MADRID, 5 Feb. (EUROPA PRESS) -
La primera ministra de Reino Unido, Theresa May, ha defendido este lunes el sistema sanitario británico después de que el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, dijese que "no funciona", en un nuevo capítulo de tensión entre dos gobiernos que presumen de tener una "relación especial".
El origen de esta polémica estriba en un tuit publicado por Trump y en el que el mandatario recrimina a los demócratas que estén defendiendo la sanidad "universal" mientras "miles de personas se manifiestan en Reino Unido porque su sistema se está rompiendo y no funciona", en alusión a una marcha celebrada el sábado.
"Los demócratas quieren incrementar enormemente los impuestos por una atención médica mala e impersonal. No, gracias", ha remachado Trump en su mensaje, publicado este lunes por la mañana.
La respuesta de Londres ha llegado por boca de un portavoz de May, que ha insistido de que "la primera ministra está orgullosa de tener un sistema sanitario gratuito". En este sentido, ha defendido el compromiso de la 'premier' para financiar la sanidad pública y ha recordado que, en un estudio de la Commonwealth, el sistema británico figura como "el segundo mejor del mundo", según la agencia de noticias Reuters.
Más contundente ha sido el ministro de Sanidad británico, Jeremy Hunt, que ha expresado su malestar con la declaración de Trump también en redes sociales, para recalcar que "nadie quiere vivir en un sistema donde 28 millones de personas no tienen cobertura", en alusión a Estados Unidos.
"EL NHS puede tener problemas, pero estoy orgulloso de ser del país que inventó la cobertura universal, donde todo el mundo puede ser atendido sin importar el nivel de su cuenta bancaria", ha apostillado.
Las relaciones entre Washington y Londres han estado marcadas en este último año por los exabruptos de Trump, que teóricamente tiene pendiente hacer una visita oficial a Reino Unido. Uno de los más sonados fue a finales de noviembre, cuando el presidente norteamericano compartió en su Twitter unos vídeos islamófobos de la ultraderecha británica.