MADRID, 18 May. (EUROPA PRESS) -
El Ejército iraquí y las fuerzas se seguridad encargadas de la protección de los campos para desplazados internos de las afueras de Mosul han forzado a más de 300 familias a regresar al oeste de la ciudad en contra de su voluntad, a pesar de que en la zona continúan los combates, según ha denunciado este jueves Human Rights Watch (HRW).
Las familias, que residían en los campos de Hamman al Alil y Haj Ali después de huir de los enfrentamientos en Mosul, no tienen acceso a agua potable, alimentos, electricidad o asistencia médica.
Varios trabajadores del campo y al menos tres policías federales han confirmado que varias familias en Hamman al Alil han regresado a sus barrios en el oeste de Mosul y para dejar hueco para las nuevas llegadas porque no hay más espacio. No obstante, varios trabajadores de ONG han asegurado que todavía hay decenas de tiendas disponibles y vacías.
"La gente del oeste de Mosul se ha visto forzada a escapar de la violencia más terrible y al fin había encontrado un sitio seguro. Ahora se ven obligados una vez más a volver a zonas que continúan siendo atacadas por el Estado Islámico", ha denunciado Lama Fakih, subdirectora de HRW para Oriente Próximo.
"Estas familias no deberían ser obligadas a regresar a zonas peligrosas y zonas donde carecen de agua, comida, electricidad o centros médicos", ha añadido Fakih.
El pasado 15 de mayo, varios trabajadores de HRW visitaron los barrios de Mansur y Wadi Hajar, localizados en el oeste de Mosul, donde hablaron con algunas de las familias residentes en la zona.
Una de las familias de Wadi Hajar contó a los investigadores que después de huir de la ciudad hace más de dos meses, el pasado 9 de mayo los trabajadores del campo de desplazados en el que se encontraban acudieron a su tienda de campaña y les informaron de que debían abandonar el campo debido a la falta de espacio. A algunas de las familias les concedieron dos horas para irse, mientras que otras fueron forzadas a partir de forma inmediata.
La inmensa mayoría de los testigos con los que ha hablado HRW han asegurado que no querían volver a sus casas en Mosul debido a la inseguridad y a la falta de recursos básicos.
Un miembro del personal del campo de Hamman al Alil ha explicado que un comandante militar iraquí llamó al coordinador del recinto durante la mañana del 9 de mayo y le dijo que tenían dos horas para echar a todas las familias procedentes de los barrios de Wadi Hajar, Tal Rumman y Mansur.
"Las familias no estaban preparadas y la inmensa mayoría no se querían ir", ha garantizado el joven, que ha hablado con HRW de forma anónima. "Al final, se escogió de forma totalmente indiscriminada quién se iba y quién se quedaba. Los que se libraron fue simplemente porque no pudimos llegar a sus tiendas a tiempo. Sólo habíamos avisado a unas 300 familias cuando llegaron 30 camiones militares y se los llevaron", ha contado.
Otro de los civiles forzados a regresar ha explicado que los camiones sólo les llevaron hasta el conocido como Círculo de Bagdad, el punto de entrada sur a la ciudad, localizado a menos de dos kilómetros de la línea de frente.
Algunas familias tuvieron que caminar hasta sus casas con sus pocas pertenencias a cuestas. Una mujer residente en Mansur que no pudo permitirse pagar un taxi hasta su casa tuvo que caminar más de tres kilómetros con sus cuatro hijos, el menor de los cuales no tiene ni tres meses de edad.
Cuando llegó a su casa vio que había sido completamente destruida por un bombardeo. Su marido murió meses atrás, ejecutado por milicianos del Estado Islámico. "No tengo agua potable y no encuentro donde comprar leche aquí para mi bebé", ha dicho. A día de hoy vive en un apartamento abandonado en la zona.
BOMBARDEOS EN LOS BARRIOS
El barrio de Wadi Hajar fue bombardeado el 5 de mayo. Mansur fue atacado el 12 de mayo, cuando varias familias ya habían sido obligadas a regresar. La actual línea de frente entre el Ejército iraquí y los milicianos se encuentra a unos dos kilómetros de casi todos los barrios donde se han producido devoluciones forzadas.
El 17 de octubre las fuerzas iraquíes, con la ayuda de una coalición militar internacional, pusieron en marcha una ofensiva para recuperar Mosul. Los milicianos yihadistas han perdido el control de la inmensa mayoría del territorio urbano y se encuentran recluidos en la zona oeste de la ciudad.
Desesperados ante el avance de las tropas iraquíes, los milicianos están utilizando cada vez más a los miles de civiles que quedan dentro del oeste de Mosul como escudos humanos, en un intento de frenar lo que el Ejército iraquí califica de "inminente" victoria.
Las fuerzas del Gobierno iraquí han logrado rápidos avances en la ofensiva desde que abrieron un nuevo frente de combate en el noroeste de Mosul este mes. A día de hoy, el Estado Islámico tan sólo cuenta con 12 kilómetros cuadrados de superficie urbana bajo su control.
El número de personas que han huido de Mosul ha aumentado radicalmente desde que se intensificaron las hostilidades este mes. Alrededor de 10.000 iraquíes dejaron la ciudad este martes, de acuerdo con el Gobierno iraquí, sumándose al éxodo de las más de 700.000 personas que han escapado de la ciudad desde el comienzo de la ofensiva.
"Las fuerzas de seguridad tienen la obligación de proteger a los civiles, pero en vez de hacer eso les están poniendo en riesgo al hacerles regresar a zonas inseguras", ha denunciado Fakih. "Todos los retornos deberían ser seguros, con dignidad y voluntarios", ha concluido.