Le Pen, que desde la histórica victoria de su partido en las elecciones al Parlamento Europeo de 2014 ha sido una de las dos favoritas entre los votantes, llega a la recta final de la campaña con unos datos menos alentadores. Tras la debacle sufrida por el candidato conservador François Fillon, los sondeos auguraban una clara victoria en la primera vuelta pero en los últimos días ha visto cómo el independiente Emmanuel Macron la ha alcanzado y hasta la ha superado en algunos de los casos.
Así pues, vistos los fallos cometidos por las empresas demoscópicas con el Brexit y con Donald Trump en Estados Unidos, está por ver si lo que vaticinan los sondeos será lo que finalmente ocurra y Le Pen conseguirá uno de los dos billetes para el 7 de mayo. Consciente de ello, y de que los sondeos vaticinan una alta abstención, ha apelado a sus seguidores a movilizarse.
"Luchad por la victoria hasta el último minuto", sostuvo este lunes en un acto multitudinario en París. "Si cada patriota puede convencer esta semana a solo un abstencionista, solo a un votante indeciso, estamos seguros de que ganaremos", añadió.
Para movilizar a su electorado, Le Pen ha recurrido a uno de sus temas favoritos: la inmigración. La líder del Frente Nacional ha prometido fijar una cuota máxima de entrada a Francia de 10.000 inmigrantes al año y expulsar a todos los extranjeros que se encuentren en el radar de los servicios de Inteligencia en un plazo de dos meses, además de retirar la nacionalidad a los condenados por vínculos con el yihadismo
En este aspecto, Marine Le Pen es una digna heredera de su padre, el fundador del Frente Nacional Jean Marie Le Pen, si bien desde que tomó las riendas del partido ha buscado distanciarse de éste, sobre todo en lo que a su visión antisemita se refiere. Pese a las diferencias entre ambos, consumadas por la expulsión del progenitor del partido en agosto de 2015, Jean Marie Le Pen anunció el pasado fin de semana que votará por su hija.
ASCENSO A LA SOMBRA DE SU PADRE
Aunque la relación de padre e hija se haya enfriado hasta niveles mínimos, lo cierto es que Marine le debe su meteórico ascenso en las filas del partido. Nacida en 1968, comenzó a militar en el Frente Nacional en 1986 pero no sería hasta 1993 cuando, tras haber estudiado Derecho y haber ejercido como abogada, optó por primera vez a un escaño en la Asamblea Nacional, sin éxito.
Tras su primer fracaso en las urnas, y con el primero de sus dos divorcios en su haber, Le Pen obtuvo en 1997 su primer mandato representativo como consejera de la región de Norte-Paso de Calais y en 2000 fue elegida miembro del Buró Político del partido.
En 2002, y con ayuda entre otros de Marine, Jean Marie Le Pen consiguió dar la sorpresa y colarse en la segunda vuelta de las elecciones frente al presidente saliente, Jacques Chirac, tras imponerse sobre el primer ministro socialista Lionel Jospin. Le Pen se hizo con el 16,8 por ciento de los votos en la primera cita, pero perdió en la segunda por un contundente 82,2 por ciento logrado por Chirac.
Paradójicamente, tras el buen resultado en las presidenciales, en las que la derrota de Le Pen fue resultado del 'cordón sanitario' forjado entre la derecha y la izquierda, el Frente Nacional quedó fuera de la Asamblea en las parlamentarias de junio de ese año. La derrota pasó factura a Marine, a la que una parte del partido relegó en el Comité Central lo que desencadenó la intervención directa de su padre, que la nombró vicepresidenta en 2003.
A partir de ese momento, Marine continuaría con su carrera ascendente, logrando un escaño en el Parlamento Europeo en 2004 (donde acompañó a su padre), mientras el Frente Nacional iba en claro retroceso con un 10,4% de los votos en las presidenciales de 2007 para Jean Marie y un 4,3% en las parlamentarias, su peor resultado en 20 años. No obstante, en estos últimos comicios, Marine fue la única candidata que pasó a segunda vuelta, aunque finalmente fue derrotada.
LÍDER DEL FRENTE NACIONAL
Para finales de 2007 Marine Le Pen era ya la 'número dos' del partido, logrando en 2008 un escaño de concejal municipal, revalidando en 2009 su escaño europeo y volviendo al consejo de Norte-Paso de Calais en 2009. El anuncio de su padre en 2010 de que abandonaría la jefatura del partido y no se presentaría a las presidenciales de 2012 le puso en bandeja su ascenso a máxima dirigente del Frente Nacional, siendo ratificada en enero de 2011.
Sin embargo, si por un momento Jean Marie se pensó que con su hija al frente del partido seguiría teniendo influencia en la toma de decisiones, se equivocó. Marine se fijó como objetivo la desdemonización del partido, sobre todo suavizando el tono frente a su controvertido padre, quien ha llegado a afirmar que las cámaras de gas de los nazis son solo un "detalle" de la Segunda Guerra Mundial.
Bajo la batuta de Marine, el Frente Nacional pasó a presentarse como un partido defensor de la clase trabajadora y ha experimentado un cierto giro a la izquierda, sobre todo en materia económica, como lo demuestra su defensa de la vuelta al franco, uno de los puntos incluidos en su programa.
Este lavado de imagen, al que Marine ha contribuido con su aspecto más juvenil y amable que el de su padre, no le permitió obtener un buen resultado ni en las presidenciales ni en las parlamentarias de 2012, en las que volvió a quedarse sin escaño aunque en una pugna mucho más ajustada que en ocasiones anteriores, si bien el partido se hizo con dos plazas.
Sin embargo, ante la crisis de las dos grandes corrientes políticas en Francia --el centro-derecha y los socialistas-- el Frente Nacional lograría en las europeas de 2014 un hito histórico, ser la fuerza más votada con el 24,8% de los votos. Este buen resultado tuvo su continuación en las elecciones departamentales y regionales de 2015, en las que se quedó al borde del 28% de los votos.
El reto que tiene ahora ante sí Marine es mantener ese buen resultado no solo en primera vuelta, sino especialmente en la segunda del 7 de mayo, y evitar que el resto de fuerzas cierren filas contra ella, algo que por ahora se antoja lejano, según los sondeos, si bien su resultado sería mucho menos desastroso que el de su padre en 2002.
PROGRAMA ELECTORAL
Para convencer a los franceses de que su opción es la mejor para Francia --con lemas y argumentos que en ocasiones recuerdan a los empleados por Trump en Estados Unidos y su leitmotiv de 'Hacer a América grande de nuevo'--, la líder del Frente Nacional defiende una renegociación de la relación con la UE, tras lo cual se celebraría un referéndum sobre la continuación y en la que defendería el temido 'Frexit' si el acuerdo alcanzado no le parece satisfactorio.
Asimismo, su programa propugna una vuelta a la "moneda nacional", sin mencionarse en ningún momento el euro ni dejarse claro cómo se realizaría el paso de la moneda europea. Le Pen ha hablado de la posible celebración de un referéndum, aunque la consulta parece abocada al fracaso toda vez que el 70% de los franceses rechazan abandonar la moneda única.
La líder ultraderechista propugna un "proteccionismo inteligente" que incluye un impuesto del 3% a las importaciones, así como bajar la edad de jubilación a los 60 años, mantener la semana laborar de 35 horas o rechazar los tratados internacionales de comercio.