Un experto de la ONG advierte del riesgo para los logros democráticos y la estabilidad social que supone esta desigualdad
MADRID, 19 Mar. (EUROPA PRESS) -
La concentración de la riqueza viene registrando en los últimos años una tendencia creciente que ha alcanzado un nivel "inaceptable", hasta el punto de que actualmente las 62 mayores fortunas del mundo acumulan la misma riqueza que 3.600 millones de personas, es decir, la mitad más pobre del planeta, sin que por el momento se vea a dónde va a llevar este fenómeno.
Así lo explica a Europa Press en una entrevista Ricardo Fuentes, uno de los autores desde hace tres años del informe sobre la desigualdad en el mundo que este año tuvo como título 'Una economía al servicio del 1 por ciento'. Cuando se publicó por primera vez, en 2014, ese 1 por ciento correspondía a 85 personas, en 2015 eran 80 y actualmente son 62, explica, incidiendo en que en 2010 eran 388.
"Después de la crisis de 2007-2009 hubo un cambio de tendencia donde la concentración de la riqueza empezó a aumentar y pasó de 388 personas que controlaban la misma riqueza que la mitad más pobre de la población mundial hasta las 62 actuales", subraya Fuentes, actualmente director de Oxfam México.
En realidad, explica, esta concentración de la riqueza, que tiene como resultado que en los países los "recursos económicos estén en manos de poca gente", es una "tendencia de largo plazo que comenzó en los años 1980 y que se ha ido acelerando después de la crisis financiera".
¿A qué se debe? En opinión de este experto se ha debido a "muchos factores como la globalización, la integración financiera, la pérdida de poder de las organizaciones laborales y sindicatos y a cambios tecnológicos muy importantes" entre otros.
Además, a partir de ese momento "las instituciones y las reglas del juego se modificaron para beneficiar los intereses de muy pocas personas y el resultado es que cuando se produce una crisis los intereses de esas personas están bien protegidos", subraya. Esto explicaría por qué los más ricos no se han visto tan golpeados por la crisis financiera sino que han ido acaparando más riqueza en los últimos tiempos.
Frente a estas circunstancias, en los últimos años han emergido grupos y movilizaciones como la de los indignados en España u 'Occupy Wall Street' que han puesto de manifiesto "la frustración con este sistema económico y con esta gran desigualdad" pero también "hartazgo con sistemas democráticos que no están cumpliendo con el trabajo básico de representar a la mayoría de la población".
¿Se mantendrá la tendencia de concentración de la riqueza? Según Fuentes, es "difícil" predecirlo vista la "aceleración" que se ha venido registrando, pero lo que cabe preguntarse es si "puede ser sostenible". "¿Vamos a terminar en un mundo donde dos personas controlan tanta riqueza como la mitad más pobre de la población? No lo sé, pero lo que sí sé es que ahora mismo ya es inaceptable y además es muy peligroso para la estabilidad social", previene.
RIESGO PARA LOS AVANCES DEMOCRÁTICOS
El gran problema, advierte Fuentes, es que esta desigualdad "pone en riesgo los avances democráticos alrededor del mundo" ya que al haber alcanzado un nivel tan extremo "el siguiente paso es proteger esos intereses que genera esta desigualdad" y, una vez hecho esto, "la voz de la mayoría ya no es tan relevante sino que lo relevante es la voz de las grandes élites económicas y políticas".
El experto de Oxfam pone como ejemplo América Latina, donde a principios de 2000 se hicieron "ciertos avances pero no los suficientes" para reducir la desigualdad pero donde, a su juicio, ha faltado "rendición de cuentas de los gobiernos ante los ciudadanos". Según Fuentes, las políticas sociales y la expansión del sistema educativo tuvieron "un efecto real en la disminución de la pobreza".
Sin embargo, la ciudadanía no siguió reclamando más y fue entonces cuando comenzaron a perderse los logros y a surgir "escándalos de corrupción y de mal manejo de recursos". "Yo creo que lo que ha faltado es la institucionalización de la ciudadanía como un garante de la rendición de cuentas de los gobiernos democráticamente elegidos en América Latina", sostiene.
Aunque reconoce lo complicado de mantener el "activismo político" de forma continuada, cree que a medida que los países de América Latina, y otros, se vayan haciendo más ricos y se consolide y aumente la clase media, habrá "más demanda de mejores políticas y mejores gobiernos, que sean responsables, rindan cuentas, sean transparentes y respeten el principio democrático".
HAY SOLUCIONES
Frente a este panorama tan sombrío, Fuentes resalta que haya soluciones y programas de acción muy claros a seguir. Así, apuesta por "políticas fiscales progresivas; acabar con los paraísos fiscales; mejor gasto público, focalizado y que dé resultados; participación ciudadana; transparencia; acabar con la corrupción; salarios que permitan una vida digna y un mayor poder de negociación de los trabajadores ante el retroceso de los sindicatos".
"Hay muchas cosas que se tienen que hacer, no hay una única solución, pero yo creo que todo pasa por la recuperación del poder por parte de la ciudadanía para que los sistemas funcionen para todos y no para una élite", recalca.
México es un buen exponente de la creciente desigualdad y se encuentra entre el 25 por ciento de los países más desiguales del mundo, resalta el director de Oxfam en el país azteca. Aquí, las cuatro personas más ricas tenían una riqueza equivalente al 2 por ciento del PIB en 2002. "Diez años después se había multiplicado por cinco y llegaba ya casi al 10 por ciento", subraya.
"La desigualdad es enorme pero México es un país rico, esa es la gran paradoja", se lamenta, subrayando que tiene un PIB similar al de España hace 20 años "y España entonces ya era un país rico". "La gran pregunta es por qué en un país con tanta riqueza el 50 por ciento de la población, es decir, 60 millones, vive en la pobreza", incide, poniendo el acento en que el país tiene petróleo, mucho comercio y empresas transnacionales.
En México, explica, "violencia y desigualdad son un círculo vicioso, pero lo más importante es la relación entre la desigualdad y la debilidad del estado de derecho". "Lo que está sucediendo es que esos grandes intereses económicos debilitan las instituciones porque tratan de escribir las leyes a su favor, modificar las regulaciones o simplemente no pagar impuestos".
"Una vez que los grandes intereses económicos tuercen las leyes a su favor, existe una debilidad institucional de la cual se aprovechan los grandes grupos de crimen organizado y ésta es una dinámica es muy dañina para la sociedad", previene el experto mexicano.
También fomenta el crimen organizado "la gran marginación económica de gran parte de la juventud de México" debida a la falta de "empleo bien remunerado y digno", por lo cual "el empoderamiento falso de pertenecer a bandas de crimen organizado y el enriquecimiento real resultan mucho más atractivo", resalta, a lo que hay que sumar la corrupción dentro de las fuerzas de seguridad.
Por ello, añade, "en mi país parte de la solución debería ser la integración social de grandes partes de la población a través de empleo bien remunerado pero sobre todo de protección social y de derechos ciudadanos".
También es necesario "expandir nuestra base fiscal, cambiar las políticas fiscales para que sean más progresivas y focalizar el gasto y mejorar su calidad para generar una inclusión social". Asimismo, hace falta, prosigue, "acabar con la impunidad y la corrupción en el país".
"Las cifras de crimen son aterradoras y eso va a acompañado con cifras igualmente aterradoras sobre la incapacidad del sistema judicial mexicano de castigar esos crímenes, ya que entre el 90 y el 98 por ciento no son castigados", se lamenta.