Peshmerga kurdistán iraquí
REUTERS / AKO RASHEED
Actualizado: domingo, 24 septiembre 2017 10:37

La votación afectará a 30 millones de kurdos, uno de los pueblos sin estado soberano más numerosos del mundo

MADRID, 24 Sep. (EUROPA PRESS) -

Casi un millón de kurdos están registrados para votar mañana en las urnas un histórico referéndum de independencia con el objetivo de convertir el actual Kurdistán iraquí en un estado soberano, en un plebiscito convocado a pesar del tajante rechazo del Gobierno central de Bagdad, sin respaldo de la comunidad internacional, en medio de la guerra abierta contra Estado Islámico, y como expresión de una realidad donde la separación entre pueblos va más allá de las líneas sectarias y étnicas y alcanza a actitudes, modos de vida y opiniones sobre un modelo ideal de Gobierno.

Este plebiscito es una repetición del sucedido en 2005, donde un 98 por ciento de los kurdos se pronunciaron a favor de la independencia. El de este lunes se diferencia en un aspecto crucial: a diferencia del ocurrdo hace 12 años, este referéndum está aprobado por las autoridades regionales, y su resultado será vinculante.

El resultado de la votación afectará a 30 millones de kurdos, una de las poblaciones sin estado oficial más grandes del mundo, repartidos principalmente en las montañas de Irán, Siria, Irak y Turquía y divididos a su vez en pequeñas comunidades marcadas por un férreo sentido de la identidad local por delante del gran concepto de la unidad nacional kurda, por no mencionar la división existente entre los kurdos integrados ahora en núcleos urbanos como Estambul, Damasco o Teherán, y quienes todavía conservan tradiciones milenarias en los terrenos montañosos que conectan estos países.

Son tradiciones como por ejemplo el Nouruz, la festividad del año nuevo del calendario persa, que ni siquiera la presión de grupos yihadistas como Estado Islámico ha conseguido extinguir.

La causa principal del referéndum, aducen las autoridades del Kurdistán iraquí, tiene su origen en la marginación histórica de la que dicen haber sido objeto por parte de las autoridades de Bagdad, a las que acusan de violar más de 50 artículos de la actual Constitución iraquí referentes a su autonomía -- en particular el 140, referido a la propiedad de zonas de Kirkuk, rica en petróleo --.

La Carta Magna iraquí en vigor data de 2005, en el principio de la era post Sadam Husein, y otorgaba al enclave un amplio grado de autonomía que Bagdad no ha respetado, a juicio del Gobierno kurdo, con su presidente Masud Barzani a la cabeza.

"Se ha acabado el tiempo de negociar", declaró el pasado viernes Barzani durante un multitudinario discurso en la capital kurda, Erbil. "La decisión ya no depende de un partido ni de una persona. El referéndum tendrá lugar en la fecha establecida", añadió justo antes de que una delegación kurda se dirigiera a Bagdad para ratificar ante las autoridades iraquíes la celebración del plebiscito, que contiene una única pregunta: "¿Quiere que la región del Kurdistán y que las zonas fuera de la administración se conviertan en un estado independiente?".

EN MITAD DE LA GUERRA

La guerra contra Estado Islámico ha acelerado los acontecimientos. Primero, por exacerbar el ánimo nacionalista gracias a las victorias de los guerrilleros kurdos, los peshmerga, considerados por Estados Unidos como un baluarte indispensable para combatir por los yihadistas.

Y segundo, e igual de importante: ha aumentado la dependencia de la región de países como Irán o Turquía, país este último que se opone a la independencia del Kurdistán iraquí -- al encontrarse Ankara en medio de una guerra con el partido milicia kurdo PKK -- y que ha amenazado con cortar relaciones económicas con la región.

Así, el rechazo de Turquía podría cortar las piernas a la economía de un futuro estado kurdo, dado que Ankara tiene la capacidad de entregar a los kurdos una corriente de fondos independiente gracias a las ventas de crudo, en opinión del grupo de expertos International Crisis Group.

No obstante, y frente a esta situación, Rusia ha acudido pronta al rescate. El Kremlin no se ha pronunciado en claros términos sobre el referéndum pero siempre ha apostado por el derecho de los kurdos a la autodeterminación y, recientemente, el gigante energético Rosneft ha anunciado una multimillonaria inversión en el Kurdistán, lo que proporcionaría a las autoridades kurdas un importante respaldo económico en el caso de que culminaran sus ambiciones independentistas.

El de Rusia parece ser el único apoyo nítido. Naciones Unidas ha manifestado su disconformidad con el referéndum y se ha remitido a la opinón del Gobierno de Bagdad, que niega cualquier tipo de marginación y califica la iniciativa como de "anticonstitucional". Estados Unidos, por su parte, ha intentado negociar infructuosamente con el Kurdistán iraquí un aplazamiento del referéndum.

El secretario de Estado norteamericano, Rex Tillerson, "preferiría que el plebiscito ocurriera en otro momento", según un comunicado de su departamento remitido esta semana, "y ha reiterado su apuesta a favor del diálogo y la negociación entre la región del Kurdistán y Bagdad".

Buena parte de la población kurda ve en Estados Unidos a una fuerza amiga, que les protegió de las armas químicas de Sadam Husein durante la guerra del Golfo, en 1991, al declarar una zona de exclusión aérea en el territorio. Aunque la autonomía del Kurdistán fue declarada originalmente en 1970, fue esta zona de exclusión amparada por Naciones Unidas la base sobre la que se cimentó la actual región kurda (de hecho, actuales localidades en disputa como Kirkuk no formaban parte de esta dicha zona). Con todo, las peticiones de Tillerson han caído en saco roto.

El conflicto armado actual contra Estado Islámico, en suma, ha terminado, en suma, por exacerbar una situación enormemente compleja. Ahora mismo no existe una oposición nítida al referéndum dentro del Kurdistán, pero ello no quiere decir ni mucho menos que todas las partes a favor estén unidas en pro de un mismo objetivo.

Hay que recordar en este sentido las históricas tensiones existentes entre las dos fuerzas políticas dominantes en el enclave: el Partido Democrático del Kurdistán (PDK) que lidera Barzani y la Unión Patriótica del Kurdistán (UPK), dirigida por el ex presidente iraquí Jalal Talabani, que a mediados de la década de los 90 protagonizaron un conficto armado que costó la vida a más de 2.000 personas. De hecho, opositores internos al referéndum -- no muchos pero prominentes, como el empresario Shaswar Abdulwahid Qadir, responsable de la plataforma "Por ahora, no" -- creen que Barzani está usando el plebiscito para perpetuarse en el poder.

El Kurdistán es un lugar formado por numerosas comunidades cuyas afinidades cambian de un día para otro. Estado Islámico ha servido como un factor unificador por un lado, pero esta aceleración de los acontecimientos, en parte por las armas recibidas por los kurdos de manos principalmente de Estados Unidos, podría acabar desembocando en la desintegración inmediata de un futuro Kurdistán independiente, si a ello se suma la gran característica histórica de esta región: un conjunto de individuos dispuestos a luchar por su propia tierra frente a cualquier tipo de autoridad, a cualquier escala.

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