Los menores han denunciado sus condiciones de reclusión y haber sido golpeados por los soldados
MADRID, 10 Sep. (EUROPA PRESS) -
Miles de niños han sido detenidos de forma arbitraria en condiciones degradantes e inhumanas por el Ejército de Nigeria por su presunta vinculación con el grupo islamista Boko Haram, en muchos de los casos sin que durante meses o incluso años se presentaran cargos en su contra y sin contacto con el mundo exterior, según denuncia Human Rights Watch (HRW).
En su informe 'No sabían si estaba vivo o muerto: Detención militar de niños por presunta implicación en Boko Haram en el noreste de Nigeria', la ONG ha documentado la detención de menores en el país africano, en muchos de los casos en base a pocas o ninguna prueba en su contra.
Entre enero de 2013 y marzo de 2018, las Fuerzas Armadas nigerianas detuvieron a más de 3.600 menores, entre ellos 1.617 niñas, por su presunta vinculación con grupos armados no estatales, de acuerdo con datos de la ONU. Muchos de ellos se encuentran en los cuarteles de Giwa, en Maiduguri, el principal centro de detención en el estado de Borno, epicentro de la insurgencia de Boko Haram.
HRW entrevistó el pasado mes de junio en Maiduguri a 32 niños y jóvenes que habían estado recluidos en Giwa por su presunta relación con el grupo islamista, incluido uno que tenía 5 años cuando fue detenido.
Ninguno de ellos habían sido llevado ante un juez o comparecido ante un tribunal, como exige la ley, y solo uno de ellos vio a una persona que cree que era un abogado, ha denunciado la ONG. En ninguno de los casos, los detenidos estaban al tanto de los cargos que pesaban en su contra.
Las autoridades nigerianas les detuvieron durante operaciones militares, registros de seguridad, procedimientos de control de desplazados internos y en base a la información de informantes. Muchos de los detenidos contaron que habían sido arrestados tras escapar de los ataques de Boko Haram contra sus localidades o mientras buscaban refugiarse en campos para desplazados.
Uno de ellos ha contado a HRW que fue arrestado y permaneció recluido durante más de dos años por haber vendido presuntamente ñame a miembros de Boko Haram, mientras que en el caso de las chicas, varias habían sido secuestradas por el grupo islamista o forzadas a convertirse en "esposas" de sus milicianos.
GOLPEADOS BAJO CUSTODIA
Aproximadamente un tercio de los menores entrevistados han denunciado que las fuerzas de seguridad les golpearon durante los interrogatorios tras su arresto o en los cuarteles de Giwa. En otros casos, les golpearon si negaban su relación con el grupo terrorista.
"Los soldados nos golpeaban con sus cinturones, nos insultaban y nos decían que se ocuparían de nosotras porque éramos esposas de Boko Haram", ha contado una niña que fue obligada a casarse con un miliciano y posteriormente capturada por el Ejército.
Otros de los menores detenidos han contado que se vieron obligado a compartir una misma celda, de unos 10 por 10 metros, con 250 personas o más. Asimismo, tuvieron que soportar el hedor de la única letrina y en algunos casos se desmayaban debido al sofocante calor ya que en Maiduguri la temperatura suele rondar los 35 grados, además de pasar hambre y sed con frecuencia.
En la celda para niños menores de 18 años, según los detenidos, había algunos de 7 años o menos, mientras que también algunos niños permanecieron recluidos junto a adultos, en condiciones de superpoblación aún peores. Los niños más pequeños y los bebés permanecen con sus madres y con niñas más mayores en una celda separada.
Además, según HRW, tres de las menores con las que habló contaron que habían visto a soldados haciendo propuestas sexuales a detenidas o llevándose a chicas de la celda durante largos periodos para lo que creían que era explotación sexual.
Por otra parte, casi la mitad de los menores con los que ha hablado HRW han visto cadáveres de otros detenidos en Giwa. Quince de los niños estuvieron detenidos durante más de un año y en algunos de los casos durante más de tres, sin que en ninguno de los casos se les permitiera contactar con su familia ni las autoridades se pusieran tampoco en contacto con ellas. "Tales casos podían constituir desapariciones forzosas, una grave violación de los Derechos Humanos", ha alertado HRW.
DETENIDOS EN CONDICIONES HORRIBLES
"Los niños están siendo detenidos en condiciones horribles durante años, con pocas o ninguna prueba de su relación con Boko Haram y sin ni siquiera ser llevados ante un tribunal", ha lamentado directora para los derechos del niño en HRW, Jo Becker. "Muchos de estos niños ya habían sobrevivido a ataques de Boko Haram. El trato cruel por parte de las autoridades se añade a su sufrimiento y los convierte nuevamente en víctimas", ha denunciado.
El Ejército no ofrece ninguna educación formal o actividades de rehabilitación a los niños recluidos en Giwa. Según han contado quienes han pasado por este centro de detención, sus únicas actividades se limitaban a rezar, ver la televisión y a lecciones informales que unos menores daban a otros. Además, la falta de espacio les impedía realizar actividades físicas y muchos presentaban úlceras por la falta de movimiento.
Desde enero de 2013, las autoridades nigerianas han liberado a al menos 2.200 niños, casi todos sin cargos, mientras que, según la ONU, el número de arrestos se redujo en 2018, hasta 418, frente a los 1.900 detenidos un año antes.
Tras su puesta en libertad, algunos de los niños han contado que se han enfrentado a estigma social por su presunta relación con Boko Haram, incluso aunque esta no fuera cierta. Casi todos ellos, según HRW, han asegurado que les gustaría ir a la escuela pero la lejanía de los centros disponibles o la falta de dinero para el transporte se lo impide.
Así las cosas, HRW ha defendido que las autoridades de Nigeria deberían liberar de forma inmediata a los menores que actualmente se encuentran bajo custodia militar. En aquellos casos en los que las autoridades militares o de Inteligencia tengan pruebas creíbles de delitos penales cometidos por menores, deberían llevarlos ante las autoridades judiciales civiles para que les traten conforme a los estándares de justicia juvenil nacionales e internacionales.
"Nigeria se enfrenta a retos formidables como consecuencia de la insurgencia de Boko Haram, pero detener a miles de niños no es la respuesta", ha zanjado Becker. "Los niños afectados por el conflicto necesitan rehabilitación e ir a la escuela, no a la cárcel", ha sostenido.