MADRID, 21 Abr. (EUROPA PRESS) -
Miles de personas han salido este viernes a las calles de las principales ciudades de Sri Lanka, con la capital, Colombo, a la cabeza, al grito de justicia para las familias y allegados de las víctimas de la ola de atentados de Pascua de hace cuatro años en el país, que se saldaron con 269 muertos y más de 500 heridos.
Los ataques ocurrieron el 21 de abril de 2019 y fueron dirigidos contra tres iglesias (dos católicas, una protestante) y tres hoteles del país y su responsabilidad fue reclamada por dos grupos terroristas musulmanes, presuntamente afines a la organización yihadista Estado Islámico. Sin embargo, y a pesar de decenas de imputaciones contra individuos supuestamente relacionados con los atentados, nadie ha sido condenado o sentenciado por los ataques.
Hasta ahora, la condena más destacada fue la emitida en enero por el Tribunal Supremo del país contra el ex presidente Maithripala Sirisena y su cúpula de seguridad, quienes fueron declarados culpables de negligencia en sus funciones al fracasar en su deber de impedir los atentados.
El expresidente deberá abonar a las familias de las víctimas, en concepto de indemnización, un total aproximado de 250.000 euros, según la sentencia del Supremo, que señala al exinspector general de la Policía Pujith Jayasundara, el exdirector de los servicios de Inteligencia Nilantha Jayawardhane, el exministro de Defensa Hemasiri Fernando y el antiguo jefe de Inteligencia Nacional Sisira Mendis.
Para la Iglesia Católica del país, extremadamente crítica con la investigación posterior del Gobierno, estas condenas son insuficientes. "Necesitamos una investigación nueva y transparente que aclare por qué nadie se tomó en serio los constantes avisos previos sobre un posible ataque", ha lamentado este viernes el arzobispo de Colombo, el cardenal Malcolm Ranjith, durante su homilía.
"Parece bastante claro que no podemos esperarnos justicia ni del actual presidente ni del Gobierno", ha añadido en declaraciones recogidas por el 'Daily Mirror', después de una vigilia nocturna protagonizada por miles de fieles en la ciudad de Negombo, al norte de la capital, escenario del atentado más sangriento de todos, el ocurrido en la iglesia de San Sebastián, que se saldó con más de un centenar de muertos.