MADRID, 12 Jul. (EUROPA PRESS) -
Una decena de civiles, entre ellos dos niños, murieron a causa de los ataques aéreos y de artillería efectuados el pasado 14 de junio por las fuerzas del Gobierno de Bashar al Assad y Rusia, su principal aliado, contra un colegio de la ciudad siria de Tafas, en la provincia de Deraa (sur), a pesar de que no había ningún objetivo militar cerca, según ha denunciado este miércoles Human Rights Watch (HRW).
En un primer ataque de artillería, el fuego alcanzó los alrededores del centro de educación secundaria Mártir Kiwan, dejando un saldo de dos civiles muertos, incluido un niño, y otros cinco heridos. Una hora después, un bombardeo aéreo golpeó directamente el instituto cobrándose la vida de ocho civiles --entre ellos otro niño--, la mayoría miembros de una misma familia que había llegado a Tafas huyendo de la guerra en otra ciudad.
Los testigos han contado a HRW que no había ningún objetivo militar cerca que justificara los ataques. Sin embargo, en Tafas están Fajr al Islam y Al Mutaz Belá, dos grupos armados de la oposición siria. "Los rebeldes están muy lejos de la ciudad, en las tierras agrícolas y en nuestra antigua base", ha subrayado Abu Wesal, un miembro de los servicios de protección civil que participó en la respuesta de emergencia al ataque contra Tafas.
Aunque los testigos no lograron identificar a los atacantes ni HRW ha podido hacerlo a través de los vídeos y las fotografías del ataque, la ONG ha atribuido la acción a las fuerzas sirias y rusas, ya que se sitúan a apenas cinco kilómetros de Tafas y ese mismo día el opositor Ejército Libre Sirio (ELS) atacó las posiciones 'assadistas' en Jirbet Ghazala, 15 kilómetros al este de la ciudad.
"Las operaciones conjuntas de los militares sirios y rusos han demostrado repetidamente su desprecio por las vidas civiles y por los colegios, que representan un futuro mejor para el país", ha dicho Bill Van Esveld, investigador sobre infancia de HRW. "En la medida en que nadie sea responsabilizado por estos ataques ilegales, probablemente seguirán", ha advertido.
La escuela Mártir Kiwan tiene unos 400 alumnos, si bien el 14 de junio era día festivo, lo que permitió contener el balance de víctimas. Ya fue escenario de un bombardeo en noviembre de 2016 que tampoco dejó muertos ni heridos. Ha seguido funcionando a pesar de los daños en sus instalaciones y de que varias familias de desplazados internos viven allí.
Según cifras del Fondo de Naciones Unidas para la Infancia (UNICEF), solo el año pasado se produjeron 87 ataques contra centros y personal educativo en Siria que provocaron la muerte de 255 niños. La ONU estima que uno de cada tres niños sirios ya no puede ir al colegio y que una de cada tres escuelas no funciona por los daños causados por los combates.