BRUSELAS, 22 Feb. (EUROPA PRESS) -
Los jefes de Estado y de Gobierno de la Unión Europea mostrarán este viernes su rechazo a comprometer que la elección del siguiente presidente de la Comisión Europea se limite únicamente a los 'cabeza de lista' de los partidos europeos en las elecciones europeas de 2019, tal y como defienden la Eurocámara y el actual jefe del Ejecutivo comunitario, Jean-Claude Juncker.
El modelo del 'Spitzenkandidat' (candidato principal o cabeza de lista en alemán) cuenta con el apoyo mayoritario en la Eurocámara y de la actual Comisión Europea, aunque es visto con reservas por el presidente de Francia, Emmanuel Macron.
Juncker recordó la semana pasada que él fue la "cobaya" de este sistema, que considera exitoso, y espera que se perpetúe a partir de las próximas europeas; por lo que ha instado a los grupos políticos a presentar a sus candidatos antes de que acabe este año.
En las capitales, sin embargo, este modelo es visto con recelo porque entienden que se les impone un "automatismo" que va en contra de los Tratados de la UE, que limita su capacidad de elección a la hora de elegir al presidente de la Comisión y que otorga más poder al Parlamento Europeo, según distintas fuentes europeas.
"Ser cabeza de lista no te elimina de la carrera a ser presidente de la Comisión, probablemente te da más posibilidades", ironizaba un alto funcionario europeo la víspera de la cumbre informal, "pero no lo garantiza", concluía.
Los servicios jurídicos del Consejo descartan que sea factible "garantizar" que el siguiente presidente de la Comisión Europea será uno de los candidatos a las elecciones europeas, un argumento que no contempla Bruselas, para quien promover este sistema supondría dar mayor transparencia y coherencia a las elecciones y acercaría la UE a los ciudadanos.
"No puede haber automatismos, veremos cuál es el resultado de las elecciones y después deberá haber consultas", han indicado fuentes diplomáticas, que subrayan que las reglas de la UE obligan a tener en cuenta el equilibrio demográfico, geográfico y de género en la selección.
NUEVO DISEÑO DE LA EUROCÁMARA
La reunión de los líderes de la UE a 27 tiene carácter informal y servirá
para discutir sobre la arquitectura del bloque a partir de la salida de Reino Unido, lo que pasará por una nueva composición del Parlamento Europeo --con menos eurodiputados-- y un presupuesto comunitario para el periodo 2021-2027 que perderá unos 13.000 millones de euros por la ausencia británica.
De cara a las elecciones europeas de mayo de 2019, se espera que los mandatarios den su visto bueno al nuevo reparto de escaños propuesto por la propia Eurocámara y que supondrá reducir de 751 a 705 el número de eurodiputados, pero que dará a España cinco escaños más de los 54 con que cuenta actualmente.
Con la salida de Reino Unido de la Unión Europea, que se hará efectiva en marzo de 2019, quedarán sin asignar 73 escaños hasta ahora ocupados por los británicos. De ellos 27 se repartirán entre 14 países "infrarrepresentados" y se reservarán los 46 restantes para futuras ampliaciones de la UE o para formar listas electorales panaeuropeas.
La idea de listas transnacionales, sin embargo, no ha encontrado el respaldo que pide su mayor valedor, Macron, ni entre la propia Eurocámara, ni entre el resto de líderes. Se trata de una cuestión sobre la que se puede abrir un debate, pero pensando en el largo plazo y siendo conscientes de que requeriría una profunda reforma, según las fuentes consultadas.
PRESUPUESTO EUROPEO
Los líderes de la UE a 27 llevan también en su agenda una primera discusión sobre el futuro marco financiero, sobre el que la Comisión Europea prevé presentar su propuesta formal a principios de mayo.
Bruselas ha avisado de que los gobiernos deberán incrementar su contribución para poder financiar nuevas prioridades y cubrir los fondos que la UE dejará de ingresar por la salida de Reino Unido del bloque, entre 12.000 y 14.000 millones.
Entre las líneas apuntadas por el Ejecutivo comunitario figuran recortes en los fondos que más han beneficiado a España hasta ahora, los de cohesión y el gasto agrícola, a cambio de asignar los recursos adecuados a las nuevas prioridades de la UE, como son la seguridad, la defensa y el control de la inmigración.