El NRC critica que el Consejo de Seguridad no haya sabido estar a la altura: "No es el momento de política de guardería"
MADRID, 22 May. (EUROPA PRESS) -
Un alto el fuego mundial para centrar los esfuerzos en la lucha contra la COVID-19. Ese fue el llamamiento que hizo el 23 de marzo el secretario general de la ONU, Antonio Guterres. Sin embargo, casi dos meses después, no solo las armas no se han callado y los enfrentamientos no han cesado en buena parte del mundo sino que más de 660.000 personas más se han visto obligadas a abandonar sus hogares por ello.
"En un momento en el que los expertos en salud nos dicen que nos quedemos en casa, los hombres con armas están forzando a cientos de miles de personas fuera de sus casas y empujándolas a la vulnerabilidad extrema", denuncia el secretario general del Consejo Noruego para los Refugiados (NRC), Jan Egeland. "Esto no solo perjudica a quienes se ven obligados a huir, sino que lastra seriamente nuestros esfuerzos conjuntos para combatir el virus", advierte.
La ONG noruega ha contabilizado 661.000 desplazados en 19 países entre el día de la petición de Guterres y el 15 de mayo. República Democrática del Congo (RDC) es el país que más desplazados ha registrado en este periodo como resultado de los ataques de grupos armados y los enfrentamientos con las fuerzas de seguridad, con más de 480.000 desplazados.
En el país africano, la región de Ituri (este) ha sido el principal foco de desplazamiento, con unos 263.000 desplazados en abril por la violencia que dejó unos 300 muertos, incluidos niños. También ha habido un número considerable de deplazados en Kivu Norte, con 147.000, y Kivu Sur, con 24.000, otras dos regiones del este, así como en Tanganyika, con 47.000.
Incluso en países donde las partes enfrentadas expresaron su apoyo al llamamiento de alto el fuego, los combates no han cesado. Yemen es un buen ejemplo de ello. Aquí, la coalición que lidera Arabia Saudí y apoya al Gobierno reconocido internacionalmente anunció que cumpliría un alto el fuego unilateral, sin embargo, según el NRC, los bombardeos aéreos han continuado y las otras partes en el conflicto han llevado a cabo operaciones armadas que han provocado 24.000 desplazados.
"Mi primo intentó escapar de la granja con sus familia, pero resultaron alcanzados en el bombardeo aéreo. Murieron tres, incluido un bebé", cuenta Alí, un padre yemení que se vio obligado a huir con su familia el 6 de mayo, sumándose así a los 3,6 millones de desplazados que hay en el país.
En Afganistán, ni el acuerdo de paz firmado por los talibán con Estados Unidos a finales de febrero ni los contactos con el Gobierno con vistas a entablar negociaciones de paz han detenido la violencia, que en este periodo ha provocado otros 22.000 desplazados adicionales.
Tampoco en Siria, donde el conflicto entró en marzo en su décimo año, se ha detenido del todo, y ello pese al acuerdo de alto el fuego firmado el 5 de marzo entre Rusia y Turquía en el noroeste. Aquí, el NRC ha documentado al menos otros 14.000 desplazados más, si bien ha resaltado que parece haberse registrado una reducción de la violencia, para alivio de la población.
OTRAS REGIONES Y PAÍSES AFECTADOS
Según los datos recabado por el NRC, a través de su Centro de Seguimiento del Desplazamiento Interno (IDMC, por sus siglas en inglés), la región del lago Chad, donde operan el grupo terrorista Boko Haram y su escisión, Estado Islámico en África Occidental, también han registrado nuevos desplazamientos, con Chad y Níger especialmente afectados, ya que han sumado 24.000 desplazados más cada uno.
También han registrado más de 10.000 nuevos desplazados internos como resultado del conflicto y la violencia República Centroafricana, con 15.000; Somalia, con 14.000, y Birmania, con 11.000. Cerca de esa cifra se ha quedado Burkina Faso, con 9.700. El país es el más castigado por la ola de violencia yihadista que azota al Sahel central y que también afecta a Malí, donde hubo 6.100 desplazados, según el NRC.
CRÍTICA AL CONSEJO DE SEGURIDAD
La ONG lamenta la incapacidad mostrada por el Consejo de Seguridad de la ONU ha la hora de ofrecer liderazgo de cara a altos el fuego, conversaciones de paz o la protección de civiles durante esta pandemia. Aunque en general hay un respaldo generalizado a un alto el fuego global, algunos países como Estados Unidos y China están bloqueando el progreso al llevar a la mesa de deliberación del máximo órgano de la ONU sus desacuerdos bilaterales, denuncia el NRC.
Así las cosas, la ONG insta a todos los estados miembros del Consejo de Seguridad de la ONU a que emitan un llamamiento claro a todas las partes en conflicto para que cesen las hostilidades y resuelvan sus problemas mediante conversaciones, además de permitir una respuesta sistemática a la pandemia.
"Mientras la gente se está viendo desplazada y asesinada, los miembros poderosos del Consejo de Seguridad se pelean como niños en un parque de arena", denuncia Egeland. "Los líderes mundiales deben estar a la altura de la ocasión y empujar de forma conjunta a las partes a que cesen el fuego y se unan en la protección de todas las comunidades de la COVID-19. Ahora no es el momento de la política de guardería", recalca.