CAIRO, 25 Ene. (Reuters/EP) -
En enero de 2011, la periodista Esraa Abdelfatá ayudó a prender las llamas de la revolución en las calles de Egipto, por su activismo fue nominada ese mismo año al Premio Nobel de la Paz. Cinco años más tarde, Abdelfatá es víctima de la marginación y los insultos. La nueva "enemiga de Egipto" es rehuida por sus compatriotas en las mismas calles que un día celebraban la caída del Gobierno autócrata de Hosni Mubarak. No obstante, la activista no ha perdido la esperanza y sueña con que algún día la revolución vuelva a hacerse eco en la plaza cairota de Tahrir.
"Ellos dicen de mí que soy una traidora, una espía extranjera y que hemos destruido el país. Oigo esto cada vez que me cruzo con gente por la calle", ha lamentado Abdelfatá. "Algunas personas todavía me preguntan: ¿qué tenía de malo Mubarak?", ha añadido.
Abdelfatá y un pequeño círculo de activistas fueron durante un tiempo la imagen de Egipto para la esperanza, para acabar con la corrupción y la represión. El nuevo amanecer de una era marcada por la libertad de expresión y el respeto estatal hacia los ciudadanos.
Hoy, se perfila como una figura solitaria en su pequeño apartamento, esperando que los egipcios vuelvan a levantarse en aras de la democracia, a pesar de la feroz represión que se extiende actualmente en el país.
"No sé si las personas tomarán mañana las calles, o el próximo año, o el siguiente", ha afirmado la periodista, de 39 años de edad, en su apartamento de Sheij Zayed, a las afueras de El Cairo. "La revolución es la gente que reclama libertad, pan, justicia y dignidad. Las personas siempre demandarán esto", ha añadido. Abdelfatá ayudó a organizar las manifestaciones que comenzaron el 25 de enero y que 18 días más tarde consiguieron acabar con el autoritario Gobierno de Mubarak, tras más de 30 años en el poder.
Los Hermanos Musulmanes triunfaron en las primeras elecciones democráticas celebradas en Egipto tras la caída del dictador. Un año después, el golpe militar perpetrado por el general Abdelfatá al Sisi expulsaría al Gobierno islámico del poder. El golpe, sería respaldado por los ciudadanos egipcios, que hartos de la inestabilidad política, secundaron a Al Sisi en las urnas.
Abdelfatá cofundó el Movimiento del 6 de Abril, una de las principales fuerzas en las manifestaciones de 2011. Conocida como "la chica de Facebook", ella y otros activistas en las redes sociales lanzaron una web que instaba a la gente joven a manifestarse para apoyar a los trabajadores de un pueblo industrial. Abdelfatá fue arrestada, aunque no fue retenida por largo tiempo.
ARRESTOS MASIVOS
Abdelfatá ha denunciado que las protestas no salen tan baratas con el régimen de Al Sisi, el nuevo presidente militar del país. Las fuerzas de seguridad bajo las órdenes del general han arrestado a cerca de 40.000 activistas políticos, islamistas y liberales, según estimaciones de organizaciones para la defensa de los Derechos Humanos.
Ahora, protestar sin permiso policial es un crimen y, tras los efectos que generaron estas manifestaciones en 2011 y que acabaron con la caída de Mubarak, Al Sisi no planea permitir ninguna concentración por el momento.
"Si protestas, eres encarcelado. Incluso la gente que escribe sus opiniones en Facebook o Twitter es cuestionada por sus comentarios", ha lamentado Abdelfatá.
Los medios estatales han tildado a la periodista y a otros activistas claves en las manifestaciones de 2011 en Egipto como "enemigos". Aquellos que no se encuentran entre rejas se sienten unos parias, aunque Abdelfatá ha afirmado que aún no ha perdido la esperanza.
"Ninguna persona pensaría que la revolución del 25 de enero daría esa imagen al mundo. La idea y el sueño de una revolución está todavía ahí, lo veo en los ojos de las jóvenes generaciones", ha exclamado. "Estoy preparada para jugar cualquier papel, grande o pequeño, para completar esta revolución. Podré ser encerrada por un tweet o por cualquier cosa que escriba", ha añadido. Abdelfatá ha sostenido que la represión del Gobierno contra la oposición prenderá nuevamente una llama que hará resurgir las llamadas hacia la libertad.
"Esto no puede continuar así, el creciente número de inocentes detenidos. Hay familias enteras que han sido destruidas", ha criticado la activista egipcia. "Hay gente que ha sido arrestada sin ningún cargo. Pueden pasar hasta tres o cuatro años en la cárcel. No creo que esto pueda continuar así. La revolución vive dentro de nosotros. Volverá", ha afirmado.
Abdelfatá no necesita mirar demasiado lejos para recordar que Al Sisi tiene el poder. A su lado, se puede ver un dibujo hecho a mano por sus amigos para darle ánimos. "Deja volar a Esraa", se lee en el cartel.
Los egipcios favorables al Gobierno denuncian que ella y otros activistas reciben fondos del exterior para incitar las protestas y conspirar contra el Estado. Ellos niegan las acusaciones, que no han podido ser probadas ante un tribunal, pero sobre Abdelfatá todavía pesa una prohibición que le impide salir del país.