MADRID, 16 Mar. (EUROPA PRESS) -
El equipo de mediación internacional sobre el acuerdo de paz de 2015 en Malí ha recalcado que este pacto "constituye el marco más viable" para "restaurar la paz y la seguridad de forma duradera" en el norte del país africano, antes de advertir sobre los "grandes peligros" que supondría el colapso del documento.
La mediación ha indicado que durante la última reunión se ha llevado a cabo un "análisis profundo de la situación", así como de las "iniciativas" adoptadas desde diciembre de 2022 para intentar reimpulsar el proceso de aplicación de las cláusulas del acuerdo, incluidas las recientes reuniones en Bamako, Kidal y Argel.
"La mediación internacional ha tomado nota de las preocupaciones expresadas por las partes durante estas consultas. Al mismo tiempo, reitera su compromiso con el acuerdo de paz y subraya que supone el marco más viable para restaurar una paz y seguridad duraderas en el norte de Malí y para contribuir de forma significativa a la estabilización de la región en su conjunto", ha sostenido.
En este sentido, ha recalcado que "durante los próximos días" continuará sus contactos con las partes firmantes y ha adelantado que presentará "propuestas concretas" para "relanzar y acelerar el proceso de aplicación (del acuerdo), especialmente de cara a la celebración, cuanto antes, de una reunión de alto nivel del Comité de Seguimiento del Acuerdo (CSA) destinada a acciones prioritarias y concretas para restaurar la confianza entre las partes y a responder a las necesidades de la población sobre el terreno".
Así, ha mostrado su "firme convicción" de que "la persistencia del estancamiento actual" podría derivar en "graves peligros", por lo que ha argumentado que "no deben escatimarse esfuerzos" para superar "cuanto antes" esta situación. "La mediación internacional pide nuevamente a las partes firmantes que se abstengan de todo acto o declaración que pueda poner en peligro los avances", ha explicado.
Por último, ha pedido a la Misión Multidimensional Integrada de Estabilización de Naciones Unidas en Malí (MINUSMA), que preside la Comisión Técnica de Seguridad (CTS), que convoque "cuanto antes" una reunión de este organismo para abordar la situación sobre el terreno y "facilitar la operacionalización del grupo de trabajo dedicado a revisar los acuerdos de seguridad".
Las tensiones han aumentado en los últimos meses entre la junta militar instaurada tras los golpes de Estado de agosto de 2020 y mayo de 2021 y el Marco Estratégico Permanente (CSP, según sus siglas en francés) --que integra a antiguos rebeldes tuareg y a miembros de milicias progubernamentales-- en medio del aumento de la inseguridad a causa de los ataques por parte de grupos yihadistas.
De hecho, los grupos que integran el CSP anunciaron en febrero el inicio de una operación conjunta contra Estado Islámico para "demostrar que los grupos firmantes están presentes y que el Grupo de Apoyo para el Islam y los Musulmanes (JNIM) --rama de Al Qaeda en la región-- no es una alternativa".
El CSP anunció a finales de diciembre la suspensión de su participación en el acuerdo de paz y pidió un proceso de mediación internacional en un lugar neutral ante lo que describió como una falta de voluntad de la junta para cumplir con lo pactado en Argel en 2015 que supuso que los grupos separatistas tuareg pasaran a formar parte de las Fuerzas Armadas, se sellara un alto el fuego y se propuso dotar de más competencias a la parte septentrional de Malí.
Los rebeldes tuareg se han levantado en armas hasta cuatro veces en 50 años para conseguir, en unos casos, mayor autonomía o, en otros, directamente la independencia de la zona norte del país, conocida como Azawad. El último levantamiento tuvo lugar en 2012, si bien fue rápidamente secuestrado por grupos yihadistas que avanzaron hacia el centro del país africano.
A pesar de la declaración de independencia formulada entonces por el Movimiento Nacional de Liberación del Azawad (MNLA), ni Malí ni la comunidad internacional reconocieron el paso dado por el grupo tuareg, y finalmente el avance de los yihadistas provocó la intervención militar francesa, que llegó a su fin el año pasado en medio de las tensiones con la junta militar, que han derivado en un acercamiento de Bamako a Rusia, incluido el despliegue de mercenarios del Grupo Wagner.