EL CAIRO 24 Abr. (Reuters/EP) -
Una campaña militar de Egipto para derrotar a los milicianos del grupo yihadista Estado Islámico en el norte de la Península del Sinaí está evitando la llegada de alimentos esenciales y suministros médicos a miles de residentes en la remota región desértica, según un informe de Human Rights Watch (HRW).
La organización ha advertido de una crisis humanitaria más amplia si se continúa aislando al norte de Sinaí del continente resto del continente y ha dicho que las acciones del Ejército "se acercan al castigo colectivo".
El Ejército lanzó una amplia operación en febrero para aplastar a los yihadistas que han librado una insurgencia de varios años en la que han muerto cientos de soldados, policías y residentes. Los ataques aéreos y las redadas han matado a decenas de presuntos milicianos desde entonces, según el Ejército, ya que impone toques de queda y restricciones de movimientos estrechos alrededor de las ciudades en el norte de Sinaí.
El Ejército ha distribuido comida a los residentes del Sinaí durante la campaña altamente divulgada y asegura que está ganando la batalla contra los yihadistas. Sin embargo, los medios internacionales de noticias no pueden viajar al norte del Sinaí para informar.
Los residentes aseguran que los suministros de alimentos, medicamentos y combustible son insuficientes y que las restricciones de movimiento hacen que la mayoría de la gente no puedan abandonar la región, según ha informado HRW.
"Una operación antiterrorista que pone en peligro el flujo de bienes esenciales a cientos de miles de civiles es ilegal y difícil de detener la violencia", ha afirmado la directora de HRW en Oriente Próximo y África del Norte, Sarah Leah Whitson.
El informe de HRW señala que las autoridades prohibieron la venta de gasolina y cortaron las líneas de comunicación, agua y electricidad en algunas zonas del norte del Sinaí, incluso cerca de la frontera con la Franja de Gaza.
Derrotar a los islamistas y restablecer la seguridad después de años de disturbios que han seguido al levantamiento popular de Egipto en 2011 ha sido una promesa del presidente Abdelfatá al Sisi, que fue reelegido en marzo en una victoria aplastante contra ninguna oposición real.
Los críticos de Al Sisi aseguran que ha presidido la peor represión de Egipto contra la disidencia. Los partidarios dicen que tales medidas son necesarias para traer estabilidad y mejorar la economía que golpea al país.