MINSK 23 Mar. (Reuters/EP) -
El presidente de Bielorrusia, Alexander Lukashenko, ha afirmado este miércoles que no quiere que su país tenga que elegir entre Rusia y la Unión Europea, después de que Bruselas levantara en febrero las sanciones que mantenía desde hace cinco años.
"Si los socios con los que estamos dialogando pretenden que elijamos entre Rusia, Polonia o la Unión Europea, no queremos estar en dicha situación", ha advertido Lukashenko.
El presidente de Bielorrusia --un país que en 2005 fue descrito como la "última dictadura de Europa" por la secretaria de Estado norteamericana, Condoleezza Rice-- tiene que afrontar un complejo equilibrio mejorando las relaciones con Bruselas sin perjudicar el crédito financiero que recibe de su principal aliado, Rusia.
El desarrollo sin incidentes de las elecciones presidenciales de octubre, la liberación de los prisioneros políticos y el papel de Lukashenko como mediador en las conversaciones de Minsk para encontrar una solución pacífica al conflicto ucraniano han mejorado las relaciones bilaterales con la Unión Europea, que en febrero levantó las sanciones contra el país. Estas restricciones fueron establecidas por Bruselas tras las elecciones de 2010, que terminaron con una gran represión contra los manifestantes que apoyan a la oposición.
"Actuaremos de tal manera que nadie podrá reprocharnos que no hay democracia. En este sentido, no habrá menos democracia aquí que en Polonia", ha subrayado Lukashenko durante la visita del ministro de Exteriores polaco, Witold Waszczykowski.
En 2015, la economía de Bielorrusia se contrajo cerca de un 4 por ciento y su moneda se devaluó un 50 por ciento con respecto al dólar estadounidense, un efecto colateral derivado de la recesión de la economía rusa. En la actualidad, Minsk está negociando con el Fondo Monetario Internacional para recibir un préstamo de 2.690 millones de euros a cambio de poner en marcha reformas económicas.
A pesar de sus vínculos con Moscú, Lukashenko no ha respaldo la anexión rusa de Crimea en 2014 y ha destacado en varias ocasiones las amistosas relaciones de Bielorrusia con el Gobierno proeuropeo de Kiev. Al mismo tiempo, Minsk se beneficia de los créditos y los suministros energéticos subvencionados de Rusia.