Las organizaciones terroristas han aprovechado el caos para ganar terreno y suponen una amenaza para el país y la región
MADRID, 7 Feb. (EDIZIONES) -
Hace cinco años los libios se levantaron para derrocar al régimen de Muamar Gadafi, tras cuatro décadas de gobierno con puño de hierro del país, y lo hicieron con la esperanza de emular el éxito alcanzado por sus vecinos de Túnez y Egipto. Cinco años después, Libia está sumida en el caos y dividida entre dos gobiernos que siguen sin terminar de reconciliarse.
El año 2015 terminó de forma esperanzadora tras el acuerdo para la formación de un gobierno de unidad nacional alcanzado gracias a la mediación de la ONU entre los dos gobiernos rivales, el de Tobruk, reconocido internacionalmente, y el de Trípoli. El 19 de enero, el nuevo Consejo de Unidad Presidencial, formado tras el acuerdo, presentó a los miembros del gabinete del futuro gobierno de unidad, que fueron rechazados días después por el gobierno de Tobruk.
Así pues, la reconciliación entre las dos partes enfrentadas parece alejarse por el momento, mientras el caos que esta situación ha generado por la ausencia de un gobierno fuerte que controle el país ha sido aprovechado por las distintas facciones armadas, pero sobre todo por los grupos terroristas, para ganar posiciones en Libia.
"Libia es el candidato perfecto para un nuevo refugio seguro para los combatientes yihadistas", advierte la organización especializada en seguridad The Soufan Group en su último informe sobre este país titulado 'Libia, extremismo y las consecuencias del colapso', recalcando que "un estado fallido en Libia podría ser desastroso para el norte de África y Europa, así como para la comunidad internacional en su conjunto".
Según su análisis, en estos cinco años Al Qaeda ha afianzado su presencia en el país mientras que Estado Islámico se ha establecido con firmeza en Libia y trata de emular su control del territorio alcanzado en Siria e Irak.
ESTADO ISLÁMICO
Su presencia y consolidación en Libia fue una decisión de la própia cúpula de la organización terrorista, que en la primavera de 2014 envió a varios destacados yihadistas, entre ellos el iraquí Abú Nabil al Anbari, un veterano miembro de lo que fuera Al Qaeda en Irak (precedente de Estado Islámico).
Estos yihadistas, junto con otro grupo islamista local asentado en la ciudad de Derna, en el este del país, proclamaron en octubre de 2014 la 'wilaya' de Derna. Sin embargo, el Consejo de la Shura de los Muyahidines de Derna, dominados por la Brigada de los Mártires de Abú Salim --integrada por antiguos miembros del Grupo Islámico Combatiente Libio (GICL), consiguió tras intensos combates expulsarles de la ciudad en junio de 2015.
Desde entonces, según Soufan Group, Estado Islámico continúa presente en los alrededores de la misma y también cuenta con una cierta presencia en Benghazi, la segunda ciudad del país, situada en el este. Sin embargo, el principal bastión de la organización terrorista se encuentra ahora en Sirte, la ciudad natal de Gadafi.
Desde finales de mayo, Estado Islámico controla esta ciudad, donde ha encontrado una resistencia mucho menor, en buena medida por la presencia de 'gadafistas' desilusionados y de desertores de Ansar al Sharia en Libia, y todo apunta a que quiere hacer de ella lo que supone Raqqa en Siria o Mosul en Irak.
Estado Islámico se está aprovechando de las "lucrativas redes de contrabando que florecen en el país", pero principalmente mediante la recaudación de impuestos, según el informe, y en los últimos tiempos ha puesto su punto de mira en el sector petrolero, como lo demuestra los ataques a principios de año en los puertos petroleros de Ras Lanuf y Es Sider.
Según Soufan Group, "Estado Islámico está trabajando agresivamente para expandirse en Libia y se está viendo ayudada por la entrada en sus filas de combatientes extranjeros, muchos de los cuales han viajado desde los vecinos Túnez, Argelia y Egipto".
AL QAEDA
Ya antes de la caída de Gadafi, la presencia de grupos islamistas en Libia había sido constante, principalmente en el este con el GICL, algunos de cuyos líderes pasaron a engrosar las filas de Al Qaeda con el tiempo, como Abu Yahya al Libi. Según Soufan Group, "las ciudades de Derna y Benghazi siguen siendo focos de apoyo para Al Qaeda y sus filiales y sirven como importante nodo para las actividades del grupo en el norte de África".
Aunque su presencia en Libia "es menos observable desde el exterior", lo cierto es que Al Qaeda, y en particular su filial Al Qaeda en el Magreb Islámico (AQMI), ha aprovechado el vacío de poder para "establecer una base económica y estratégica en Libia". En este tiempo, ha aprovechado sus actividades de contrabando para forjar fuertes "alianzas con las tribus nómadas tuareg, que a menudo sirven como guías para sus bandas de contrabando".
Según Soufan Group, hay una fuerte presencia de milicianos de AQMI y de Al Murabitún, una facción escincida liderada por Mojtar Belmojtar que en los últimos tiempos parece haber vuelto a su matriz, en los montes Acacus, en la frontera con Argelia, así como en la localidad fronteriza de Ghat, tradicionalmente tuareg.
También se ha constatado una "fuerte presencia en el puerto occidental de Zuwara", uno de los pricipales puntos de salida de los barcos con inmigrantes y refugiados hacia Europa desde Libia.
El análisis llama la atención sobre el hecho de que "Al Qaeda también se ha integrado en la alianza más amplia del Congreso General Nacional (GNC)", el gobierno de Trípoli no reconocido internacionalmente y respaldado por una lianza de milicias islamistas conocida como 'Amanecer de Libia'. "Los lazos con el GNC y con Amanecer de Libia también permitirán a Ansar al Sharia en Libia, y por extensión, a Al Qaeda, garantizar una presencia en cualquier futuro gobierno de unidad".
¿INTERVENCIÓN INTERNACIONAL?
Ante esta situación, y las consecuencias que para el país, la región y la seguridad de Europa puede tener, cada vez son más las voces que hablan de una posible intervención militar internacional en Libia, si bien hasta la fecha se ha tratado de adscribirla a que el futuro gobierno de unidad la pida.
Sin embargo, la falta de perspectivas de que pueda haber un gobierno estable y consolidado en un futuro próximo ha hecho sonar tambores de guerra. Este mismo miércoles, el portavoz de la Casa Blanca, Josh Earnest, aseguró que Estados Unidos pasará a la "acción" en Libia contra Estado Islámico "si es necesario".
Para Mattia Toaldo, experto en Libia del Consejo Europeo sobre Relaciones Exteriores (ECFR), la intervención en ciernes contra Estado Islámico en Libia es un "plan de emergencia que no funcionará". "Como anteriores intervenciones en Afganistán, Libia, Siria e Irak han demostrado ampliamente, ninguna intervención militar puede tener éxito sin una estrategia política para tratar con el país en el que se produce", advierte en un reciente artículo de este 'think-tank'.
En este sentido, el experto defiende que aunque los líderes occidentales se estén viendo presionados a "hacer algo" es mejor "no hacer estupideces". "En este caso, una intervención desprovista de una estrategia política libia podría ser peor que ninguna intervención por varios motivos".
Primero, explica, porque "en estos momentos Estado Islámico es principalmente una fuerza extranjera" y una intervención podría servir de argumento para sumarle apoyo y combatientes entre la población.
Segundo, porque los "señores de la guerra y los poderes regionales" quedarían "libres para seguir la partición de facto del país y para seguir peleando por las riquezas del país".
Tercero, porque viendo el resultado de la intervención en otros países como Siria, es "poco probable que los libios den la bienvenida a una intervención" cuyo resultado podría ser "un enredo occidental a largo plazo" con pocos beneficios para ellos ni para Occidente.