MADRID 4 May. (EUROPA PRESS) -
Las zonas cercanas a Raqqa, capital del autoproclamado califato del grupo terrorista Estado Islámico, fueron durante años escenario de barbaries. Uno de los puntos negros que sale ahora a la luz es la garganta de Al Hota, un cañón de 50 metros de profundidad y al que los yihadistas habrían arrojado víctimas que no profesaban su sangrienta ideología.
Una investigación de Human Rights Watch (HRW) ha sacado a la luz la transformación de lo que era un "bonito enclave natural" en un "lugar de horror", en palabras de la investigadora Sara Kayyali, que ha llamado a seguir trabajando para sacar a la luz las "miles" de ejecuciones perpetradas por Estado Islámico mientras controlaba amplias zonas de Siria e Irak.
El vuelo de un dron permite apreciar la existencia de cadáveres en el fondo del cañón de Al Hota, por lo que la ONG ha solicitado a las autoridades locales que protejan la zona, retiren los restos humanos y preserven las pruebas que sean necesarias para procesar a los responsables de los crímenes.
En toda Siria, se han localizado ya más de una veintena de fosas comunes. Durante la época en que Estado Islámico controló la zona de Al Hota, entre 2013 y 2015, sus miembros amenazaban con arrojar a los civiles al vacío, algo que los propios terroristas captaron en un vídeo difundido en redes sociales en 2014, ha asegurado Amnistía.
Una primera inspección aérea ha permitido detectar al menos seis cadáveres flotando al fondo de la garganta, pero correspondería a muertes más recientes, de acuerdo al estado de descomposición de los cuerpos. Los mapas geológicos muestran una profundidad mayor a la que se ve a simple vista, por lo que HRW considera "probable" que haya más restos.
Vecinos de la zona dan cuenta de oídas de que también grupos rebeldes han lanzado al cañón a militares de las fuerzas de Bashar al Assad y milicias afines, si bien ninguno de estos residentes lo ha visto. El área que rodea Al Hota está controlada actualmente por el Ejército Nacional Sirio, apoyado por Turquía, mientras que Raqqa sigue bajo bando de las Fuerzas Democráticas Sirias.
"Quien controle la garganta, tiene la obligación de preservar el sitio, identificar a los desaparecidos e investigar sus muertes", ha apuntado HRW, en un comunicado en el que ha lamentado la falta de avances en las pesquisas llevadas a cabo hasta ahora sobre otras fosas comunes. La lucha por el control del territorio no ayuda en estas investigaciones.