MADRID, 6 Feb. (Por Fomba Fatimata Niambali, miembro del Parlamento de Malí) -
Durante los últimos diez años han ocurrido demasiados desastres en la región de África Occidental. Para la mayoría de ellos, llegó la respuesta y se resolvieron los problemas. Pero hay un gran desastre que sucede continuamente y que tiene unas consecuencias inimaginables entre una población muy vulnerable: nuestras hijas.
La mutilación genital femenina es una práctica común en muchos países de África Occidental, incluido el mío. Y puede tener consecuencias devastadoras en las víctimas, incluidos problemas físicos y cicatrices psicológicas de por vida.
Las cifras aún son altas, a pesar de las descorazonadoras historias que cuentan las mujeres y niñas que han sufrido mutilación genital. Hace unas semanas, leí un artículo sobre una niña que había sido sometida a la ablación.
"No puedo explicar el sentimiento de terror que pasa por la mente de una niña que ha sido mutilada cuando piensa en la llegada de su boda. En el día de su boda, las novias son sometidas a otra dolorosa operación para deshacer la infibulación y permitir la consumación del matrimonio", decía.
"En la mayoría de los casos, la intervención la realiza un practicante tradicional sin anestesia y con muy poco cuidado por la higiene. A veces se realiza en el suelo del baño. Sólo cuando se ha completado este procedimiento se puede considerar que la mujer mutilada es 'libre'. Normalmente suelen tener su primera experiencia sexual esa misma noche", añadía.
¿HASTA DÓNDE HEMOS LLEGADO?
En 2014, el ratio de prevalencia de mutilación genital femenina en Malí era del 85% entre las mujeres de entre 15 y 49 años y del 84% de las niñas de hasta 14 años, según datos del Ministerio de Promoción de la Mujer, la Infancia y la Familia. Cuando lees otros informes de, por ejemplo, Guinea-Bissau, se observa que el 94,5% de las niñas y mujeres de la región de Gabu y el 92,8% de las de la región de Bafata han sido sometidas a mutilación. En Sierra Leona, la ratio es del 88,6%.
Como diputada del grupo de trabajo parlamentario contra la violencia hacia mujeres y niñas, me pregunto: "¿hasta dónde hemos llegado?". En mi opinión, las cifras deberían desagregarse para permitir una mejor lectura de la situación actual. Sería clave conocer cuáles son las niñas y las generaciones más afectadas.
Si en una cifra dada, las niñas de entre 5 y 12 años representan menos de la mitad, probablemente signifique que los esfuerzos están dando sus frutos y que se ha conseguido un gran cambio en los últimos quince años. Estos esfuerzos, no obstante, deberán continuar hasta que no se registre ningún caso más.
Una niña lee una declaración por los derechos de participación de la infancia. Foto: Plan Internacional
SUPERAR CREENCIAS Y TRADICIONES
Aún así, mucho del trabajo consiste en superar creencias tradicionales. Puede parecer un gran cambio, pero es posible. Cuando los proyectos se ponen en marcha, suelen desarrollarse durante un período de tres o cinco años, lo que no da mucho margen de tiempo para ver los resultados. Las cifras son cuantitativas, pero ¿qué hay del cambio cualitativo, del cambio de mentalidades?
Sólo la transferencia de conocimientos y concienciación de una generación a la siguiente permitirá que la práctica sea cuestionada y se ponga fin a esta lacra. Muchos problemas han aumentado, como la salud, pero las comunidades han comenzado a usar métodos más higiénicos.
No obstante, el principal escollo es que la gente que realiza esta práctica lo hace para tratar de evitar el estigma social y ahí es donde se debe trabajar y hacer propuestas.
Las madres prefieren que a sus hijas les sea practicada la mutilación en un lugar seguro y esterilizado para que puedan encontrar marido, que sean exitosas en los negocios y que dejen de ser el hazmerreír de la comunidad.
El reto aquí es entender y tener en cuenta cómo trabajan, piensan e interactúan las comunidades que practican la mutilación genital femenina. La metodología ganadora es la que asegura que toda la comunidad entiende y responde a los mensajes.
Las leyes por sí mismas no son suficientes, no garantizan el éxito, porque el cambio tiene más que ver con el entendimiento de las propias comunidades.
Una comunidad de Malí celebra la erradicación de la mutilación. Foto: Plan Internacional
UN NUEVO ENFOQUE
El enfoque utilizado por organizaciones para el desarrollo, como la organización de derechos de la infancia Plan Internacional, parece estar funcionando.
El enfoque "de niña a niña" y de "niña a padre" permite a las niñas concienciar y promocionar sus derechos entre ellas y con sus padres, utilizando métodos creativos y que no ofendan la sensibilidad de la gente, como actuaciones, dibujos, poesía o canciones. Esto ha ayudado a muchas niñas a expresarse en público y compartir sus experiencias sin miedo y sin vergüenza.
Es importante que las comunidades estén involucradas desde el principio para evitar la creación de nuevos grupos estigmatizados. Los niños y niñas, las mujeres, las circuncidadoras, los líderes locales y religiosos, los trabajadores sanitarios, las autoridades, los profesores, las organizaciones locales, las ONG y los políticos deberían tomar parte en la lucha contra la mutilación genital femenina.
La paciencia y el compromiso real son esenciales si queremos reducir significativamente los casos de mutilación genital. El camino es aún largo, pero debe haber una voluntad de cambio y debe empezar ahora. Ayudar a las niñas a escapar de la mutilación genital debe ser una prioridad.
Las autoridades locales de una comunidad maliense firman el fin de la MGF. Foto: Plan Internacional
CONCIENCIAR A LAS COMUNIDADES
Por eso, hago un llamamiento a todas las partes interesadas y a los socios para seguir concienciando a las comunidades.
Necesitamos asegurarnos de que las opiniones de las comunidades también son escuchadas, porque sólo así podemos conseguir que nos escuchen. Sólo cambiaremos mentalidades si entendemos su lógica y su forma de pensar. Para eso necesitamos tacto, tiempo y paciencia.
Por supuesto, la gente joven también tiene un papel fundamental en la lucha contra la mutilación y debemos otorgarles poder para que nos hagan llegar sus sugerencias y sus ideas. Nuestro papel es apoyarles para asegurarnos de que conseguimos ese cambio positivo para las niñas.
Fomba Fatimata Niambali es miembro del Parlamento de Mali y diputada del comité de salud y asuntos sociales del parlamento de la Comunidad Económica de Estados de África Occidental (CEDEAO). También es miembro del grupo de trabajo parlamentario contra la violencia hacia las mujeres y las niñas.