BRUSELAS, 15 Oct. (EUROPA PRESS) -
Los jefes de Estado y de Gobierno han aparcado hasta diciembre el debate sobre si el bloque debe elevar la meta de reducción de emisiones de gases de efecto invernadero para 2030 desde el 40 por ciento fijado en la actualidad hasta el 55 por ciento que propone la Comisión Europea, con respecto a los niveles de 1990.
Los líderes europeos han mantenido un primer intercambio de opiniones sobre esta cuestión durante la cena de este jueves. El asunto siempre estuvo en la agenda de los Veintisiete como un mero debate de orientación y en ningún caso se pretendía llegar a un acuerdo al respecto.
Las expectativas se han cumplido y los jefes de Estado y de Gobierno del bloque se han comprometido a retomar la cuestión en su reunión de diciembre con el objetivo de alcanzar un consenso sobre el nuevo nivel de ambición europea en materia climática.
"El Consejo Europeo volverá a esta cuestión en su encuentro de diciembre con la intención de acordar un nuevo objetivo de reducción de emisiones para 2030", señala el texto de conclusiones adoptado por los líderes europeos este jueves.
La UE se ha fijado la meta de lograr en 2050 la neutralidad climática (reducir al máximo las emisiones de dióxido de carbono y que las pocas que haya queden compensadas, por ejemplo, por la acción de los bosques). Pero para conseguirlo es necesario elevar el objetivo intermedio al finalizar esta década, que se sitúa en el 40 por ciento y resulta insuficiente. El Parlamento Europeo ha reclamado una disminución del 60 por ciento.
Las capitales europeas han mostrado en el pasado una falta de unanimidad sobre la senda hacia la neutralidad climática. Así, frente a los países nórdicos, el Benelux, Francia, España o Portugal, que han liderado el bando por una mayor ambición, se sitúan los países del Este, encabezados por Polonia, que son más reacios a comprometerse a metas más exigentes.
UNA MAYORÍA SE INCLINA POR EL 55%
De cara a la cita de este jueves, once líderes (entre ellos el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez) se han alineado en una declaración conjunta con la propuesta de Bruselas y han abogado por que la UE se fije el objetivo de recortar "al menos un 55 por ciento" sus emisiones para 2030.
La misiva estaba firmada también por los presidentes o primeros ministros de Francia, Países Bajos, Luxemburgo, Suecia, Finlandia, Dinamarca, Portugal, Irlanda, Letonia y Estonia. "La UE tiene que seguir siendo líder en las transición ecológica y en los esfuerzos por reducir los efectos contaminantes del CO2", ha expresado Sánchez a su llegada a la cumbre.
El primer ministro letón, Arturs Krisjanis Karins, por su parte, ha subrayado que además de las ventajas "obvias" de una mayor ambición para el medio ambiente, establecer un objetivo "claro y elevado" puede impulsar la economía europea al dar "certidumbre" a las empresas. "Es una forma de decirle a las empresas que Europa será un mercado garantizado", ha remarcado.
A su llegada a la cumbre, la canciller de Alemania, Angela Merkel, ha asegurado que su Gobierno apoya la disminución planteada por el Ejecutivo comunitario y ha resaltado la importancia de llegar a un acuerdo en diciembre sobre esta cuestión.
EL ESTE PONE MÁS PEGAS
La ausencia del primer ministro polaco, Mateusz Morawiecki, en cuarentena tras haber mantenido un contacto estrecho con un positivo por COVID-19, ha privado a la cumbre de la voz más crítica con una mayor ambición climática de la UE.
Así, la única voz discordante en las llegadas a la reunión de los líderes ha sido la del primer ministro de República Checa, Andrej Babis, quien ve con buenos ojos el objetivo del 55 por ciento pero siempre que sea una cifra promedio en toda la UE, lo que permitiría a algunos Estados miembros no llegar tan lejos.
"Cada país tiene un 'mix' energético diferente y hay que tenerlo en cuenta", ha dicho. "Algunos pueden alcanzar una cifra mayor, pero República Checa no. Si es una media estará bien", ha añadido a continuación.
Este punto de vista ha quedado recogido en el texto pactado por los jefes de Estado y de Gobierno. En concreto, el documento especifica que todos los países contribuirán en el "esfuerzo" que supone recortar las emisiones, pero siempre "teniendo en cuenta las circunstancias nacionales y consideraciones de justicia y solidaridad".
De hecho, añade después que la Comisión Europea deberá evaluar "en profundidad" las "situaciones específicas" de cada Estado miembro y dar "más información sobre el impacto" de la transición climática en cada socio comunitario.