MADRID 15 Oct. (EUROPA PRESS) -
El Gobierno de Kenia ha rechazado el último informe elaborado por Médicos Sin Fronteras (MSF) que asegura que el 86 por ciento de los residentes en el campamento de refugiados de Dadaab, en Kenia, están en contra de su repatriación forzosa a Somalia, y ha planteado sus dudas sobre este porcentaje.
El portavoz del Ministerio de Interior, Mwenda Njoka, ha señalado que tienen "serias dudas" sobre las cifras, porque incluso la agencia de Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR) había asegurado que la mayoría querían regresar a su país.
"ACNUR vio que muchos refugiados están dispuestos a irse. Nosotros sólo estamos limitados por la falta de financiación, por eso la repatriación está yendo tan lenta", ha asegurado Njoka, según declaraciones recogidas por el diario keniano 'Daily Nation'.
Asimismo, el portavoz de Interior ha acusado a MSF de haber publicado unos datos que "son parte de los intereses de la organización" de "seguir teniendo presencia en Dadaab y ganar grandes sueldos".
Por su parte, el grupo médico, que dirige el hospital ubicado en el campamento de Dadaab, ha defendido sus cifras señalando que están dentro del rango de las cifras que baraja ACNUR y que ya hizo públicas con anterioridad, señalando que sólo un cuarto de los refugiados quiere regresar.
"La última encuesta que hizo ACNUR en Dadaab, en agosto, mostró que sólo el 25 por ciento de los refugiados estaba dispuesto a regresar", ha señalado el coordinador de comunicación de MSF para el este de África, Yann Libessart. "No difiere tanto de nuestra cifra", ha apuntado.
Asimismo, MSF se ha defendido de las acusaciones del Gobierno de Kenia y ha negado que tengan intereses en publicar este informe, argumentando que incluso algunos de sus trabajadores habían muerto o sido secuestrados por haber trabajado en Dadaab.
Según el informe de MSF, los refugiados que no quieren regresar a Somalia argumentan que temen ser víctimas de violencia sexual y reclutamiento forzoso. En este sentido, Njoka ha señalado que no sería realista esperar que toda Somalia sea segura.
"Por supuesto que no toda Somalia es insegura. Hay partes que ya son seguras, y esas son las áreas a las que queremos que (los refugiados) vayan", ha defendido.
Las autoridades kenianas anunciaron a finales de mayo que cerraría el campamento, iniciando en junio un proceso de salidas "voluntarias" del campamento.
Los residentes, que no tienen permitido abandonar el campamento para viajar o trabajar, viven en condiciones de hacinamiento y tienen que hacer grandes colas para conseguir agua y alimentos.
Sin embargo, un informe publicado por la organización no gubernamental Médicos Sin Fronteras (MSF) recoge que la inmensa mayoría de los cerca de 277.000 refugiados del campamento, el más grande del mundo, no quieren volver a su país.
"Las condiciones en el campamento no son prometedoras, pero aun así son el cielo en comparación con volver a Somalia", ha dicho uno de los refugiados, según ha recogido el diario británico 'The Independent'.
INSEGURIDAD EN EL PAÍS
La principal preocupación de los refugiados es la seguridad, ya que casi el 97,5 por ciento ha dicho que el riesgo de reclutamiento forzoso es alto, una cifra similar al 97 por ciento de ser víctimas de violencia sexual.
Así, el 80 por ciento de los encuestados ha dicho que Somalia es un país "muy inseguro", por el 96 por ciento que considera que Dadaab es "muy seguro", a pesar de las malas condiciones.
En este sentido, un líder comunitario del campamento ha recalcado que "Somalia no está ahora en posición de cuidar de sí mismo, por lo que trasladar a los refugiados implica exponerles a un peligro inminente".
Por su parte, MSF ha dicho que se opone "firmemente" a la decisión de Kenia, asegurando que "cientos de miles de vidas serán puestas en riesgo".
"Lo que está claro es que regresar a Somalia tendrá consecuencias desastrosas para la salud de la gente", ha dicho la directora de la misión de la ONG en Kenia, Lisebeth Aelbrecht.
Así, ha argumentado que "aumentará su vulnerabilidad a la malnutrición, debilitará su sistema inmunitario y les hará más vulnerable a enfermedades infecciosas".
CIERRE POR "SEGURIDAD"
El ministro del Interior keniano, Joseph Nkaissery, recalcó en junio que la decisión de cerrar el campamento no tiene vuelta atrás, argumentando que Dadaab se ha convertido en un centro de operaciones de la milicia islamista somalí Al Shabaab.
El Gobierno keniano ha asegurado que varios de los últimos atentados en el país, como los del centro comercial Westgate y la Universidad de Garissa, fueron planificados en el campamento de refugiados.
El propio Nkaissery recalcó previamente que "los campamentos de refugiados no son asentamientos permanentes ni centros migratorios", al tiempo que sostuvo que habían supuesto un gran coste para los contribuyentes.
"Los campamentos están saturados. Fueron construidos para mucha menos gente, y la comunidad internacional no ha hecho nada para hacer frente a la situación. El impacto ambiental ha sido desastroso para las comunidades de acogida", remachó.
EL ACUERDO DE 2013
Somalia, Kenia y el Alto Comisionado de Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR) firmaron un pacto en 2013 para la repatriación voluntaria de refugiados somalíes, algunos de los cuales habían vivido en Dadaab durante décadas. Desde Nairobi alegan que el proceso de implementación de dicha medida ha sido demasiado lento.
ACNUR anunció en enero su intención de repatriar a unas 50.000 personas en 2016, pero debido a las dificultades que está teniendo el Gobierno de Somalia, que aún se encuentra en conflicto con el grupo insurgente Al Shabaab, ha reconocido que puede que no llegue a cumplir objetivo para este año.
El campo de refugiados de Dadaab, que se extiende a lo largo del noreste de Kenia, ha disminuido mucho su número de refugiados, que llegó a alcanzar el medio millón de personas, ya que muchos están volviendo a sus hogares mientras Somalia parece recuperarse lentamente del conflicto.