EL CAIRO, 10 Abr. (Reuters/EP) -
La intervención rusa en Siria ha cambiado el rumbo de la guerra. La campaña de bombardeos rusos que comenzó a finales del año pasado ha cortado de raíz el avance islamista y anulado la moral de los rebeldes. Sin embargo, Rusia esperaba que su intervención facilitara una transición política para que el presidente sirio, Bashar al Assad, dejara el poder. Ha sucedido todo lo contrario: el dirigente, según los expertos, se siente más fuerte que nunca.
Al Assad es consciente de que no podrá recuperar el país, según entienden los analistas, sin una intervención por tierra a gran escala de sus dos grandes aliados, Rusia e Irán. Sin embargo, la reciente recuperación de bastiones como Palmira ha envalentonado al presidente sirio, al que ni siquiera su homólogo ruso, Vladimir Putin, es capaz de pedir que deje la Presidencia, a menos que se abra un camino claro hacia la estabilidad, lo que podría durar años.
La intervención rusa del pasado mes de septiembre ha trastocado el equilibrio del poder militar a favor de Al Assad y le ha permitido coger la sartén por el mango en las conversaciones de paz de Ginebra. Ahora, Al Assad se siente capacitado para permanecer en el poder durante años, consciente de que Rusia se ha metido en un laberinto sin salida donde la opción de retirar su apoyo al presidente sirio como medida de presión es ahora altamente improbable.
LOS REBELDES PIERDEN LA INERCIA GANADORA
"La intervención rusa ha redefinido el conflicto sirio", según el analista del Centro Carnegie para Oriente Medio, Jeder Jadur. "Los rebeldes han perdido su inercia ganadora", obligados a aceptar los términos de las negociaciones que han impuesto Moscú y Damasco, que no contempla el establecimiento de una "autoridad en funciones" que sustituya al presidente sirio, tal y como piden Estados Unidos y sus aliados.
Fuentes diplomáticas europeas han mostrado su escepticismo sobre el resultado de las conversaciones de paz. "Necesitamos que algo avance en las próximas semanas. Si el proceso político se limita a poner a unos pocos miembros de la oposición en carteras del Gobierno sirio no vamos a llegar muy lejos", estiman. "Sin una transición política, la guerra va a continuar y Estado Islámico se beneficiará de ello", ha añadido.
Por su parte, el autor del libro 'Estado Islámico: Una historia', Fawaz Gerges, está convencido de que Estados Unidos ha acabado jugando "en el terreno de Rusia" en la pugna para liderar las conversaciones de paz en Siria. Su opinión coincide con la del ministro de Exteriores ruso, Sergei Lavrov, quien considera que "Estados Unidos ha acabado comprendiendo que no puede hacer nada sin Rusia; ya no puede solucionar problemas graves por sí mismo".
INCERTIDUMBRE
Sin embargo, las autoridades de Moscú se muestran cada vez más inseguras sobre el futuro político de Siria, sobre todo después de que el presidente Putin ordenara el mes pasado la retirada de parte de sus militares de suelo sirio.
"El tema principal es el de siempre", explican los diplomáticos europeos, "cuándo y cómo va a actuar Rusia para facilitar la transición política, algo que no está nada claro y que las recientes conversaciones no han hecho nada para despejar".
Gerges, por su parte, entiende que la retirada parcial de Rusia envía con esta amenaza velada a Al Assad el mensaje a Estados Unidos de que Rusia es una fuerza creíble, racional e interesada en un acuerdo diplomático. El desplazamiento de militares ha servido para enfriar un poco los ánimos del dirigente sirio, que antes de la retirada ya estaba anunciando a los cuatro vientos que estaba capacitado para recuperar el país entero.
"Rusia ha advertido a Al Assad de que no va a jugar según sus reglas y no está dispuesta a meterse en el embolado entero, sino que su principal objetivo es el de restringir sus pérdidas", según Gerges.
AL ASSAD MALINTERPRETA EL MENSAJE
El presidente sirio, sin embargo, o no parece haber captado la indirecta o, más probable, está absolutamente convencido de que Rusia no cortará completamente su apoyo. El mes pasado, sin ir más lejos, desdeñó la idea de una transición política en favor de un "gobierno de unidad nacional" con elementos de la oposición, "siempre bajo el actual marco constitucional". "Después", declaró a la agencia de noticias rusa Sputnik, "podremos decidir una nueva Asamblea Constituyente votada por el pueblo sirio".
Pero Al Assad, si se va, no lo hará en silencio. El analista emiratí Faisal al Yafai, considera que "si bien Rusia ha jugado con muchísima inteligencia sus cartas" en Siria, ha fallado en un aspecto importante: creer que Al Assad estaría más dispuesto a negociar desde una posición segura. "En realidad", lamentó Al Yafai, "ha sucedido lo contrario".
"Rusia es capaz de ejercer presión sobre Al Assad, pero hasta un punto", ha avisado Al Yafai. "El presidente no se va a marchar sin hacer ruido, en especial cuando sabe que no hay una verdadera alternativa a él, ni siquiera dentro de su régimen", añadió.
El analista Robert Ford, ex embajador estadounidense en Siria y miembro del Instituto para Oriente Próximo en Washington, coincide en que Rusia no será capaz de ordenar a Al Assad que deje el poder. La Policía secreta siria, columna vertebral de su poder, permanece intacta. "Es posible que los rusos se hayan pasado de rosca a la hora de prestar ayuda. Al Assad se siente capaz de mantener el control de las ciudades más importantes del país durante mucho tiempo", indica.
IRÁN
La gran jugada de Al Assad ha consistido en enfrentar a Rusia e Irán, sus dos grandes valedores, aprovechando las diferentes estrategias de ambos países. Rusia se centra en las relaciones tradicionales con el Ejército sirio, pero Irán ha potenciado la labor de las milicias chiíes que sirven a las órdenes de Damasco, comenzando por la guerrilla del partido milicia chií libanés Hezbolá.
"Ni siquiera estoy seguro de que Rusia quiera atreverse a obligar a Irán a que le siga la corriente. Los rusos saben que podrían perder", ha explicado Ford.
Y mientras, Al Assad está poco menos que exultante, consciente de que el entramado de poder que ha construido en Siria es tan delicado y tan dependiente de su persona que su marcha podría abocar el país al caos absoluto, lo último que desea Rusia.
"El problema del régimen es que no es capaz de producir una alternativa a sí mismo desde dentro", indica Jadur, haciéndose eco de las palabras de otro de los principales analistas sobre Siria, Sarkis Naoum. "Si los rusos creyeran que había tiempo para alcanzar una solución, habrían alcanzado ya un acuerdo con los americanos para expulsar a Al Assad sin dejar tirado al pueblo alauí", sentencia.