MADRID, 15 Dic. (EUROPA PRESS) -
Militares y policías se enfrentaron a codazos, empujones y hasta bajo amenaza de uso de armas de fuego en la noche del 12 de noviembre, cuando la senadora Jeanine Áñez se autoproclamó presidenta de Bolivia tras la dimisión del presidente Evo Morales y varios altos cargos más por presiones del Ejército.
Áñez asumió el máximo cargo ejecutivo de Bolivia en una sesión extraordinaria en la Asamblea Legislativa que no contaba con el quórum necesario para avalar la medida y tras ello, se dirigió a la sede presidencial, Palacio Quemado, donde la esperaban militares y policías que momentos antes se habían disputado su custodia, informa el diario boliviano 'Página Siete'.
Hasta ese día, los miembros del Ejército de la Unidad de Seguridad para Altos Dignatarios de Estado (USDE) eran quienes se encargaban de la seguridad de las autoridades, después de una decisión del gobierno de Evo Morales, en 2015, la cual desplazó la labor que cumplían los policías.
La Policía sostenía que ante el vacío de poder eran ellos quienes debían garantizar la seguridad de la senadora, pero los militares fueron los que vestidos de civil y con trajes de gris claro la acompañaron en todo momento el día 11 de noviembre. A su llegada a La Paz la Policía montó un segundo anillo de seguridad en torno a Áñez.
"Teníamos la misión de protegerla, así que armamos varios operativos para llevarla a lugares seguros. Ella durmió en unos cuatro domicilios diferentes esa noche", ha relatado un coronel de la Policía al cargo de una de las acciones de protección.
Cuando finalmente llegó a la sede del Legislativo para tomar posesión en la tarde del 12 de noviembre, se le presentó un capitán del Ejército para informar a los funcionarios de protocolo que ya estaban listos para resguardar a la Presidenta. Un capitán de la Policía se presentó para anunciar lo mismo. "Nosotros nos vamos a encargar", dijo a los asesores de la mandataria.
"Vimos cómo el oficial de la Policía llevó la mano hacia su cintura y tocó la pistola que guardaba ahí. Lo mismo hizo el militar: quiso sacar su arma. Los dos estaban frente a frente y todos a su alrededores tratamos de calmarlos", ha relatado un funcionario de la Presidencia.
Entonces la salida de Áñez sorprendió a ambos grupos y mientras su círculo más cercano caminaba media manzana hasta el Palacio, los policías y militares "se empujaban, se daban codazos entre sí, se insultaban".
Una vez dentro, los militares ganaron la batalla, se pusieron alrededor de Áñez mientras ella se dirigía a la población ya como presidenta. "¡Los policías no pasan!", dijeron algunos militares, y los policías se quedaron atrás.
"Agradezco a la Policía que siempre nos acompaña, a las Fuerzas Armadas y yo exhorto a que nos ayuden a pacificar el país", afirmó entonces Áñez, que pidió un minuto de silencio.
Esa misma noche se tomó la decisión, junto al ministro de Gobierno, Arturo Murillo, de que la Policía retome su función de proteger a los altos dignatarios del país, por lo que las motos y los efectivos de blanco de la Policía volvieron a ser la avanzada de seguridad de la presidenta.
Evo Morales dimitió el pasado 10 de noviembre en medio de una ola de protestas después de que la Organización de Estados Americanos (OEA) apuntara "irregularidades" en las elecciones presidenciales del pasado 20 de octubre en las que obtuvo su reelección. Tras su dimisión, bajo presión del Ejército, la senadora Jeanine Áñez se autoproclamó presidenta.
Más de 30 personas han muerto y cientos han resultado heridas a causa de los enfrentamientos entre simpatizantes de Morales con las fuerzas de seguridad y otros sectores. En las últimas semanas la situación se ha calmado, aunque sigue habiendo protestas.