIÓN GENITAL FEMENINA NO ES NECESARIA
Tenía cerca de 10 años cuando supe que la Mutilación Genital Femenina no era realmente necesaria. Hasta entonces pensaba que era una tradición que me protegería de algo. Porque me habían dicho que la eliminación del clítoris se hacía para que las chicas no sintieran deseo por los hombres y fueran fieles a sus maridos.
Después tuvimos una charla en el colegio con chicas que no habían sido mutiladas y nos explicaron que, en realidad, tener el clítoris no es malo. Fue entonces cuando me di cuenta de que la mutilación genital femenina no es necesaria.
Creo que uno de los peores efectos de la mutilación genital femenina es que la sociedad no te da las oportunidades de acceder a la educación y ser independiente, solo te dicen que las mujeres deben respetar a sus maridos.
Es por eso que, después de la mutilación, muchas niñas solo piensan en casarse, porque el matrimonio es lo único de lo que se habla después del ritual de iniciación. En mi comunidad es tradición que las niñas se aten un hilo a la muñeca, lo que simboliza que serán esposas de alguien. Por eso, muchas veces, se les asigna un marido justo después de ceremonia de mutilación.
Sewanatu, de víctima de la mutilación genital femenina a activista que lucha contra ella en Sierra Leonav - PLAN INTERNATIONAL - Archivo
Así fue mi caso. Desde pequeña nos enseñaron a mí y a mis hermanas que el matrimonio era algo fundamental. Mi madre se casó a los 17 años y nos dijo que a la misma edad nosotras nos iríamos a vivir con un hombre que será nuestro esposo, así que tendríamos que aprender a limpiar, a cocinar y a cuidar de los niños.
Incluso cuando estudiábamos ella nos decía que limpiar sartenes era más importante que abrir un libro. Para ella, aunque hubiésemos estudiado la carrera más difícil del mundo, no habría sido suficiente, porque el único objetivo de las niñas debía ser el matrimonio.
EL CAMINO A LA INCIDENCIA POLÍTICA
Me hice activista cuando una niña de mi clase se casó y me interesé por saber qué podía hacer para ayudarla. En cuanto volví a casa se lo pregunté mi padre, porque ella era mi compañera de clase desde el primer día de la escuela y no me podía creer que sus padres la sacaran del colegio.
Yo tuve mucha suerte porque, aunque mi padre nunca fue al colegio, reconoce la importancia de la educación. Así que encontró una red local de defensa de las niñas dirigida por el Ministerio del Bienestar Social y los Servicios de la Infancia, me inscribió y empecé a ir a reuniones. Fue ahí que aprendí qué era la Ley de los Derechos de la infancia y descubrí que las niñas tenemos el derecho a no ser sometidas a actos dañinos como la mutilación.
Cuando volví al colegio, movilicé a mis amigas y compañeras y comenzamos una discusión sobre qué hacer respecto a la Mutilación Genital Femenina, el matrimonio infantil, el embarazo adolescente y otras cosas que nos afectaban. Desde entonces, empezamos a ser activistas.
Hacemos muchas cosas para contribuir a erradicar estas prácticas: hablamos en la radio, en la televisión y también en las escuelas. Escogemos un tema particular, como el matrimonio infantil, y lo discutimos en asamblea para que los estudiantes reflexionen y hablen sobre esto.
En la radio tenemos un programa llamado 'La voz de la infancia' y otro que se llama 'Las actividades de los niños'. Usamos la radio para que los niños conozcan sus derechos y se interesen por todos estos temas que afectan sus vidas de manera directa. También trabajamos con la comunidad hablando con los líderes comunitarios y religiosos para que conozcan nuestras preocupaciones.
CONCIENCIAR A LA COMUNIDAD
Para cambiar las cosas, creo que es fundamental concienciar a la comunidad, principalmente a los líderes religiosos, porque están presentes en todas las bodas. Si lográsemos hacer que cambien de opinión acerca de los matrimonios infantiles, podrían ponerles fin.
Por ejemplo, cuando Sierra Leona sufrió la epidemia de ébola, pudimos combatirla con la ayuda de los líderes religiosos porque en las aldeas tienen mucha importancia, creemos que todo lo que dicen viene de Dios. Por eso es tan importante hacer que apoyen nuestras causas.
Sewanatu, de víctima de la mutilación genital femenina a activista que lucha contra ella en Sierra Leonav - PLAN INTERNATIONAL - Archivo
No es habitual que las niñas hablen sobre estos asuntos como lo hago yo, porque existen ciertos riesgos. La Mutilación Genital Femenina es un tabú y te amenazan si quieres hablar de ella en público. Una vez un grupo de personas trató de atacarnos cuando fui al programa de radio. Afortunadamente, el Ministerio del Bienestar Social y los Servicios de la Infancia lo descubrió y no nos han dejado solos. Nos proporcionaron un coche para que fuésemos seguras a la radio y de vuelta, y nos apoyaron en todo momento.
Una vez, hice una publicación en Facebook y recibí varios comentarios negativos que decían: “Niña, solo tienes 18, ¿por qué te metes en estas cosas?”. Les respondí: “Mis ideas no tienen que ver con mi edad. No miréis cuántos años tengo sino todo lo que hago. Necesitamos que las cosas cambien”. Así que, aunque haya recibido amenazas, me mantengo fuerte.
LA EDUCACIÓN ES LA CLAVE
Creo que no habría podido hablar públicamente sobre estas cosas si no fuera por mi autoestima y mi determinación de hacer que las niñas tengan una vida mejor. Y la educación es la clave para abordar los problemas más graves: la Mutilación Genital Femenina, el matrimonio infantil o el embarazo adolescente.
El distrito de Koinadugu, en el que vivo, es una comunidad empobrecida y el embarazo adolescente es problema grave: tres de cada cinco niñas se quedan embarazadas antes de terminar la educación secundaria.
El camino a la escuela es muy largo y hay muchos hombres que le ofrecen a las niñas llevarlas en sus coches y les proponen mantener relaciones sexuales a cambio de un dólar. Muchas veces los padres no pueden darles este dinero, así que las niñas se entregan a los hombres sin darse cuenta de cómo puede afectar eso su futuro.
Si no hubiera ido a la escuela, no podría hacer todo lo que hago hoy en día. Pero todavía hay miles de niñas que no conocen sus derechos, algunas de ellas ni siquiera saben que tienen derecho a la educación. Cuando veo a niñas que no van a la escuela, siento ganas de llorar porque yo sí que tuve esta oportunidad y sé que ellas harían lo mismo si pudieran: no habrían tenido hijos tan jóvenes y no se habrían casado por obligación.
Muchas de ellas tienen mucho potencial, pero no tienen la oportunidad de alzar su voz como lo hago yo. La mayoría de las niñas ni siquiera van a la escuela y las que llegan a ir no siempre pueden terminar su educación, o se quedan embarazadas o las obligan a casarse.
Ellas me inspiran en todo lo que hago. Quiero ayudar a las niñas a creer en sí mismas y que sepan que tienen otras oportunidades. Hoy en día hay chicas que se vieron obligadas a casarse temprano, pero han podido continuar sus estudios, se han graduado y están trabajando, así que no quiero que otras se den por vencidas. Quiero que sepan que son válidas, fuertes, inteligentes y capaces de hacer cualquier cosa igual que los chicos. Quiero que crean en sí mismas y que sigan aprendiendo.
VIOLENCIA SEXUAL
En Sierra Leona, nos enfrentamos a muchos problemas: la mutilación genital femenina, el matrimonio infantil, el embarazo adolescente y también la violencia sexual, que es otro tema que quiero abordar. Ahora que terminé la escuela, mi objetivo es convertirme en médica para poder ayudar a las sobrevivientes.
Cuando una mujer o una niña son violadas por un hombre con dinero, suelen tratar de influir en el informe médico. Como resultado, la mayoría de los casos de violencia sexual en Sierra Leona son desestimados porque los informes médicos son inadecuados. Hay mucha corrupción. Así que cuando sea médica trataré de influir en mis compañeros para asegurarme de que no estén viciados por el dinero.
Quiero ser un modelo a seguir para otros médicos y garantizar que todos los procesos se lleven a cabo de la forma correcta para que las supervivientes de violencia sexual reciban justicia.
Tal vez tendré mi propia organización sanitaria para hablar sobre estas temáticas y buscar las maneras de eliminar la corrupción de nuestra profesión. También, podría usar el dinero que gane siendo doctora para apoyar a las niñas que quieran ir a la escuela. Quiero seguir trabajando por estos temas cuando ejerza mi carrera y haré lo posible por cambiar las cosas siempre que vea que se necesita un cambio.