BRASILIA, 19 Mar. (EUROPA PRESS) -
El expresidente brasileño Luiz Inácio Lula da Silva, que se incorpora como nuevo jefe de gabinete de la actual mandataria, Dilma Roussseff, ha acudido este viernes en Sao Paulo a una de las marchas convocadas en todo el país para apoyar al Gobierno y ha afirmado que no van a permitir que haya un golpe de Estado en Brasil.
Ante miles de seguidores, el exmandatario --que está siendo investigado por la trama corrupta en Petrobras-- ha dicho que "no hay lugar para el odio" en el país y ha mostrado su disposición a unirse al Gobierno de Dilma Rousseff "para ayudar, no para pelear", tal y como informa el diario local 'O Globo'.
En su primer discurso después de aceptar el cargo de ministro en el Gobierno, Lula ha cargado contra senador opositor Aécio Neves, del Partido de la Social Democracia Brasileña (PSDB), a quien acusó de no saber perder, en referencia a su derrota ante Dilma Rousseff en las elecciones presidenciales de 2014.
En cualquier caso, pese a reiterar que la oposición está tratando de "obstaculizar" el trabajo del Ejecutivo, ha asegurado que busca acabar con esa "propagación del odio". "Lo que quiero es que aprendamos a vivir de una manera civilizada con nuestras diferencias", ha agregado el expresidente.
A lo largo de su discurso, que ha durado cerca de media hora, Lula ha instado a los militantes del Partido de los Trabajadores (PT) a "no participar en la confusión". "No respondan a la provocación", ha apostillado.
También se ha referido a la crisis económica que atraviesa el país, señalando que la mayor economía de América Latina "debe volver a crecer rápidamente para evitar la pérdida de empleos". En este sentido, ha recordado que la democracia "es la única manera de garantizar el crecimiento y la diversidad en Brasil".
SIMPATIZANTES DE LULA Y ROUSSEFF TOMAN LAS CALLES
Los simpatizantes de la presidenta brasileña y de su antecesor en el cargo, Lula, han inundado este viernes las calles de las principales ciudades para evidenciar su apoyo al Gobierno en una de las peores crisis políticas del país.
La mayor movilización ha tenido lugar en la avenida Paulista, en el corazón de Sao Paulo, donde, según datos de las organizaciones convocantes, se han agolpado 250.000 personas vestidas de rojo --color del gobernante Partido de los Trabajadores (PT)--, según informa 'Folha'.
Para evitar un incidente grave, la Policía Militar ha evacuado horas antes con cañones de agua y gases lacrimógenos a las personas que desde el miércoles se concentraban en la avenida Paulista para exigir la renuncia o el cese de Rousseff.
A pesar de esta actuación policial, se ha producido un leve enfrentamiento entre los simpatizantes del Gobierno y un pequeño grupo de opositores que ha intentado leer una carta contra Rousseff y ha tenido que buscar protección en la Policía Militar para evitar problemas mayores.
Las marchas en apoyo al Palacio de Planalto se han repetido en más de una veintena de estados. En Brasilia, las fuerzas de seguridad vigilan que los miles de manifestantes se mantengan alejados del Congreso, donde suelen desembocar con disturbios.
ESCALADA DE TENSIÓN EN BRASIL
La tensión política en el gigante sudamericano se ha disparado desde el miércoles, cuando Rousseff confirmó que Lula sería el nuevo jefe de la Casa Civil, lo que le convierte en miembro del Gobierno y, por tanto, en aforado.
El aforamiento obligaría al juez federal Sergio Moro a remitir sus pesquisas sobre la implicación de Lula en el escándalo de corrupción de Petrobras al Tribunal Supremo, donde la mayoría de los magistrados han sido designados por él y Rousseff.
Un juez federal ha suspendido el nombramiento de Lula como jefe de la Casa Civil, pero el Gobierno ha recurrido, por lo que la situación ahora es inestable. Millones de personas se han echado a las calles estos días a favor y en contra del Gobierno.