La guerra contra Boko Haram afecta ya a cuatro países y 20 millones de personas ante la indiferencia mundial
MADRID, 2 Ene. (por María José Agejas, de Oxfam Intermón) -
Hace siete años que Boko Haram comenzó su rebelión armada en Nigeria, y más de dos desde que el conflicto se extendió a los países vecinos de Níger, Chad y Camerún. Recién comenzado 2017, nos encaminamos hacia el octavo año de indiferencia ante todo el dolor que ese conflicto está causando.
Las milicias de Boko Haram, expulsadas de las grandes ciudades siguen atacando en las zonas rurales, lo que, sumado a las operaciones militares, está provocando un enorme sufrimiento a una ingente cantidad de personas: 9 millones necesitan ayuda de emergencia, 6,3 millones pasan hambre, 2,6 millones han tenido que dejar sus casas, 2,2 millones de niños están atrapados en áreas bajo control de Boko Haram. Es seguramente la tragedia humanitaria más silenciosa de cuantas abundan en el mundo.
Falmata es una de esas víctimas. Tiene 30 años y vive en una choza en uno de los asentamientos informales de refugiados en los que trabaja Oxfam Intermón en Níger, cerca de Diffa: "Vine con lo puesto. Boko Haram llegó y prendió fuego a nuestras casas. Mataron a mi marido, lo quemaron vivo. Todos corrimos tan rápido como pudimos".
FIRMA DE LA FOTO: VINCENT TREMEAU/OXFAM
Ahora sobrevive y mantiene a sus cuatro hijos cocinando pastelitos salados a base de judías, pero añora tiempos mejores. "Espero de verdad que un día todo esto pase y me pueda volver a casar, y que vivamos como una familia feliz".
Otros han huido del Ejército y no del grupo radical. La declaración del estado de emergencia en la región nigerina de Diffa ha llevado a cerrar los mercados y a prohibir otras actividades económicas, como la pesca en las orillas del lago Chad, la producción de pimiento y hasta el uso de motocicletas, el medio de transporte más habitual en la zona.
Se han cortado rutas vitales para el comercio y hasta se ha forzado la evacuación de habitantes de algunas de las islas del Lago Chad. Debido al conflicto han desaparecido infraestructuras básicas y servicios esenciales y muchos agricultores han tenido que dejar sus tierras y, por tanto, su alimento.
"Vivíamos bien", cuenta Brah, ahora convertido en uno de esos 2,6 millones de refugiados. "Pescábamos, cultivábamos la tierra y teníamos ganado. La vida estaba bien, y ahora es horrorosa", resume. Ahora vive en la precariedad en Toumour, una localidad nigerina en la que la población anfitriona se ve superada con creces por refugiados y desplazados en una proporción de un local por cada tres foráneos.
65.000 personas están sufriendo ya hambruna en el noreste de Nigeria y hay más de un millón a punto de cruzar esa línea. Y mientras tanto, la ONU calcula que hacen falta 739 millones de dólares para atender la emergencia, pero sólo han llegado 287.
Cada día hay niños que mueren de malnutrición grave, malaria, diarreas crónicas, neumonía y otras enfermedades por falta de alimentos y de agua limpia. Juntas o por separado, estas enfermedades los debilitan poco a poco hasta que, adoloridos, sus nervios y sus órganos fallan y su cuerpo se niega a seguir. Según informes de UNICEF, a principios de 2016 había 175.000 niños con desnutrición aguda grave y ahora son ya 475.000.
La inseguridad alimentaria y la violencia, a pesar de las victorias que el ejército se atribuye sobre Boko Haram, se siguen acumulando: los años se suceden sin haber podido sembrar, la gente tiene que dejar sus cosechas y sus animales para huir, la lucha incomunica pueblos y aldeas, impidiendo la entrada de víveres o la salida de personas. Los veinte millones de habitantes de la cuenca del Lago Chad en los cuatro países se ven afectados por esta situación.
Que 2017 suponga un cambio para todos esos millones de personas depende de todos, aunque de unos más que de otros: gobiernos, instituciones mundiales, organizaciones no gubernamentales, prensa, opinión pública. La mirada, las preguntas y las exigencias deben trascender el caso de las 300 niñas secuestradas por Boko Haram para poder medir esta tragedia en sus términos reales y buscar soluciones.