ESTAMBUL (TURQUÍA), 18 (EUROPA PRESS/Ildefonso González)
La campaña para los comicios legislativos anticipados del 22 de julio en Turquía ha estado marcada por las descalificaciones personales entre los líderes de los principales partidos políticos, así como por una batería de promesas populistas destinadas a movilizar a un electorado desmotivado pero no estúpido.
El primer ministro turco, Recep Tayyip Erdogan, se ha convertido en el blanco preferido de los ataques de la oposición. En un intento desesperado por desprestigiar su figura y arañarle popularidad, sus detractores le han dedicado decenas de críticas que a más de un candidato le podrían llevar hasta los tribunales. El flanco por el que recibió más embestidas fue el de la lucha contra el terrorismo, precisamente uno de los puntos débiles de la política del AKP durante sus cuatro años y medio de mandato.
El líder del Partido Republicano del Pueblo (CHP, socialdemócrata), Deniz Baykal, comparó a Erdogan con un animal, denunció que estaba regalando monedas de oro para conseguir más votos y le acusó de buscar una coalición con "las prolongaciones del PKK" (Partido de los Trabajadores del Kurdistán), considerado una organización terrorista por Turquía, Estados Unidos y la Unión Europea (UE). "Atención, los votos que vayan al AKP irán a una coalición entre el AKP y las prolongaciones del PKK", alertó Baykal durante un mitin. Sin embargo, Erdogan rechazó después que su formación vaya a aceptar una propuesta de alianza hecha por el Partido de la Sociedad Democrática (DTP, prokurdo).
En este sentido, el jefe del Partido de Acción Nacionalista (MHP, ultranacionalista), Devlet Bahçeli, advirtió de que Erdogan representa "un riesgo muy serio para la seguridad de Turquía". "Su mentalidad equivale a la de 5.000 terroristas", aseguró del primer ministro, a quien responsabilizó de una "política laxa con respecto al PKK" y de "capitulación frente al mundialismo". Asimismo, calificó a Erdogan como "el mayor terrorista y pirómano político", responsable de "un régimen de coerción inmoral e ilegal que alcanza las dimensiones de un terrorismo de Estado".
El enfrentamiento entre Erdogan y Bahçeli no se quedó ahí, sino que derivó en una dinámica de ataques y contraataques en torno a un instrumento como la soga. Durante un mitin, el jefe de filas del MHP indicó que el primer ministro había encontrado dinero para comprarle un barco a uno de sus hijos, pero no una cuerda para colgar al cabecilla del PKK, Abdulá Ocalan, en una cárcel turca desde 1999. "Aquí la tienes, cógela y cuelga a Ocalan", señaló arrojando una cuerda a sus seguidores. Días después, Erdogan le recordó a Bahçeli que el líder del MHP era viceprimer ministro cuando Turquía abolió la pena de muerte, lo que impidió que Ocalan fuera ahorcado.
A continuación, Bahçeli anotó la disposición de su partido a restaurar la pena capital para quien cometa atentados y crímenes de guerra, ya que su derogación "no ha ayudado en la lucha contra el terrorismo". A favor de la horca se situó también un diputado del MHP condenado a muerte en 1985 por asesinar a un empresario de izquierdas. Atila Kaya, candidato del MHP a las elecciones del 22 de julio por la provincia de Estambul, se benefició de una conmutación de pena por cadena perpetua y en 1991 fue amnistiado. "La ejecución debería aplicarse para algunos crímenes", defendió hace unos días.
Erdogan, cansado de ser la diana recurrente de los dardos dialécticos del MHP, denunció a Bahçeli por "violar los límites de la crítica y la libertad de expresión" y le exigió 20.000 liras (cerca de 11.500 euros) como indemnización por daños a su imagen. Asimismo, recurrió ante el Tribunal Electoral Supremo y la Fiscalía de Ankara para que se retiraran y prohibiesen unos carteles electorales del CHP en los que se criticaba que uno de sus hijos tuviera un barco de tres millones de dólares después de disfrutar de una beca de estudios hace cuatro años. Finalmente, el periódico de izquierdas 'Cumhuriyet' delató que la fortuna de Erdogan aumentó un 355% entre 1994, cuando era alcalde de Estambul, y 2005, siendo ya primer ministro.
"Según entramos en la semana final de campaña para las elecciones del 22 de julio, vemos con tristeza cómo nuestros líderes pierden los estribos. Sus ataques han estado lejos de ser civilizados y, aún así, les soportamos", declaraba la semana pasada el columnista turco Ilnur Cevik. "Le doy gracias a Dios porque estas elecciones hayan sido imprevistas y los líderes (políticos) no hayan tenido más tiempo para polemizar e insultarse (...) Necesitamos un diálogo civilizado entre la oposición y los partidos en el poder", agregaba.
LA GASOLINA, A LA MITAD
Durante la campaña electoral tampoco han faltado las tradicionales promesas populistas, que en Turquía han alcanzado tintes surrealistas durante el último medio siglo. En la década de 1950, un diputado garantizó que si salía elegido de nuevo como parlamentario llevaría el mar hasta la provincia de Kayseri, situada en plena meseta de la península de Anatolia y, por tanto, a varios cientos de kilómetros de la playa más cercana.
Igual o más rocambolescas fueron las propuestas que hicieron Necmettin Erbakan y Tansu Çiller, futuros primeros ministros en los años 90. El primero aseguró que construiría 100.000 tanques y 10.000 aviones caza, mientras que la segunda dijo que le entregaría un coche y una casa a cada turco en los primeros cien días de su mandato si entre todos la llevaban hasta el Gobierno.
En los comicios del 22 de julio, la iniciativa de las promesas electorales irrealizables ha corrido a cargo de Cem Uzan, líder del Partido Joven (GP). Lamentablemente, otras muchas formaciones han recuperado, o directamente copiado, las ideas del joven empresario, en un intento desesperado y fútil por ganarse el favor del electorado. La táctica de Uzan le podría reportar pingües beneficios, ya que más de un sondeo pronostica su entrada en el nuevo Parlamento. Mientras, varios miembros de su familia llevan varios años huidos de la Justicia por protagonizar uno de los mayores escándalos bancarios de la historia reciente de Turquía.
Entre las propuestas del GP destacan recortar el precio del litro de diesel a la mitad, dejándolo en 1 lira (poco más de medio euro), y eliminar la selectividad (OSS en Turquía). Mientras, el MHP ha asegurado que fomentará la industria de los dibujos animados y que llevará internet a cada hogar turco. Finalmente, el Partido Independiente de Turquía (BTP) se ha comprometido a pagarle 500 liras (285 euros) mensuales a las amas de casa y 250 liras (casi 150 euros) a los niños, que no sabemos cuántos caramelos se podrían comprar con ese dinero.
"'Si salgo elegido' son las palabras mágicas de la política local. Sirven para justificar la capacidad de los políticos para defender una retórica incoherente, hacer promesas inalcanzables, cambiarlas constantemente y, en la mayoría de los casos, borrar automáticamente sus palabras un día después de las elecciones", ha señalado la prensa turca. Sin embargo, hay quienes están empezando a cambiar la fórmula del "si salgo elegido" por su contraria. Esta semana, Erdogan aseguró que se retiraría de la política si el AKP no lograba una mayoría suficiente para gobernar en solitario.