BAGDAD 7 Abr. (Reuters/EP) -
Un grupo de milicianos chiíes iraquíes ha explicado que se sumará a las fuerzas de seguridad en su ofensiva para reconquistar Mosul, ahora en poder de Estado Islámico, a pesar de la oposición de algunos políticos del país que temen una posible masacre por motivos religiosos en esta ciudad de mayoría suní.
La esperada ofensiva del Gobierno para recuperar la segunda ciudad iraquí, controlada por los terroristas desde hace dos años, está despertando dudas sobre la capacidad del Ejército para reconquistar la urbe sin el apoyo de otros grupos de milicianos.
La campaña requerirá de la participación de las Fuerzas de Movilización Popular (FMP) --una coalición de milicias chiíes--, ha afirmado el portavoz de Asaib Ahl al Haq, una de las facciones más poderosas.
"Pensamos que la batalla para liberar Mosul será grande y compleja. Una especie de guerra de guerrillas en áreas urbanizadas donde solo los combatientes del FMP saben moverse, mientras que las Fuerzas Armadas lucharían casa por casa, habitación por habitación", advirtió este miércoles el portavoz del grupo, Jawad al Talabawi, durante una entrevista en Bagdad.
RECHAZO POLÍTICO
En una columna de opinión publicada en el 'The New York Times' a finales de marzo, el presidente del Parlamento iraquí, Salim al Jabouri, solicitó mantener fuera de Mosul al FMP. Al Jabouri, un político suní, afirmó que el FMP ha destruido casas y mezquitas, cometido asesinatos como represalia en algunos pueblos antes controlados por Estado Islámico e impedido a algunas personas regresar a sus hogares.
En este sentido, Jabouri ha señalado que, para evitar atrocidades, la campaña de Mosul debería replicar la estrategia seguida en Ramadi, donde las fuerzas iraquíes fueron respaldadas por combatientes tribales suníes y por la aviación estadounidense.
No obstante, hasta que se consiguió expulsar a Estado Islámico de Ramadi en el mes de diciembre, el FMP --ayudado por consejeros militares iraníes-- encabezó las operaciones para recuperar el territorio controlado por los milicianos de negro. La coalición de milicias chiíes ha explicado que las fuerzas del Gobierno necesitarán más que el apoyo de las tribus suníes para recuperar Mosul, que cuadriplica el tamaño de Ramadi.
Asimismo, el portavoz Talabawi ha rechazado los temores expresados por los políticos suníes acerca de Mosul y ha afirmado que el FMP evitaría más daños a la ciudad frente a la cobertura de fuego aéreo que desarrollaría el Gobierno, similar a la efectuada en Ramadi. Además, ha sugerido que el FMP tomaría el liderazgo de la campaña, pues el Ejército únicamente podría avanzar de forma efectiva una vez que el terreno hubiera sido despejado tras un intenso bombardeo.
"VICTORIA FINAL"
Ramadi, a 100 kilómetros al oeste de Bagdad, se convirtió a finales de 2015 en la gran victoria del Gobierno iraquí, después de que Estado Islámico se hiciera con el control de una buena parte del país a mediados de 2014. La ciudad ha sufrido fuertes daños, dado que los milicianos de negro utilizan las viviendas residenciales para protegerse, construyen túneles e instalan minas y explosivos para ralentizar el avance del enemigo. La mayoría de la población abandonó Ramadi antes de que los enfrentamientos comenzaran.
El primer ministro iraquí, Haider al Abadi, ha señalado que 2016 será el año de la "victoria final" sobre Estado Islámico, que en 2014 autoproclamó un califato en Mosul --la principal ciudad controlada por la organización terrorista en Siria e Irak y que antes de la guerra contaba con una población que rondaba los dos millones de personas--.
Sin embargo, la ofensiva sobre la ciudad ha quedado en suspenso dos semanas después de su inicio hasta que se sumen más fuerzas para asegurar el terreno, explicó el comandante en jefe este miércoles.