Las acusaciones van dirigidas principalmente contra personal de la OMS pero también de otras ONG internacionales
MADRID, 30 (EUROPA PRESS)
"Pasaporte para el empleo". Así es como define la situación en Beni, una ciudad del este de República Democrática del Congo (RDC), una de las 51 mujeres que han denunciado haber sido víctimas de explotación sexual y abuso por parte de trabajadores humanitarios de agencias de la ONU, incluida la Organización Mundial de la Salud (OMS), y otras destacadas ONG durante la respuesta a la epidemia de ébola que azotó esta región entre agosto de 2018 y junio pasado.
Las denuncias han sido recabadas en el marco de una investigación llevada a cabo por espacio de un año por The New Humanitarian y Thomson Reuters Foundation y refrendadas por conductores de las organizaciones concernidas u otros trabajadores locales de las mismas.
La mayoría de las mujeres han contado que varios hombres les hicieron proposiciones, les obligaron a mantener sexo con ellos a cambio de un empleo o dieron por terminado su contrato de trabajo cuando se negaron a hacerlo.
Algunas eran cocineras, limpiadoras y trabajadoras comunitarias con contratos temporales que cobraban entre 50 y 100 dólares, más del doble del salario normal en el país. En el caso de una de ellas era una superviviente de ébola que buscaba ayuda psicológica mientras que otras dos han asegurado que se quedaron embarazadas como resultado del abuso.
LA OMS, LA PRINCIPAL SEÑALADA
Del total de mujeres que han denunciado estas prácticas, al menos 30 dijeron haber sido víctimas de hombres que decían trabajar para la OMS, que desplegó a más de 1.500 personas para ayudar a combatir la epidemia de ébola al Gobierno, mientras que ocho mujeres señalaron a personas que trabajaban para el Ministerio de Salud congoleño.
Además, los autores de la investigación hablaron con cinco mujeres víctimas de trabajadores de World Vision, otras tres de UNICEF y dos de ALIMA, mientras que al menos una mujer señaló haber sido víctima de hombres que trabajaban presuntamente para Oxfam, Médicos Sin Fronteras (MSF) y la Organización Internacional para las Migraciones (OIM).
La OMS ha reaccionado ya a las acusaciones, asegurando que "las acciones presuntamente perpetradas por personas que se identifican como trabajadoras para la OMS son inaceptables y serán investigadas enérgicamente". "La traición de personas en las comunidades a las que servimos es reprobable. No toleramos tal comportamiento en ninguno de nuestro personal, contratistas o socios", ha recalcado en un comunicado.
También se ha pronunciado la OIM, que ha expresado su "grave preocupación" por lo denunciado y ha anunciado la apertura de una "investigación inmediata". "La OIM está decicida a investigar y erradicar estos estremecedores abusos donde y cuando ocurran, incluido este caso particular", ha asegurado la agencia de la ONU.
Por su parte, World Vision también ha indicado a los autores de la investigación que ha abierto una investigación interna, algo que también se dispone a llevar a cabo ALIMA. En el caso de UNICEF, un portavoz ha indicado que tenían constancia de dos denuncias relacionadas con organizaciones socias, pero estos casos serían distintos a los denunciados en el informe.
UNICEF SE MUESTRA "CONSTERNADO"
Asimismo, UNICEF se ha mostrado "consternado por el hecho de que personas que se identifican como trabajadores de UNICEF, presuntamente hayan cometido abusos contra mujeres vulnerables en RDC".
"Nuestro equipo sobre el terreno está realizando una evaluación exhaustiva de los hechos y junto a otros aliados, tratando de buscar información más detallada sobre lo que ha sucedido", ha agregado en su comunicado.
"Nos coordinaremos con otras agencias de Naciones Unidas y ONG asociadas. No toleramos la explotación y el abuso sexual. Nos tomamos muy en serio todas las acusaciones de mala conducta y habrá graves consecuencias para cualquier trabajador que haya abusado sexualmente de personas", ha agregado.
En este sentido, ha incidido en que "la explotación de mujeres vulnerables es censurable y quienes cometen tales actos deben rendir cuentas" y ha pedido a todas las víctimas "que denuncien" y que las personas que tengan conocimiento de mala conducta que "informen de ello".
"Durante los últimos dos años, hemos consolidado nuestros esfuerzos para prevenir y responder a la explotación y abuso sexual poniendo a las víctimas en primer lugar", ha resaltado. "Está claro que esto no es suficiente", ha lamentado.
"Necesitamos hacer más, especialmente a nivel comunitario. Estamos comprometidos a trabajar en estrecha colaboración con las comunidades de RDC para poner fin a estos abusos y establecer un entorno seguro para que las víctimas denuncien", ha remachado UNICEF.
NO HABÍA QUEJAS
Los periodistas de The New Humanitarian y Thomson Reuters Foundation ha analizado a 34 organizaciones internacionales así como a algunas ONG locales que participaron en la respuesta frente al ébola y la mayoría de las 24 que ofrecieron datos dijeron no haber recibido ninguna queja de este tipo en los dos años que duró el brote.
Tampoco el ministro de Salud congoleño, Eteni Longondo. "Le pido a cualquier mujer a la que le planteen este tipo de abusos sexuales y explotación que lo denuncie, porque no está permitido en Congo", ha señalado. "Si es un trabajador sanitario el que está implicado en este caso, yo mismo me encargaré personalmente de ello", ha asegurado.
Algunas de las mujeres víctimas han dicho estar sopesando presentar una denuncia formal ante las agencias de la ONU, las ONG o el Ministerio de Salud, pero la mayoría simplemente querían que se conocieran sus historias para que otras mujeres no tuvieran que pasar por lo mismo.
Según han relatado, los trabajadores congoleños que participaron en la respuesta humanitaria solían pedir con mayor frecuencia algún tipo de compensación económica a cambio de empleo que sexo. Entre los trabajadores acusados de cometer estos abusos figuran ciudadanos de países africanos pero también de Bélgica, Canadá y Francia.
PRÁCTICA MUY EXTENDIDA
Las mujeres eran abordadas frente a los supermercados, en centros de reclutamiento o en los hospitales donde se colocaban las listas de los candidatos elegidos. Algunas han contado que el contacto se producía tras ver que estaban muy decepcionadas por no haber conseguido un empleo. Una de ellas ha asegurado que la práctica de que los hombre solicitaran sexo a cambio de trabajo estaba tan extendida que era la única forma de encontrar un puesto durante la epidemia.
La mayoría de los abusos se produjeron en hoteles que hacían también las veces de alojamiento y oficina para las agencias de la ONU y las ONG. Los hombres --médicos, trabajadores sanitarios y administrativos-- usaban a los conductores oficiales para llevar a las mujeres a los hoteles y sus residencias y oficinas, según han confirmado cuatro chóferes.
También se ha habrían producido abusos de hombres jóvenes. Un conductor ha relatado que un médico pedía de forma rutinaria que se llevara a restaurantes y hoteles a jóvenes, mientras que otros chicos y jóvenes recibían dinero para suministrar mujeres, según ha señalado un reclutador de una ONG.
Buena parte de las víctimas han señalado que no sabían que había líneas telefónicas y otras vías para denunciar los abusos que habían sufrido. Según David Gressly, que ejerció de coordinador de la respuesta contra el ébola de la ONU, se puso en marcha un programa para proteger contra los abusos sexuales un año después del inicio de la operación.
"Si realmente querían ayudar a la gente, lo habría hecho sin condiciones", se lamenta una de las víctimas, de 24 años. "En lugar de ayudarnos, destruyeron nuestras vidas", denuncia.