La educación en emergencias y conflictos es "la cenicienta" de la ayuda
MADRID, 16 Jun. (Por Valeria Méndez de Vigo, Entreculturas) -
"Echo de menos mi casa, mis amigos, mis recuerdos. Poder ir a la escuela en Líbano es todo para mí. Me ha ayudado a no estar triste todo el tiempo". Ghada, 13 años, refugiada siria, participante del programa de aprendizaje acelerado de Entreculturas y el JRS en Líbano.
Ghada es una niña siria que, junto con su familia, ha tenido que huir a Líbano, como consecuencia del conflicto en su país. El próximo 20 de junio --Día Internacional de las Personas Refugiadas-- desde Entreculturas queremos recordarla, a ella y a los más de 51 millones de personas refugiadas y desplazadas internas --la mitad, niños y niñas-- que han tenido que abandonar sus hogares y sueños por causa de guerras y conflictos armados.
Un año más, lanzamos la campaña Noland, en la que queremos llamar la atención sobre la vulneración del derecho a jugar, a aprender, o a vivir en paz de estos niños y niñas.
Además de los 25 millones de niños y niñas refugiados y desplazados internos, hay 230 millones de niños que viven actualmente en países y zonas afectadas por conflictos armados. De hecho, tal y como señala UNESCO, de los 58 millones de niños y niñas en el mundo que están fuera de la escuela primaria, la mitad vive en países afectados por conflictos.
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Del total de niños y niñas refugiados y desplazados internamente, más de un 36 por ciento no tiene acceso a la escuela. Este porcentaje alcanza el 87 por ciento en los países árabes, como consecuencia de las graves secuelas ocasionadas por el conflicto sirio. De los 4,8 millones de niños sirios en edad escolar, aproximadamente 2,2 millones están sin escolarizar dentro del país. Dos tercios de los niños y niñas refugiados sirios (unos 500.000) tampoco tienen acceso a la escuela.
VIOLENCIA CONTRA INSTITUCIONES EDUCATIVAS, DOCENTES, O ESTUDIANTES
Además, en la última década, ha habido un aumento de la violencia contra escuelas, estudiantes o docentes, sobre todo, en Afganistán, Colombia, Pakistán, República Centroafricana, Irak, Nigeria y los Territorios Palestinos, Siria y Sudán del Sur, tal y como denuncia la Coalición Global para proteger la Educación de Ataques.
Lo cierto es que, en muchos países, acudir a la escuela se ha convertido en una actividad de altísimo riesgo en la que niños y, sobre todo, niñas, se juegan, literalmente, la vida. El caso de Malala Yusafzai, la joven activista paquistaní, tiroteada por los talibán cuando volvía de la escuela no es, desafortunadamente, excepcional.
IMPACTO DE LOS CONFLICTOS ARMADOS EN LA EDUCACIÓN
Es evidente que los conflictos armados tienen un impacto muy negativo en las vidas y en la educación de los niños y niñas a corto y medio plazo tal y cómo indica el documento 'Derecho a jugar y aprender sin jugarse la vida. El impacto de los conflictos en la educación de niños y niñas'.
A corto plazo, porque, además del terrible coste en vidas humanas, provocan miedo, inseguridad, absentismo de estudiantes o docentes, discontinuidad de las clases y pérdida o destrucción del material y de las infraestructuras. A largo plazo, porque dañan el sistema educativo de un país en su conjunto y porque casi generaciones enteras corren el riesgo de no acceder a una educación de calidad.
Hoy en día, las crisis tienen una duración media de 17 años. La falta de acceso a la educación o una educación de bajísima calidad supone que estos niños y niñas verán lastrado su futuro y sus posibilidades de tener una vida digna.
BENEFICIOS DE LA EDUCACIÓN EN SITUACIONES DE CONFLICTO ARMADO
Por el contrario, el derecho a la educación abre las puertas a otros derechos. En Entreculturas trabajamos en numerosos países en conflicto de la mano del Servicio Jesuita a Refugiados, en el acompañamiento, prestación de servicios educativos y defensa de derechos de miles de niños y niñas.
Por eso, sabemos que la educación --siempre que sea de calidad, inclusiva, equitativa--, es vital para proteger a niños, niñas y jóvenes, como Ghada, de amenazas como el matrimonio temprano, la violencia sexual, el trabajo infantil, el extremismo o el reclutamiento por parte de grupos armados.
La educación promueve oportunidades de aprendizaje y de recreación, ofrece orden, estabilidad y rutina, y pone la mirada en el futuro. Esto es especialmente importante en las situaciones en las que la supervivencia cotidiana dificulta las posibilidades de mirar más allá de la inmediatez del momento.
Además, en contextos de violencia o conflicto, la educación puede espolear las hostilidades existentes o, por el contrario, jugar un papel decisivo en la promoción de una cultura de paz, fomentando valores de tolerancia, inclusión, convivencia y respeto. La educación, en definitiva, es la herramienta más poderosa para cambiar el mundo y convertirlo en un lugar más justo, equitativo y sostenible.
NECESIDAD DE OTORGAR PRIORIDAD Y MAYOR FINANCIACIÓN A LA EDUCACIÓN EN EMERGENCIAS Y CONFLICTOS
Pero, paradójicamente, la educación en emergencias y conflictos es "la cenicienta" de la ayuda, recibiendo un porcentaje muy pequeño de la ayuda humanitaria --tan sólo un 2 por ciento-- y sin que se atiendan muchas de las solicitudes. Frente a necesidades consideradas muy básicas y que "salvan vidas", como cobijo, alimentación, agua o saneamiento, la educación ha ocupado tradicionalmente un lugar secundario y eso explica, al menos en parte, que esté tan escasamente financiada.
Es urgente revertir esta situación y que también la educación ocupe un lugar relevante, porque, como bellamente expresa Gordon Brown, enviado especial de Naciones Unidos por el derecho a la educación: "Se puede vivir 40 días sin comida, 8 días sin agua y 8 minutos sin aire, pero no se puede vivir un segundo sin esperanza. La educación brinda la esperanza de un futuro mejor incluso en las circunstancias más adversas".
2015: UN AÑO DECISIVO PARA LA EDUCACIÓN Y EL DESARROLLO GLOBAL
Por ello, en 2015, año en el que se configurarán las nuevas agendas educativas y de desarrollo global, todos debemos redoblar esfuerzos para que la educación sea una prioridad, y el derecho a una educación de calidad, también en situaciones de emergencia y conflicto, sea garantizado para todos los niños y niñas sin importar sus circunstancias. Tal y como señalaba Malala Yusafzai:
Seamos la primera generación que decida ser la última.
Que sea la última vez que un niño inocente pierda la vida en una guerra.
Que sea la última vez que un aula se quede vacía.
Que sea la última vez que se le diga a una niña que la educación es un delito y no un derecho
Y que construyamos un futuro mejor aquí y ahora.
Sabemos que la educación es clave para restaurar la esperanza en el porvenir y el potencial de millones de niños y niñas que, como Ghada, viven en países afectados por conflictos o que son refugiados y desplazados. La mayoría de la población refugiada lo seguirá siendo por una media de diecisiete años. No podemos renunciar a educar a toda una generación de niños, niñas y jóvenes, tenemos que actuar.
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La educación es fundamental para que puedan recuperar su dignidad y sus derechos al aprendizaje, a la recreación y al juego, a vivir en paz, a tener un presente y un futuro.