Además del líder socialista, los únicos en salir reforzados son las fuerzas más a la derecha, liberales y Chega, que logran votos en los descontentos con Rio
Bloco de Esquerda y comunistas responsabilizan de sus malos resultados a la "falsa" bipolarización creada por Costa en campaña
MADRID, 31 Ene. (EUROPA PRESS) -
El primer ministro de Portugal, António Costa, ha logrado hacerse en las elecciones anticipadas con la mayoría absoluta que había pedido a los electores, consiguiendo así no solo evitar alianzas del pasado con los partidos más a la izquierda a los que ha acusado de ser los responsables de esta cita electoral, sino también de un costoso pacto de no agresión con el PSD, que pasa de verse capaz de dar la sorpresa a que su líder, Rui Rio, ponga su puesto en manos del partido.
En contra de todos los pronósticos y de las expectativas creadas a lo largo de la campaña electoral, Costa se ha hecho con la segunda mayoría absoluta de la historia del Partido Socialista --el primero en lograr algo parecido fue José Sócrates en 2005 con 115 escaños-- y dirigirá un Parlamento con 117 diputados mucho menos fragmentado que el de 2019 y con mayor peso de los partidos más al centro.
Aun con este resultado histórico, Costa se ha apresurado a decir que una mayoría absoluta no supone "gobernar solo", sino que es una "responsabilidad añadida" y ha prometido una "mayoría de diálogo con todas las fuerzas políticas" salvo Chega, pues "no tendría sentido".
Sus antiguos aliados en aquella bien hallada 'geringonça', Bloco de Esquerda y la CDU --comunistas y verdes--, han sido lo más perjudicados del triunfo de Costa, quien responsabilizándoles de este adelanto electoral al no haber aprobado los anteriores presupuestos, apeló al voto útil durante toda la campaña, dejándoles finalmente con cinco y seis diputados, respectivamente.
Tras conocer los resultados, tanto la líder de Bloco, Catarina Martins, como el histórico secretario general de los comunistas portugueses, Jerónimo de Sousa, han culpado de los mismos a un Costa al que reprochan haber creado una "falsa" y "artificial" bipolarización durante toda la campaña.
La fuerte caída de los comunistas ha supuesto la salida de un clásico dirigente, António Filipe, que no ha logrado su escaño por Santarém, y la del hasta hora portavoz parlamentario, João Oliveira, el que se presumía futuro relevo de un incombustible De Sousa, que será el único histórico presente en esta legislatura.
La mayoría absoluta de los socialistas ha dejado tras de sí a otros muchos derrotados, como los animalistas del PAN, que pasan de tener cinco diputados a tan solo uno, aunque también grandes ganadores, como los ecologistas de Livre que vuelven al Parlamento con un escaño, o Iniciativa Liberal, que se ha colocado con ocho diputados como cuarta fuerza también contra todo pronóstico.
Pero sin duda quien ha salido reforzado de estas elecciones es André Ventura y la formación de ultraderecha que comanda, Chega, tercer partido con doce escaños, que ha logrado hacerse con los votos de la derecha descontenta.
La gran víctima del crecimiento de Chega y liberales es el conservador CDS-PP, cuyos resultados finales sí han ido a la par que las predicciones y por primera vez desde su fundación en 1975 no contará con representación parlamentaria. Su líder, Francisco Rodrigues dos Santos, ha asumido las consecuencia y ha presentado su dimisión.
Quien podría correr la misma suerte es Rui Rio, quien tras lamentar el voto "disperso" de la derecha y el útil de la izquierda, "totalmente abrumador", aseguró no saber cómo podría ser "útil" al PSD en este nuevo escenario --71 diputados--, lo que todo indica que pronto comenzará un nuevo proceso de sucesión.
Rio, un superviviente dentro de su propio partido, sale muy tocado de unas elecciones en las que no solo se ha visto muy superado por Costa, sino en las que ha demostrado también ser incapaz de impedir el crecimiento de otras fuerzas más a la derecha, como liberales y Chega, que han rascado votos dentro del descalabro del CDS-PP y entre los descontentos con el PSD, al que han acusado de tibio con los socialistas.