MADRID, 27 May. (EUROPA PRESS) -
La moneda nacional libanesa ha perdido ya un 95 por ciento de su valor antes del estallido del último episodio, en verano de 2019, de una crisis económica tan grave como endémica que ha arrastrado a la mitad de la población por debajo del umbral de la pobreza, y cotiza ya en los mercados paralelos a 37.000 libras por dólar, en mínimos históricos.
La escasez de dólares en un país donde ambas monedas se usan de manera prácticamente simultánea y el tipo de cambio oficial (1.500 libras por dólar, fijo hasta ahora) apenas se emplea salvo en transacciones con el Estado, como el pago de impuestos.
Las consecuencias han sido devastadoras. Los precios del combustible se han disparado casi un 25 por ciento en tres semanas a pesar de los esfuerzos de las autoridades financieras para intentar atajar el desplome, por ejemplo a través del uso de sus reservas en dólares en el extranjero para financiar su propia plataforma de cambio, Sayrafa (donde el tipo de cambio ya alcanza las 24.600 libras por dólar).
Este ejemplo de ingeniería financiera se ha resquebrajado en los últimos meses por el aumento del coste de las importaciones debido a la guerra de Ucrania, y ha terminado por retroalimentar la multitud de factores que han asfixiado las buenas perspectivas que ofrecía esta plataforma.
La hiperinflación en el país ha alcanzado un 206 por ciento en abril, la Asociación Nacional de Bancos ha rechazado los últimos planes de reforma económica anunciados por el último Gobierno --a la espera de culminar las negociaciones con el FMI para un préstamo de emergencia-- y las conversaciones políticas para la formación de un nuevo Gobierno tras las elecciones legislativas del pasado día 15 están paralizadas.
Todo esto ocurre a punto de la llegada del verano y las autoridades temen una repetición de lo ocurrido hace doce meses, cuando el país casi acabó al borde del colapso total, sin liquidez y con un enorme porcentaje de la población dependiendo casi exclusivamente del mercado negro para comprar combustible para generadores privados, así como medicamentos. La capital del país, Beirut, fue escenario el martes de episodios de racionamiento de agua.
Mientras, la solución tras las elecciones legislativas sigue sin final a la vista tras una votación en la que el partido-milicia chií Hezbolá y sus aliados perdieron su mayoría en el Parlamento y en las que los principales ganadores fueron Fuerzas Libanesas, que se convierte en el primer partido cristiano en la Asamblea, y a los movimientos de protesta contra la crisis, que recabaron trece escaños.