Niños burundeses refugiados en Tanzania
UNICEF/ BEECHEY
  
Actualizado: domingo, 20 marzo 2016 9:37

MADRID, 20 Mar. (Por Sam Mort, UNICEF) -

   Es duro ser un niño en Burundi y cada día lo es más.

   Los niños de Burundi, que representan la mitad de una población de diez millones, están en el país más hambriento del mundo, según el Índice Global del Hambre. Tres de cada cinco tienen retrasos en el crecimiento, lo que significa no sólo que son más bajos de lo que deberían para su edad, sino que la capacidad de su cerebro de desarrollarse por completo está gravemente comprometida.

   Viven en uno de los países más pobres del mundo, donde la mayoría sobrevive con menos de 1,25 dólares al día. Las últimas cosechas han sido pobres y los precios de los alimentos han aumentado, lo que complica a las familias alimentar a sus hijos. El acceso a servicios básicos como la sanidad y la educación queda fuera del alcance de muchos necesitados. Y hay denuncias de policías y personal armado en el interior y los alrededores de las escuelas.

   La violencia y las revueltas se dispararon en abril y, desde entonces, las condiciones para los menores se han deteriorado drásticamente. Más de 200 han sido detenidos y encarcelados de forma arbitraria junto a delincuentes adultos. Más de 237.000 burundeses --la mitad de ellos niños-- han huido a países vecinos. Unos 25.000 más son desplazados internos.

   Los niños en movimiento son niños vulnerables. Son niños asustados. Corren el riesgo de ser explotados, víctimas del tráfico o secuestrados por grupos armados, especialmente las niñas. No pueden aprender o jugar en entornos seguros. Y cuanto más tiempo estén sin ir a la escuela, más difícil será para ellos volver a clase, lo que lastra su capacidad para aprender y ganarse una vida después.

   Hasta ahora, 25 niños han muerto como resultado de la violencia, miles más han resultado heridos y han presenciado escenas que no pertenecen a ninguna infancia.

Dibujo de un niño que ha presenciado violencia en

SEÑALES EN ROJO

   En enero, la ONU alertó de una inminente "ruptura completa de la ley y el orden". El número creciente de atrocidades ha llevado al Alto Comisionado de la ONU para los Derechos Humanos a advertir de que "todas las señales de alarma, incluida la creciente dimensión étnica de la crisis, están en rojo".

   Como resultado de los disturbios, un número significativo de donantes extranjeros ha salido de Burundi y, en un país donde asuntos sociales como la educación, la sanidad y la agricultura dependen en gran medida del apoyo externo --a veces hasta en un 80 por ciento-- las consecuencias son terribles.

   En respuesta, el Gobierno adoptó recientemente un nuevo presupuesto de austeridad que limita su capacidad de dar servicios sociales básicos a la población vulnerable. El presupuesto sanitario, en particular, ha sido recortado en un 5 por ciento, lo que amenaza la provisión de medicamentos básicos y servicios.

   Las dificultades sostenidas están llevando al límite a las familias. El representante de UNICEF en Burundi, Bo Viktor Nylund, está especialmente preocupado por los niveles de malnutrición. Advierte de que si los niños malnutridos no reciben alimentos terapéuticos urgentemente, existe el riesgo de una mayor crisis de nutrición. Ya entre octubre y diciembre de 2015, el número de niños admitidos por malnutrición severa aguda en Buyumbura se duplicó.

   Si la actual situación persiste, Nylund cree que todo el sector de servicios sociales corre el riesgo de colapsar.

AYUDAR A BURUNDI

   UNICEF está respondiendo de varias maneras a esta complicada situación que cambia rápidamente.

   Los Espacios Amigos de la Infancia están ayudando a miles de niños --una cuarta parte de los cuales muestran signos de trauma psicológico-- a curarse del estrés del conflicto y el desplazamiento.

   A raíz de una petición del Ministerio de Sanidad para proporcionar medicamentos vitales, UNICEF suministra las medicinas necesarias para garantizar que la atención sanitaria básica en las comunidades más desfavorecidas no se reduce drásticamente.

   En respuesta a las fuertes lluvias que han dañado infraestructuras y a la lucha que mantiene a los niños lejos de las escuelas, el equipo está trabajando con el Gobierno y las comunidades locales para reconstruir las clases y conseguir que los niños vuelvan, al mismo tiempo que intensifica sus esfuerzos para lograr que las escuelas sean zonas de paz y que los niños puedan disfrutar de un acceso a la educación básica seguro, respetuoso con la enseñanza y continuo.

   Como resultado de los intensos esfuerzos con el Ministerio de Derechos Humanos, Asuntos Sociales y Género, y con el Ministerio de Justicia, UNICEF también ha contribuido a la liberación de 53 niños que fueron detenidos arbitrariamente o encarcelados con adultos. UNICEF y sus socios apoyan a estos niños mientras se recuperan de sus experiencias y comienzan a reconstruir sus vidas.

Niño camina cuatro kilómetros hasta la escuela en

   Estos esfuerzos están marcando una verdadera diferencia en las vidas de estos menores, pero son solo una fracción de lo que se requiere. El efecto acumulativo de negar servicios sociales y ayuda, combinado con el actual conflicto, afecta en primer lugar y sobre todo a los niños. Los menos responsables de esta crisis están pagando el precio más alto.

   Debemos hacerlo mejor. Y haríamos bien prestando atención al mensaje de Bo Viktor Nylund: "No es el momento de dejar de invertir en los niños de Burundi".

   Tiene razón. Es momento de que la comunidad internacional se una para dar apoyo a los niños de Burundi y les ayuda a cumplir con sus derechos de salud, protección, aprendizaje y participación. Más aún, que les ayude simplemente a volver a ser niños.

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