MADRID 21 Feb. (EUROP A PRESS) -
Más de 2.500 niños de unas 30 nacionalidades viven en tres campos de desplazados del noreste de Siria, entre ellos 38 que no están acompañados de ningún adulto, según un informe de Save The Children publicado en pleno debate por el posible retorno de los combatientes extranjeros y sus familiares a sus países de origen.
El caso de Shamina Begum, una británica que fue encontrada la semana pasada en Siria, ha ilustrado el problema ético, legal y de seguridad al que se enfrentan los gobiernos a la hora de tratar con las familias de los milicianos que juraron destruir a Occidente en las filas del grupo terrorista Estado Islámico.
La joven, de 19 años, dio a luz el fin de semana a su tercer hijo --los dos anteriores fallecieron por desnutrición o enfermedad-- y Reino Unido ha decidido retirarle la nacionalidad, alegando que también tiene nacionalidad de Bangladesh, un extremo que las autoridades de ese país han rechazado.
Save The Children, que trabaja en tres campos del noreste de Siria, estima que hay más de 2.500 menores con padres extranjeros, en su mayoría vinculados a la guerra que desde 2011 destruye el país árabe. La mayoría viven con sus madres, mientras que los menores no acompañados están al cargo de tutores temporales.
Quienes forman parte de familias asociadas a Estado Islámico son separados del resto de la población. La directora de respuesta para Siria de Save the Children, Sonia Khush, ha subrayado en un comunicado que también ellos "son víctimas del conflicto y deben ser tratados como tal".
La ascendencia de los niños dibuja una amalgama de más de 30 nacionalidades, por lo que Khush ha emplazado a los países de procedencia de las familias a "asumir la responsabilidad". "Aunque algunos Estados han comenzado hacerlo, otros muchos, entre ellos varios países europeos, no han tomado medidas para garantizar la seguridad de los niños y de sus familias", ha lamentado.
La responsable de Save the Children ve "inconcebible" esta demora, habida cuenta de los "peligros" a los que se enfrentan las familias que ahora están atrapadas en Siria. Como otros niños, ha añadido, también los hijos de combatientes extranjeros "han vivido el conflicto, los bombardeos y las graves privaciones".
"Necesitan ayuda especializada para recuperarse y volver a la normalidad, junto a sus familias. Esto es imposible en unos campos de desplazados saturados y situados en una zona de guerra. La comunidad internacional debe actuar ya, antes de que sea demasiado tarde", ha reclamado Khush.
Algunos de los niños atrapados ahora en los campamentos tienen días o semanas de vida y también hay casos de jóvenes reclutadas por Estado Islámico cuando aún eran niñas y que ahora también son madres.
OFENSIVA SOBRE LOS ÚLTIMOS BASTIONES
La situación en la zona noreste de Siria se ha complicado aún más en las últimas semanas por la ofensiva final sobre los últimos bastiones de Estado Islámico, donde la vida ha sido durante años sinónimo de graves carencias tanto de alimentos como de servicios básicos.
Desde enero, unas 560 familias extranjeras, dentro de la scuales figuran 1.100 niños, han entrado en los campos de desplazados para huir de las ofensivas sobre Hajin y Baghuz. Quienes llegan lo hacen en una situación que puede ser extrema, como lo demuestra el hecho de que al menos 50 niños hayan muerto de hipotermia, enfermedades o desnutrición durante el viaje a los campos entre enero y febrero.